Graciela Cros (Carlos Casares, prov. de Bs. As./Bariloche), Cordelia en Guatemala, 2a. ed., La Liebre Gris ediciones, 2013.
Agradezco a Carolyn Riquelme por su colaboración.
La hija del
Rey Lear
Pueden ustedes llamarme Cordelia
Hija fiel
Perla sentimental
Estrella ética del Pequod
Hace algunos años
no importa cuántos exactamente
con poco o ningún dinero en mi
billetera
y nada en particular que me interesara
harta del yámbico de cinco pies
pensé en
FABRICAR UN SEÑUELO
Y ver así partes risueñas y horrorosas del mundo
Es mi manera de disipar la melancolía
y regular la circulación
No hay fluoxetina ni estradiol
que pueda compararse a la fascinante
aventura de
ROMPER LOS GÉNEROS
Literalmente
DEPREDARLOS
–del verbo
transitivo depredar: robar, saquear con violencia
y destrozo–
Cada vez que la boca se me tuerce en
una mueca amarga
cada vez que en mi alma
se posa un noviembre húmedo y lluvioso
Cada vez que me sorprendo
detenida
frente a empresas de pompas fúnebres
o sumándome
al cortejo de un entierro cualquiera
Y
sobre todo
cada vez que me siento
a tal punto hipertensa
que debo acudir a un robusto principio
moral
para no salir a la calle
y patear
metódicamente
a la gente
Entonces
comprendo
que ha llegado la hora
de construir
UN ARTEFACTO
Ese trabajo es
para mí
el sucedáneo de la pistola y la bala
En arrogante gesto filosófico
Catón se arroja sobre su espada
Yo
tranquilamente
fabrico
UNA MÁQUINA VERBAL
CONSTRUYO
UN SEÑUELO
ESCRIBO UN POEMA
En Guatemala
Fumó Cordelia las siete notas
musicales y la descorchadura del licor
Fumó el esponjoso vello masculino y el
jarabe dulzón de esa axila
Fumó tarántulas y orquídeas,
piedrecillas preciosas y quetzales
A los puertos de Santa Catarina Palopó
y San Antonio
a San Lucas Tolimán, a San Pedro La
Laguna
a San Juan, Santa Clara, a San Pablo,
San Marcos
A k’iché’s, tz’utuhiles, kaq’chikeles,
a sus 21 lenguas de maíz
a todo aquel que se acercara hizo el
relato de la espera
su agonía, su conversión más tarde, su
estadío de iguana
En Santiago Atitlán hubo un capítulo
jaguar, un prólogo tucán
hubo rosados cangrejitos, gallitos de
veleta, lobinas negras, milpas
Todos vinieron a sus manos palmas
vueltas arriba
En Santiago Atitlán comió tamales,
enchiladas
estrelló huevos y volteó frijoles
habló sin titubear las 21 lenguas
cantarinas
Rezó CUATRO plegarias al pie de TRES
volcanes:
Una para JUAN DONNE, poeta, clérigo y amante
Otra para JUAN KEATS, poeta, muerto a los 25, tuberculoso, en Roma
La tercera a JUAN CASSAVETES, El Cara de Caballo, de quien estaba
enamorada
Y la cuarta para ELLA Y EL NIDO
donde más tarde empollaría
¡UN HUEVO!
Después bebió Cordelia el aguardiente
de
LA ESPERA
tarea en la que estaba
ENTRENADA
Avistó el Sur, el Norte, el Este y el
Oeste
Descansó a la sombra del COMPLACIENTE
helecho
Fumó tarántulas y orquídeas,
piedrecillas preciosas y quetzales
EN SANTIAGO ATITLÁN CONSTRUYÓ UN NIDO
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