Algo de la poesía publicada recientemente en la Argentina.
jueves, 2 de enero de 2014
Osvaldo Bossi
Osvaldo Bossi (Ciudadela/Buenos Aires), Como si yo fuera su novia, ilustraciones de Marcelo Tomé, mágicas naranjas, 2013.
Como si yo fuera su novia
Como si yo fuera su novia
me regaló un hermoso, inmenso
perrito de peluche, y acto seguido
me quedé fulminado
con aquella mascota inesperada
en medio de la calle.
—Es para vos, me dijo.
—Gracias, le dije, tratando de disimular
algo que ni siquiera yo mismo conocía
y que empezaba a tomar forma
en aquel instante, como una alegría incontenible
de perrito chihuahua, o algo así...
José Villa
José Villa (Martín Coronado, pcia. de Buenos Aires), 8 poemas, edición en formato ebook, poesiaargentina.com, 2013 (1a ed.: Ediciones del Diego, 1988).
Ebook de descarga gratuita: 8 poemas
NATURALEZA.
La fruta aún desconoce
su nombre. Sabe entre otras cosas
que es media tarde. Que
alguien la mira posada en la frutera
y que una gota que cae,
lenta la abre con luz por la mitad
MALLARMEANA.
Pone la cebolla en la sartén
demasiado segura de que es invierno
demasiado temerosa del olor que se lleva su pelo
de la consagración que humildemente
la perfuma. Sabe y no
que cocina
que los círculos blancos de la cebolla
pronto estarán dorados
BICICLETA...
...nublado... desde las rendijas
de la ventana...
resplandecen colores notables, opacos
Probablemente se aproxima la estación
capital: el verano
y la hierba haya empezado a balbucear
esa rima tonta: la canilla gotea
una gota de acuerdo a tu deseo y su
intensidad...
No pasa nadie en la calle, debajo de
la ventana, pero dicen que oís, mustia
e indiferente, el parloteo de las
viejas (...) A todo esto el verano parece
que estallara con la prontitud
de las rosas de la enredadera, muy
pronto —también— todas ellas mustias
La dorada bicicleta... "un reloj de mecanismos
y engranajes ocultos, esparcidos
bajo un son de luz, un olor dulce,
—contra la— mañana hecha de rocío..." Estuviste
a punto de escribir
Graciela Zanini
Graciela Zanini (Buenos Aires), Magna ubre, Ciudad Gótica, 2013.
Reflejos
Escribo cada línea de un poema
como quien graba en piedra la verdad acerca de quien es.
No epitafio, ni confesión.
Aguasanta para dejar limpia una mínima carnadura en el tiempo.
No razón de haber sido, sino nostalgia del posible no cumplido, pero al que se
entregó hasta el aliento último.
Vientecillo audaz colándose por entre los postigos de una memoria varias veces
Vientecillo audaz colándose por entre los postigos de una memoria varias veces
reparada, la necesidad esculpirá sobre esa roca
el nombre que nadie pronunciará para encarnarse.
No hay ensueño sino imagen desgarrada en el fondo del ojo.
Voz engañosa, trepa hasta enredarse en lo real. Que también es imagen y no.
Que también es desgarro y no.
Continuar con los pies apoyados en un dibujo. Plano, no estructura.
(A lo lejos, detrás, en la cabeza, un silbido acompaña y miente).
Hablar.
Hablar como si la cabeza pudiera continuar separada del tronco.
La fortísima llamada de un gong latiendo en los restos y la cabeza,
con su boca torcida por la expresión bestial, apenas apoyada. Tambaleándose.
Algo que no estuvo antes en el mundo y no saber si es necesario que esté en él.
Pero igualmente proceder a instalarlo,
creyendo que el constructo posee belleza suficiente para justificar la inclusión.
Soberbia de lo ilusorio. Carne sin aire, nacida muerta.
Un malentendido, un aleteo perverso, una mirada en busca de legitimidad.
Alquimia inútil, sólo para ordenar piedra sobre piedra y cubrir
con musgo de lo aparente el fallido nacimiento.
Llueve desde hace días, sin embargo nada alrededor parece lavado, absuelto.
Se percibe el peso de lo que cae, sobre lo caído.
Agobio en los animales y en las cosas.
El columpio, al fondo, mecido por el viento y lo brillante de las hojas del naranjo
son un intervalo, no una alternancia.
Una simulación.
Ni siquiera la rotación de los girasoles conserva su misterio
Cavilar acerca de si es una revelación o una pérdida no suma.
Desde el color de años tempranos, reconocemos el gris.
Lo quieto, aún bajo un amable sol.
el nombre que nadie pronunciará para encarnarse.
No hay ensueño sino imagen desgarrada en el fondo del ojo.
Voz engañosa, trepa hasta enredarse en lo real. Que también es imagen y no.
Que también es desgarro y no.
Continuar con los pies apoyados en un dibujo. Plano, no estructura.
(A lo lejos, detrás, en la cabeza, un silbido acompaña y miente).
Hablar.
Hablar como si la cabeza pudiera continuar separada del tronco.
La fortísima llamada de un gong latiendo en los restos y la cabeza,
con su boca torcida por la expresión bestial, apenas apoyada. Tambaleándose.
Algo que no estuvo antes en el mundo y no saber si es necesario que esté en él.
Pero igualmente proceder a instalarlo,
creyendo que el constructo posee belleza suficiente para justificar la inclusión.
Soberbia de lo ilusorio. Carne sin aire, nacida muerta.
Un malentendido, un aleteo perverso, una mirada en busca de legitimidad.
Alquimia inútil, sólo para ordenar piedra sobre piedra y cubrir
con musgo de lo aparente el fallido nacimiento.
Llueve desde hace días, sin embargo nada alrededor parece lavado, absuelto.
Se percibe el peso de lo que cae, sobre lo caído.
Agobio en los animales y en las cosas.
El columpio, al fondo, mecido por el viento y lo brillante de las hojas del naranjo
son un intervalo, no una alternancia.
Una simulación.
Ni siquiera la rotación de los girasoles conserva su misterio
Cavilar acerca de si es una revelación o una pérdida no suma.
Desde el color de años tempranos, reconocemos el gris.
Lo quieto, aún bajo un amable sol.