Carlos Battilana (Corrientes/Buenos Aires), Velocidad crucero y otros libros, Editorial Conejos, Buenos Aires, 2014.
El
orden
nos
ha herido
hasta
petrificarnos
pregunto
entonces
por
la fuerza
que
el cuerpo
puede
dar;
si tomo un manojo
de
pasto
¿las
cosas
cambiarán?
Aislado
del
cielo
espero
de él
muchas
más cosas
de
las que di. ¿Será
eso
posible
entre
tanta
petrificación?
Reduzco
el
movimiento
del
cuerpo
a
velocidad
crucero
encierro
mis
deseos
en
una habitación
y
descubro
al
cabo de los años
que
no pude
comunicar
una
especie de daño
biológico
que
el tiempo
alojó
en la
memoria
el
daño
acaso
sí
lo
que no pude
de
ningún modo
fue
escribir
con
distinción
el
efecto espeso
de
los otros
el
movimiento de amor.
* *
Inclinado
el
cuerpo
observando
la procesión
de
insectos y alimañas
descuidé
el
jardín
y
otros seres
han
hecho con él
lo
que ahora
es:
matas de pasto
manchones
de color
marrón
canteros
destrozados,
plantas
raquíticas.
El
viento
cruza
el terreno
pero
no es viento,
es
brisa fría.
Me
mojo
la
cara
y veo
los
papeles acumulados
las
cicatrices o las marcas
concentradas
en el
cuerpo
y sin
detener el tiempo
recuerdo
que
la vida existe
corre
por algún lugar.
Celebrar
es
también
inclinar
el cuerpo
saber
que
el día
acontece
en un
plano
distante
a la
retórica
de lo
vital.
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