Mauro Quesada (Haedo, Buenos Aires), Fiebre, El Ojo del Mármol, Buenos Aires, 2014.
el canto de un grillo
corrompe para siempre
esta frágil certidumbre
y ya no hay lluvias ni ritos
que puedan penetrar
en la suave espesura
de
estos deseos que queman
la
remera de la noche anterior
que yace hecha un bollo
en el piso
oliendo a humo
de cigarrillo y a transpiración
nos puede dar
asco
pero también
tener el aroma sorprendente
de las cosas que
nunca se olvidan
que yace hecha un bollo
en el piso
oliendo a humo
de cigarrillo y a transpiración
nos puede dar
asco
pero también
tener el aroma sorprendente
de las cosas que
nunca se olvidan
ramos mejía un domingo
a las 10 de la mañana
gaona desierta
y las panaderías llenas
los únicos
sobrevivientes de la noche son
una pareja besándose en una esquina
un borracho durmiendo
en la puerta de un edificio
y las veredas repletas de bolsas
negras y millones
de botellas
las persianas bajas de los bares
y la claridad furiosa
avisan que al menos por unos días
todo se terminó
a las 10 de la mañana
gaona desierta
y las panaderías llenas
los únicos
sobrevivientes de la noche son
una pareja besándose en una esquina
un borracho durmiendo
en la puerta de un edificio
y las veredas repletas de bolsas
negras y millones
de botellas
las persianas bajas de los bares
y la claridad furiosa
avisan que al menos por unos días
todo se terminó
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