Algo de la poesía publicada recientemente en la Argentina.
domingo, 25 de septiembre de 2016
López Milton López
López Milton López (Glew, Buenos Aires), Las relaciones del hambre, Lamás Médula, Buenos Aires, 2016.
1 (el horizonte es una ilusión)
batir las palmas de las manos
frente a la luz
la última justo detrás
de árboles en hileras en el fondo del horizonte
donde la visión se opaca
por su declive
en la belleza sutil del viento
4 (el desplazamiento de las esferas)
la discordancia de lo ajeno
el relato de las gotas que en la lluvia
se desplazan por esferas
y en la partitura de los sexos sobre el borde puro
el cuerpo como cuerpo
atraviesa la atmósfera de las horas fatales
el grado de silencio
en la emancipación de lo que cae
sobre la leche que de los pechos cae
y se inyecta
en la extensión genética del retoño
9 (mar adentro)
mezclándose
las aguas de un color entre huérfano y turquesa
de jurar y consentirse
no así de búsquedas
destila en perfecto orden
hacia un insomnio
a solas flotante de sombras
soy ola parlante dice
apenas un roce
y dice también
línea azul en el recorte del horizonte
mastica, engulle
mezclándose las aguas en el torbellino
la ruta se pierde y encuentra
en el origen mismo de cada centro
vierte en su anterior
la marea roja imperceptible en los huesos
vueltas en círculos para volver a encontrarse
en ese pedacito de agua del comienzo
17 (agua que se suelta)
ver
con la luz escasa del crepúsculo
el agua que se suelta de las manos
el trasfondo claro del recuerdo
la imagen cruzada por la imagen misma del presente
en su cara
aseverando los cimientos del principio
fueron aves las que irrumpieron el silencio
como cuchillas sobre los latidos del cuerpo
el alimento que conforma y hace
de la voracidad
este instinto de supervivencia
viernes, 23 de septiembre de 2016
Lidia Rocha
Lidia Rocha (CABA), Así la vida de nuestra primavera, La Mariposa y la Iguana, Buenos Aires, 2016.
durar tan brevemente
te
quedaste, alma, como en blanco
colgada
de un sonido del aire
contra un
tejido vegetal
si
volvieras al cuerpo
y el
cuerpo al viaje
cruzaría
por el ojo de la aguja
el hilo
en suspenso
de la
vida
ausente,
el corazón
ardía en
oscuro
tus manos queman fuerte, sobre todo
esta tarde en que el frío aprieta
y me queda el calor de tus dedos
en la garganta
eras
un envite del sol fuera de época
hilabas
tu piel para los pobres
yo
volvía al mundo,
quieta la cabeza
sobre tu pecho
un cuerpo que se cierne y busca
la vida que le das
ahora
que de
tanto ver y ver el mismo paisaje
la
ventana se te ha desdibujado
¿dónde
estabas?
¿es real
esa casa de donde no saliste?
¿verdad
el caserío?
la tarde
te vuelve silenciosa
invisible,
si no fuera por el ojo
y la
pantalla
un animal
que habla todavía.
y si me obstino así, te escribo
éste es el solo modo del abrazo
la única manera
de tocarte
no era
más que un gato
abrigado
en el fuego
de la
siesta
un animal
minúsculo
negándose
a
regresar humano
cuando la
tarde se perdía
en
recuerdo
tedio de
sombra
o
pensamiento triste
el viaje en que nos vimos
ojo a ojo veníamos de nada
como metidos en los propios huesos
y quemándonos
de demasiado
el cielo te dañaba la pupila
cerrado el párpado al daño de la tarde
y yo veía el alma silenciosa
viajar hacia tus ojos y mirarme
y hacer canción del día
hubiéramos
soñado un mundo
un poco
menos cruel
pero
cansados de la tarde
no
queríamos salir de casa
ni cazar
soldados, mariposas
y menos
niños
lo
dejamos así, a su suerte,
por pura
somnolencia
en otras
manos
y caigo
empujada por tu pulso
abriendo paciente
la hendidura de vida
el día se
pierde
en
explicaciones, horas
mal
empeñadas en no dejar que pase
la
sangre, la tinta, el dedo
sobre los
muebles
de caoba
rojiza donde sueña
un animal
en sus esporas
el tan
breve durar
ese
fueguito
en el
silencio fractal del universo
Dulcísimo
Sembrabas para mí semillas secretas
Yo, sin gracia, te confundía
con el delirio y los ensueños.
Como un dios condescendiente
preguntabas.
Ciega, torpe, yo respondía
al desgaire, como si apenas pudiera
despegar mis ojos de las páginas.
De tan hermoso te hacías transparente.
Allí las horas
se contaban en letras.
Te abrí las puertas de mi casa
como quien atiende un llamado equivocado:
“no señor, es el número, pero no soy la persona
que usted busca, se lo habrán dado mal”.
Claro de luna
sólo la luz de la pantalla y
las antenas con sus guiños rojos.
La hora se volvió sobre sí misma
instante concentrado
del así era antes y así será después.
Al traspasar la línea
que separa mi voz de mi silencio
partiste en dos las aguas de los días
como un barco
y te estiraste sobre el horizonte
para marcar mi cuerpo con tu diente.
La noche pierde su virginidad de arena.
Un avión encamina sus luces hacia el río.
Cada ventana se hace isla de tu abrazo.
Un relámpago de fe arde desde tus dedos
donde lengua es verano detenido.
¿Cómo regresaré
después de esta estampida de palabras?
Atónita asisto a tu maestría.
Límbica, como un animal de la prehistoria,
¿Cuándo era antes?
¿Dónde comienza?
Cisne, lluvia de oro,
no sé por qué a mí,
la de los libros
tan displicente
tan resguardada
por qué para mí
se dice este lenguaje de milagro.
Caen las horas como manzanas
puro jugo de dios.
El cielo a veces nos convida una vuelta,
semillas no previstas.
Menhires
No habrá
ensueño eterno
lazos de
la memoria
sino
destino en la ceniza.
El fuego
a la madera
desata el
aliento de los dioses
demorado
en la
raíz del bosque
para que
el alma siga
el rumbo
ascendente
de las piedras
La tierra y las cosechas
Crecí de
frente a una tierra
de
cosecha.
Pródiga,
sus hijos no la aman
sólo la
poseen o la abandonan
fácilmente
Hijos de
una misma madre
hablan
lenguas distintas:
unos
escuchan las voces
de
ciudades remotas
otros no
perciben
el espejo
solar del girasol
sus pesadas semillas
que se inclinan a la hora de Pan
cuentan
en dinero la carne de sus pétalos
martes, 13 de septiembre de 2016
Josefina Saffioti
Josefina Saffioti (Buenos Aires), Mundo lego, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2015.
ya sé
ya sé que no.
que no tengo pareja
casa familia auto
ni la plata en el colchón
ni vacaciones de semana santa
ni creo en dios
ni voté nunca al que ganó.
ni siquiera me gustan
el fernet con coca
el whisky doble o la tapita negra.
soy del tipo de gente
que deja caminar
a una cucaracha sobre la espalda
años sin matarla, años mirándola
crecer convertirse
en una cucaracha mayor
sin aniquilarla.
ya sé que el raid
no sirve para el amor.
el panorama no puede
ser más alentador
la canilla de la cocina gotea
la conexión del lavatorio pierde
cae riego de plantas colgantes
la heladera no cierra se escapa
el agua por abajo del cajón
de las verduras la cabeza se reparte
en tres juzgados
no
hay forma de aplacar la inundación.
ahora ya puedo
militarizar los legos:
una
correcta división por colores
permite fabricar una casa minada como campos
de batalla desplegando infantería.
hay bultitos en escena camuflados
que sugieren alertas amarillos
al pie de las escaleras
o en la garita de la estación.
no repliego la milicia no dimito el juego
declina cambio articulado
destruir
a tu ejército de ser imposible
al jugador de la derecha.
cuando el fuego enciende
la puerta de esta casa puedo
romper filas pero
digo, entonces
yo nunca
me retiro.