Algo de la poesía publicada recientemente en la Argentina.
viernes, 14 de julio de 2017
Alberto G. Fritz
Alberto G. Fritz (Río Negro), Lo que queda del alba, Vela al Viento Ediciones Patagónicas, Comodoro Rivadavia, 2017.
Un laberinto
El perro y yo.
Cada uno su laberinto.
Zumbido y potencia
y rapidez,
cada uno su tiempo.
Igual sustancia para la soledad.
Cada uno parodista,
cada uno Minotauro,
dando desde temprano
rasgos al vacío.
Impulso
Establecer un punto:
desde el sostenerse,
ser devorado por él.
Uno siempre decide
en la bodega de su alimento,
cuál máscara, qué belleza
o parábola bastará.
Uno elige impulso y baile
y ahonda límites como un ahogado.
A veces la lengua es fuego.
Con ella vamos disfrazados.
La imagen
Allí caída
centro descentro
la sombra.
Pero detrás
de la tupida imagen
nadie.
Se sabe
lo invisible alimenta
destellos y oscuridad
en el cuerpo del hechizo.
Prefiere uno llorar.
Lo que queda del alba
El hombre recobra un sueño
de lo que queda del alba.
Sentado, permanece entre los restos
de lo que fue una cena.
Podríamos ver en este hecho
alguna consistencia, un gesto
por ejemplo, volvería grato el silencio,
una luminosidad en el abandono de la frente
haría cierto lo ignorado.
La posibilidad de existir desborda,
pero es ahí, en esa zona de permanencia,
donde transcurre todo: desolación, movimiento,
aroma, desencuentro, inmediatez.
Sucesos que ni siquiera la nada ignora.
Las cosas que vendrán y las que están,
por siempre, en la retina de algo eterno.
Diario de Madrid
Repentinamente deja de llover.
Afuera, oscuros seres retoman calles,
bares, discursos, melodías.
Desde la habitación, un hombre observa
cómo algunos pájaros abandonan los nidos
en busca de alimento para las crías.
Cierra, al escuchar el revoloteo agitado
contra los ventanales, un libro de poemas.
Después se levanta y calienta agua para el café.
En un poema, Carver habla de su padre
y de cómo es posible estar en dos lugares
al mismo tiempo. Eso le ocurre
cuando al cruzar hacia la habitación,
fugazmente, sobre la mesa, el retrato de ella
parece observarlo.
Está aquí, solo, y allá, en el pasado,
sentado a su lado, a la vera del río, sonriendo.
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