Algo de la poesía publicada recientemente en la Argentina.
sábado, 8 de abril de 2017
Javier Martínez Ramacciotti
Javier Martínez Ramacciotti (Córdoba), No me dejés solo, Hemisferio Derecho, Bahía Blanca, 2016.
La frágil impasibilidad de un ángel albino
Te escribo a vos
que soy yo
dentro de muchos años
en un gesto de optimismo desgarrador
de la tela del tiempo
nadie asegura que antes de terminar estas líneas
el mecanismo insensible de la inspiración
se vea súbitamente interrumpido
y sea consciente de un muro de Berlín levantándose
en algún punto de mis vías respiratorias
separando el adentro del afuera
hasta dividir finalmente mi cuerpo de la bola inercial
cayendo en un plano inclinado
también conocida como "vida".
Sé que cuando mirés hacia estas fechas
vas a sopesar los días y horas perdidas
vas a lamentar las oportunidades
que viste pasar al frente tuyo
con una impasibilidad que pivoteaba
sin animarse a ser desdén o indiferencia
mirando los surcos marcados en los que
tu piel se va plegando en un ejercicio anticipatorio
de su cierre definitivo
vas a imaginar que son bolsones entregados por la historia
y al abrirlos te vas a lamentar de hacerlo
porque de allí saldrá despedido sólo un vaho denso
con el olor horrible que tiene la biografía cuando se pudre
Sé que cuando abrás el archivo de la memoria
vas a querer borrarlo de inmediato
vas a caer en la trampa anacrónica
de detenerte puntillosamente en escenas de tu vida
para comentarlas como un crítico severo
señalando en un margen brumoso de la imagen que es
la intuición de la posibilidad de acaso el asomo
de la imagen que podría ser
Estás viejo y tenés miedo
es comprensible
la sombra del último día
cae sobre tus manos
y tiene la forma de una calculadora
y sentís la obligación de usarla
hacer sumas restas
y sacar resultados
Estás viejo tenés miedo
te entiendo
pero entendeme vos
antes de juzgarme
en el tribunal del recuento:
yo soy joven
sí
y también tengo miedo
al despertar
en el curso del día
a la noche
mientras duermo
soy joven
y tengo miedo
No sé si servirá esta carta
que si estás leyendo es esa carta
para que comprendás que no existe el tiempo
que la sombra del último día
coincide punto por punto
con la silueta del cuerpo que recibió el obstetra
y que fue el nuestro
Espero que al terminarla
la hagás un bollo arrugado como vos mismo
y si la escena nos favorece
afuera esté nevando
salgás como estés vestido
y te quedés quieto esperando que la nieve
te cubra hasta la cabeza
como si fueras un ángel albino
tocado por la gracia de dios
que como el tiempo
tampoco existe
y que
también como el tiempo
a veces nos confundimos
y creemos en él.
Ese temblor de ángel que casi casi no ves
A frankus.
"Año nuevo, y todo sigue tan viejo"
3Pecados
Soy yo de nuevo.
No puedo evitarlo
puedo pasar una tarde entera hablando con vos
y la sigo en mi cabeza cuando vuelvo en el trole
para después repetirla en las letras
una carta es la continuación de una charla por otros medios
como escribió un amigo:
toda conversación tiene su ángel
y esta noche el nuestro está temblando
amiga,
vos y yo sabemos
más ateos de lo que nos gustaría reconocernos
que no hay epílogo para una vida
no puede ni debe haberlo
pero quizá sea posible
hacer un último gesto
unas figuras en el vapor de una ventana
unos trazos en la arena con la punta de una rama
y que luego el viento decida
qué hacer con ellos
como siempre
como cada uno de nuestros días mortales.
Las explicaciones no vienen al caso.
Hace años que veo una tierra
sobre la que ya habito
y no es mejor ni peor.
Pero es otra.
Perdoná la digresión:
¿te conté que leí en Wikipedia
que en Islandia creen que los muertos
regresan en los sueños
para bautizar a los recién nacidos?
no me prestés atención
si aparezco jamás usés mi nombre
con tu descendencia
los nombres no son inocentes
y cargan una irreparable memoria.
Me niego a decirte chau o hasta luego.
Esto es sólo un ademán respondiendo a otro
desde orillas opuestas.
Y dejame que te diga una última cosa
mientras nuestro ángel se cubre con sus alas
sin poder evitar la helada que escarcha las plumas
y generan un sonido de cristales rompiéndose:
cómo quisiera tenerte a mi lado ahora
para que veás conmigo
ese satélite
que cruza diagonalmente
un cielo despejado sin estrellas
y cae
despacio
lento
con toda la seguridad y resolución del mundo
como si supiera desde siempre a donde está yendo
la inteligencia de las cosas que conocen desde el nacimiento
el lugar esperado de su caída.