Alberto Cisnero (La Matanza, 1975 / vive en Buenos Aires)
Akata mikuy, Buenos Aires, Barnacle, 2020.
1-
ahora voy a cantar mi propia canción, canalla
y popular.
mientras me dispongo a huir,
como un
viejo, a los recuerdos, como un aspirante
literario a
la poesía que vende en subasta pública
todo cuanto
le es vergonzoso y que cualquiera evitaría
escribir
hasta en la necrológica de un sucio amigo.
somos pocos.
nuestra vida es ruda. ¿si me apresto
a
descripciones realistas de los hechos?
pregunten en
manuales de estilo para eso.
o léanse la
recherche de nuevo. igual siempre voy
a preguntarme
si estará lloviendo en tu rancho,
si al librar
su secreto tu corazón al fin resistirá.
pero carezco
por completo de ideas, salvo
acerca de la
práctica, de una expresión personal,
una
identidad, un deseo estético heredero
de un
sectario que no hace negocios, ni compra
tierras ni
trafica con impuestos: con palabras,
infrascritos,
con palabras. fomentar la intranquilidad
y el
desorden. consigo y con los otros. y cada cual
a su pirca.
la primera vez distinguimos el inicio
de la noche
por cierta zozobra. y nada quedó
del mundo que
habíamos conocido. entonces
todo nos
parecía posible, todo se mostraba efímero.
quizá muy
próximo, quizá de mí.
2-
¿ya oscureció? ¿estás enfrente ahora?
¿dónde
estabas en los levantamientos del año uno
del siglo?
sentado junto a la ventana aprovecho
la última luz
del día para escoger un paisaje de juventud
que incluya
ventolera y flores sobre la maleza.
y digo con la
mano en el corazón que una palabra
no es la rama
de los chañares meciéndose, ni delatan
su presencia
perfume o color entre los cuatro
márgenes que
nos ocupan. siempre nos supimos
de afuera,
exiliados. negros con rito y todo.
escribir nos
resulta una vocación difícil, una ferocidad
práctica y
visible, demasiado lejana como para partir
hacia algún
lado o malignar un recuerdo. ¿por qué
escriben como
si la tierra girara? ¿ya nadie lee
a los poetas
del siglo de oro español?¿la llamada
distancia
crítica? no sé bien qué pasa acá, debajo
de la
cursiva. a través de la bruma de los años
llamamos amor
a tantas cosas: un accidente,
una herida o
un anhelo. crecen donde no hay nada
certero.
mutan sus formas, concluyen espacios.
10-
me canto a mí mismo. a lo que tengo de débil
e inadaptado.
es el cruce de los caminos, chicos.
en mi propio
beneficio y para el lucro de cualquier
otro. es
mejor guardar el debido silencio
cuando entra
a fallar una gracia. con frecuencia
podés
conseguirte otra. somos de la vieja estirpe,
de la más
dura alevosía. si algunos de nosotros,
alcohólicos y
penitentes, cae enfermo o tiene
problemas,
podemos llamarnos. desde nuestros
corazones
siempre nos estamos diciendo
bienvenido a
casa, estuve lejos demasiado
tiempo pero
regresé vivo. somos autores
de los hechos
sin ser sus cómplices.
acá se paga
en la puerta de salida.
14-
te quiero tanto y tanto. con lo mejor que hay en mí.
no con la
generosidad del afecto que me profesás.
se puede
vivir en cosas mejores que en un mundo
de ilusiones.
todos nosotros escribimos tonterías
por la noche.
dilapidamos hallazgos, destruimos
mobiliario,
conculcamos leyes. situados ya
los
infrascritos en la posición debida, procedemos
a
inmovilizarnos. y en ese momento, creemos
disponer de
bellas imágenes y un gusto selecto.
habrá quien
precise la ayuda de los síndicos
dedicados al
apoyo y manutención de literatos,
complacer a
un editor o incluso vender ejemplares
y propagar su
influencia en las jóvenes generaciones.
el traje que
me cubre guarda muchas salpicaduras.
alguna vez
también tuve una vida repleta
de
cuchitriles alquilados. por qué gratis,
sin becas,
subvenciones ni lauro.
porque puedo.
23-
si no trazaste bien tu melga, el pueblo queda lejos.
y eso es al
toque, perro. o decí gracias, decí adiós.
porque no vas
a lograr recuperar los poderes.
si tenés una
vida exenta de colisiones dignas
de mencionar
asegurate de estar lejos antes
que limpio y
adecentado. no te va a doler.
y doble clic.
o si ya no se te da la escritura,
poné
acápites, bastardillas, traducí (para los no
quichuistas),
hasta que florezca el verdor. levantá
un rancho y
abrí un pozo de balde. es muy triste
el envidiar.
meditá sobre la oportunidad histórica
del
comunismo. o las estacadas del mecenazgo.
yo me hice
invisible y esperé. acaso somos hombres
educados para
llevar siempre un libro bajo el sobaco.
29-
antes de qué palabras, rapsodo. como si dijésemos,
afuera avanza
la noche y dan ganas de tomar.
se despeña
con la velocidad de la luz, pronto
y muy lejos.
no dejará nada, excepto algo
de basura
adosada en lo recóndito de tu mente.
quizá
logremos recordar cuándo y cómo fue
el cimbrón.
antes de que nos entren a tapar
con
periódicos. escribir es una forma
como
cualquier otra de verificar
nuestra
debilidad.
30-
¿cuando era el turno dijiste lo tuyo, a campo abierto
y sin
domesticidad? ¿qué te impide intentarlo,
qué tú dices?
antes no será igual a después.
así son las
despedidas. y consuman las rentas
del erario
los cachorros ahogándose hasta el final
del papel,
esperando un piscolabis en el consulado.
la clase de
libros sobre los que te gusta limpiarte
los botines.
que ninguno se agravie. ¿no hacés rancho
con gente que
se declara tolerante, que piensa
desertar de
algún modo y no hace distingos
entre
providencia y tentación? en el cuerpo que yacés
no flotan
sucios manchones. lo único que aparece
en los
escaneos es que resolvés los altercados
con
violencia. ¿cuándo hubo lirismo en estas tierras?
32-
precedidos de vuestros seguidores, vengan
a contárnoslo
como si fuese para otros. el objeto
que designan
es antiguo. aunque es inútil que insistan.
pierden el
tiempo. las recomendaciones no les van
a servir de
nada. este lugar no fue hecho para ustedes.
eligen,
ocultan y disfrazan un pasatiempo
tan ordinario
como bailar o jugar a las cartas.
mientras la
luz prevalezca y hostigue, finjan
representar
un papel hasta el mismo momento
en que se
tornan el personaje apañado y entonces
la plumazón
ya no resultará impropia.
pero solemos
decir embustes y creerlos. la grave
sabiduría, la
pasmosa amenidad, la serena gracia
de saber
cuándo llevar divisa punzó y cuándo
quemarla,
perspicaces autores, sólo preceden
sustituciones
o coartadas. de haber conservado
tales hábitos
indumentarios y verbales, nos hubiésemos
divertido.
donde la sombra es propicia al diván
o a la
moderación, animales invertebrados
arrastran
ramitas más grandes que ellos.
33-
para nosotros eso no está muy lejos de la greda.
semeja a
dictar una carta o levantar una pirca.
entonces la
inquietud merma. y aspiramos
a la
condición de la maravillosa música. somos
desconocidos
que nos preparamos para tiempos
difíciles que
nunca tardan en llegar. y vimos venir
los golpes
entre el pedrerío que lanzamos.
no podríamos
reprocharnos nada pero tampoco
tenemos para
decirnos más. la tendencia disgregativa
de aquesta
secta. siempre vamos a estar en un recodo,
sin lograr
evocar coherentemente nuestro pasado,
a punto de
iniciar una nueva vida. capaces
de aprender
de memoria cualquier rapto, si alberga
un barranco
en su propia y minúscula dirección,
si evita
indicar al pie: es un poema, es una nevisca,
es un vaso.
escribir no nos ayudará a enmendar
la senda por
la cual hayamos optado ni el credo
que
aleguemos. cavamos como si fuésemos a hacer
un pozo para
un cuerpo querido. así escribimos
nuestras
cantigas, que no resultan acabadas
ni metódicas,
porque necesitamos una esperanza,
un propósito,
sentir que le importamos a alguien.
al final
diremos: te voy a llamar cuando pueda,
está todo bien. o: aquello fue nuestro hogar.
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