Cuando la muerte sorprendió a Fassbinder, Neuquén, Tanta Ceniza Editora, 2020.
To my brother Leo
Hermano, cómo pasan los días. Le contabas por teléfono
acerca del calor aquí en el sur a tu amigo de New York.
El sol, seis minutos más tarde que la mañana en que llegaste,
asoma y quema. Cuando la muerte sorprendió a Fassbinder, lo hizo
dentro de su casa. Pero su hogar fueron sus películas. Creía
que rodar sobre un tema absoluto, sin final, era la única
manera decente de vivir. El sol saldrá mañana siete
minutos más tarde. En el lugar en que estés habrá un refugio.
Kárhozat o La condena
El hombre conoce el filo del cuchillo que le raspa la cara
por el sonido espeso y gris. Cae la lluvia sobre el bar
y la mujer que canta dentro tiene el pelo húmedo.
Cada película del húngaro es una caja de música.
Los diálogos son innecesarios, pero en un momento
alguien dice: “todas las historias son de desintegración”.
El protagonista vacía la copa de un trago y yo me ahogo.
1996
Las imágenes visuales son de una verdad a veces vana.
La mesa de la biblioteca en la que leía por las tardes
era del color del vino tinto, pero el lugar olía a papel seco.
Y el hombre que olía como el barro entre los sauces del río
llegaba siempre hacia las tres. Se parecía a Werner Herzog,
quien afirmó alguna vez que los hechos no pueden dar la clase
de iluminación, el flash extático del que emerge la verdad.
La mesa de la biblioteca en la que leía por las tardes
era del color del vino tinto, pero el lugar olía a papel seco.
Y el hombre que olía como el barro entre los sauces del río
llegaba siempre hacia las tres. Se parecía a Werner Herzog,
quien afirmó alguna vez que los hechos no pueden dar la clase
de iluminación, el flash extático del que emerge la verdad.
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