Fabiana Jakubowicz (Buenos Aires, 1970)
Como un yuyo brota, Buenos Aires, Niña Pez Ediciones, 2020.
Camposanto
No
tuve tiempo de buscar un camposanto
para
Naranja. Muy rápido se descomponen los cuerpos.
La
vida urge. No tuve tiempo de cavar
en
las honduras. Confieso
la
puse en una bolsa negra de residuos,
brillaba
como un mármol. El camión de basura
era
un carro fúnebre, los muchachos recolectores
abejas
reinas, el motor una canción
de
despedida. La culpa es del tiempo Naranja
es
también el rayo que ataca a las nubes
a
las 5 y media de la tarde
y
las fulmina
Dejé
salir el aire
Dejé salir
el aire de un chorro
Cómo puede ser
que en aire se transforme
una roca
una ballena
un padre
un padre con los ojos secos
un padre con los ojos secos el último
día de su vida
Una llama alcanza al espinillo
y se enciende una hoguera
le ofrendamos
hojarasca y bueyes perdidos hablamos
la lengua del fuego:
payaso pelos locos mugre en las uñas
delantal descosido zapatos chuecos
como un juglar desprolijo chispea
incendia todo
todo destruye amansa el frio ahuyenta a
los leones
Naranja dulce ombligo nos gusta
partirla en ocho gajos con forma
de luna menguante. Nos sentamos
las dos a la mesa
el plato en el medio sorbemos
el jugo mordisqueamos la pulpa
y cuando ya no queda
nada raspamos con los dientes
la parte blanca de la cáscara
arrancamos
hasta lo último de lo que fue
una fruta la matamos y la revivimos
con ese simple ritual. Por eso te pido
cuando sea vieja y vengas a visitarme
traéme naranjas y sentáte
a comer conmigo. Y cuando me muera
mordé lo blanco de la cáscara.
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