Inés Rando (Buenos Aires, 1984)
Ser desierto, Buenos Aires, añosluz, 2020.
Botones
Si cierro y voy por un pasillo oscuro
hasta llegar a una puerta que conduce a un altillo
y en el altillo hay un baúl que abro en mi memoria
lo que encuentro, abuela, es esa caja de botones.
Y si me centro bien, recuerdo los colores.
Había unos verdes redondos con recovecos,
horribles en su esplendor,
otros dorados, chicos, transparentes, nacarados.
Lo lindo era dar vuelta la caja de una
sobre la cama
sobre el cobertor de flores
y empezar a separar los botones
¿Por tamaño? ¿Por color?
¿Cuánto tiempo podía estar haciendo eso, abuela?
Mientras, vos planchabas o cosías
y yo me probaba los dedales
y me imaginaba que mi dedo
era un caballero andante.
La aguja, su espada.
La caja siempre estaba ahí para quien quisiera abrirla.
Al igual que el cariño de la madre de mi madre.
Y los botones se convertían en un universo a la tarde
en esas épocas en las que solo entendía
que mamá y papá no se querían
y que yo era una chica más callada y ordenada que los demás.
Hoy vine al mercado de San Telmo en busca de botones.
En busca de pedacitos de pasado.
Quería decirte
que vine a refugiarme
entre ropa vieja y costureros y botones ajenos
porque la historia arrasa
y las voces son lo primero que se pierde,
los mates dulces y tibios.
Quería decirte que crecí tanto que ahora los tomo amargos
–como la vida, dirás–
y más bien calientes.
Que vine acá porque es tan poco el amor
que la carencia se va comiendo todo.
Sigo siendo más callada que los demás.
Sigo callándome cosas, queriendo de más para adentro.
Y no puedo evitar acordarme, abuela, cuando dijiste
que te caía mejor mi hermana
porque ella era graciosa y hablaba mucho
y yo no te contesté porque era callada
pero observaba todo
y esa fue la primera vez
que no supieron leerme
que me rompieron el corazón
eligiendo a otra.
Sicaria
There is no one here
but words
Robert Creeley
He construido un amante en palabras
porque con ellas
puedo moldearlo a mi gusto
y con ellas puedo también deshacerlo
lastimarlo
guardarlo en un cajón
hasta que no respire
Mantra
Él no soy yo.
Él no soy yo.
Él no soy yo,
me repito como un mantra
para soltarle la mano
y dejarlo que descubra la crecida del río
que investigue las piedras
que tome el sol
pero que lo tome con las palmas de las manos
que lo sienta
que descubra el amarillo
el calor
que va a quemarlo para siempre.
Él no soy yo
y dejarlo ir
en el río
en la crecida
en las piedras
como las cosas que se van
pero conservan su belleza al alejarse.
Ser desierto
Los granos de arena se acomodan a capricho
y el paisaje parece diferente
pero siempre árido
quisiera ser un tigre y cambiar mi pelaje
o ser desierto
ser arena blanda
que cambia con cada rumbo del viento
ser siempre paisaje amarillo
que no ofrece nada
excepto por la sed
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