viernes, 18 de noviembre de 2016

Bárbara Alí



Bárbara Alí (Buenos Aires), La mancha de los días, Qué diría Victor Hugo?, Buenos Aires, 2016.

























Eso que ves ahí
ovalada, imperfecta
sucia
es la mancha
que fueron dejando
los días.
Sucede por acumulación:
cuando la materia
no encuentra lugar
se deposita sobre sí
capa sobre capa
se tapa
a sí misma
¿Se va tachando?
¿A fuerza de negación
se acrecienta
la oscuridad?
¿No nacieron así
la piedra y la montaña
por repetición
de lo mismo?
Y si la piedra
pesara demasiado
ya no podría
moverse.
Aplastaría las raíces.
Correrían riesgo
las flores.
¿Quedaría allí
algo más que el recuerdo
de lo que quiso crecer
sin saber
cómo?












Habría que empezar
a contar todo de nuevo:
justo cuando querés
hablar de una habitación
en forma de pecera
de tu boca haciendo fuerza
para abrirse, la mandíbula
trabada, los dientes apretados
el gesto de defensa
condensado en los ojos
aparecen las antenas
de los edificios más altos
los cables cruzando el cielo
como un arañazo negro
sobre el cielo azul.
Es que siempre el cielo
fue un lugar de huida
cuando la tierra
empezaba a agrietarse.
No es casualidad
que mires el cielo
es el lugar
del deseo.












Dicen que hay que desear
cuando la estrella fugaz
está cayendo
quizás porque
el espacio vacío
que deja lo que se va
es lo que más tarde
podría poblarse.












A quién preguntarle
qué falló
la nieve también ensucia
con su frialdad
deja una aureola oscura
sobre el nombre.
Olvidaste tu libertad
como se olvidan
las paredes de una casa
que te separan
del afuera
¿cómo reconstruir
ahora el armazón
de tus huesos
si están desparramados
bajo una tierra
de silencio?
Debajo del silencio
estás vos
tapada por la sombra
del pájaro
que te lleva.
¿No es la sombra
que proyecta el ave
en el suelo
una prueba
de su culpabilidad?













Hoy la mancha
es esa nube en la memoria
que se interpone
entre una palabra
y su significado.
Hoy querés regresar
al principio del camino
no para volver a recorrerlo
sino para saber
el color y tamaño de las piedras
que pisaste un día
Siempre saber
se vuelve un movimiento
en reversa.