martes, 6 de julio de 2021

Horacio Maez

 

Horacio Maez
(Buenos Aires, 1969 / vive en Ituzaingó)

Pequeños rastros que se alejan, Buenos Aires, Kintsugi, 2021.



















Sólo su índice apoya, baja

 

y suave, el arco frota.

Sigue el movimiento

que las piernas acompañan,

es un adagio de frases cortas

 

unos segundos y ahora

 

el arco abandona las cuerdas, abre

un silencio de últimas notas

pequeños rastros que se alejan.

 

 

 

 

 

 

 

 

Tensa una cuerda para afinarla

 

es una búsqueda en el caos,

me dice Raúl, es ir al temple

donde dos o más notas

suenen nítidas, una sola voz

un sonido primordial que desmienta

lo confuso, un acto de realización.

 

 

 

 

 

 

 

 

Apoyo la tabla y veo

 

la veta que se ofrece.

Estiro el barniz a favor

haciendo que la mano

se aleje del cuerpo

obligando a proteger

para ver mejor, para que muestre

cada detalle, cada instante sano de alerce,

equilibrio del tiempo pasado.

 

 

 

 

 

 

 

 

Se dio así, apareció en el manto de la Virgen

 

un penacho largo, tres pétalos blancos

que delgados y frágiles soportaron la lluvia

y hoy buscan pacientes el sol que les dé abrigo

mientras voy a buscar el barniz, la capa protectora

que cuide este chelo sin callarlo.

Este chelo que se lleva de mí, no sólo horas.

 

 

 

 

 

 

 

 

Las notas menos brillantes

 

no se imponen, vuelan sueltas

dejan que la voz se apoye

sin exigirle nada. Entonces,

toca y canta, agua del río viejo

llevate pronto este llanto lejos.

 

¿Lo ves?, me dice Celina,

de tan unidas parecen

un solo movimiento, simulan cerrarse

y es cuando hay que dejarlas ir

abandonarlas a su fragilidad.