martes, 28 de enero de 2014

Alberto Cisnero



Alberto Cisnero (La Matanza, pcia. de Buenos Aires), Adiós y hasta pronto, Dio Fetente, 2013.

Disponible en línea en: Adiós y hasta pronto.













7

Aquí nos despedimos y replegados
para evitar la luz, para demandar
silencio al redondo horizonte
de agua, a la línea verde y tensa
del horizonte, absortos en su danza,
aquí nos despedimos. Beinaventurado
quien te nombre.






17

Algo muy pequeño y sencillo
sobre la superficie ennegrecida
del agua, haciéndose más y más
leve, como si eso significara
algo, un fingidísimo cambio
en la cualidad de la luz. Un instante
para que alguien lo reproduzca.
¿Te acucia el hallazgo, Anica?






 21

Bajo la llovizna helada dejo
que el agua benigna me cegue,
no me conciernen ni me alcanzan
las luces multiplicadas en el río,
lo que me dé por estorbarme
en la boca; incierto como un ebrio
lo guardo para mí.
















María Lyda Canoso





María Lyda Canoso (Casilda/Buenos Aires), abajo de abajo, Imaginante, 2013.











 




no    no voy a Comala

astros giratorios me dicen que no avance en la
    noche
el mismo camino que sube para entrar sube para
    salir     dice el texto sagrado
no    no me preguntes por qué Comala y por
    qué ese camino que no conozco



sé de domingos de la muerte y sábados de agonía
    de gran iglesia y calles diagonales
    abandonadas como cementerios    casas
    panteones    escapularios    sudarios
    semanarios    falsarios    dromedarios    arios
 

de los olores el más fuerte que puedas imaginar si
     estás en una habitación con un mapa en la
     pared que parece el planisferio universal y
    entonces tratás de ubicar esas islas a las que te
    quisieras fugar    pero no    no aparecen    islas
    de fuga    porque el planisferio se ha hecho de
    agua que drena en alguna parte y no    no no
    no voy a ese lugar donde sucede el descontrol
    de las aguas corrientes en una terminal que
    parece el planisferio que está en una pared
    donde confluye el plano horizontal con el plano
    vertical

 
de los colores el que se ve borroso como rosado
    pero gris pero ocre pero    pero no me digas
    que    pero no


del sonido ni hablo porque no suena ni zumba ni
     chirría ni ladra ni menos de todo la palabra

 
casi no voy
           a Comala
                        ni iré

 
salvo que la tierra y el pasto y la luna y la nube
     que pasa y la calle y ese árbol que está pintado
     en el telón
 

     y yo
-Y yo
                         y yo










Fernando G. Toledo





Fernando G. Toledo (Mendoza), Mortal en la noche, Alción, 2013.











Gesto en el universo

La abundancia sideral del mundo allá afuera
No parece bastarme por sí misma: busco
Entre toda esa madeja algo que volcar
En un poema.
Pero un perro se hace oír a lo lejos
Resolviendo antes que yo sus asuntos,
Y pienso en esto que ahora
Voy a poner por escrito:
Un ladrido como un acto reflejo
Contra algo que se mueve en la noche.  





Mortal en la noche

Palpo el hueco que dejó mi cráneo en la almohada
Sin esperanzas de hallar algo especial.
Las horas de insomnio no han madurado
Ningún fruto que merezca la cosecha.
El espejo de enfrente no me alcanza. Noto
Que ni siquiera al respirar hago ruido
Y no hay rastros de sudor sobre las sábanas.
Si he estado, aunque no lo sepa,
Ensayando para morir mejor
Es obvio
Que aprendo rápido.
Sin embargo afuera el mundo,
La época y las supersticiones más altas
Trazan un laberinto que no será
Sencillo resolver. Todo lo que sé
(Un bulto humilde
En el guardarropas de lo real)
La tiene a mi ignorancia sin cuidado.
Pero es un cierto lujo que aún resista,
Incluso en este cuarto donde la Tierra no gira
Y ponga el cuerpo en cada escaramuza:
El cuerpo que ya
Igual doy –no sin pena– por perdido.