sábado, 16 de julio de 2016

Marcos Silber


Marcos Silber (CABA), Desembarcos, El Mono Armado, Buenos Aires, 2016.


Colaboración de Mariel Monente.


















Situación de calle
 
La perra lame la cara
(del dormido o muerto).
Muy lejos se oye todo lo cercano.
Nadie lo requiere
(al muerto o dormido).
Nadie lo espera.
No se sabe no se sabrá
cómo se llama o llamó.
Y sólo porque fue niño y tuvo sueños
busco entre su oscuro traperío
(visten de negro los pordioseros, vio?).
Busco, decía, su nombre, pero vaya a saberse...
Al menos para avisar a nadie
en que habitación del poema
una vela alumbrará
el impalpable nombre de él.












Cosas/Cositas 

Se van a quedar así, eternas en estante biblioteca
como desde un mirador a la nada?
(No se hagan las distraídas). Saben que
en la noche de algún día, la recaudadora de vida
va a llegar, me bajará del elenco
y cargará hasta el hoyo final.
Pan para la boca del recuerdo, cosas y cositas
(no se hagan las distraídas) lejanas, impasibles,
oyen el negro golpe de la llamada, y van a quedarse?
Así, muerto de aburrimiento el acero virgen
de cuchillos decorativos?
Así, el tiburón de jade que sueña
con la ballenita de los ojos de almendra?
Así, el trofeo- deportivo-
de cuando mi topadora corporal iba, sólo iba?
Así, las pipas de los humos que el viento se llevó?
La cajita -madera raíz de árbol memorioso-
guardiana del rizo dorado de?...
Así, la torrecita biznieta de la abuela Eiffel?
Cosas y cositas (no se hagan las distraídas)
se van a quedar así, sin una queja, un alboroto
de resistencia, un corte de ruta?
Así, desertoras, mirando para otro lado?
Y usted, Don Fernando Pessoa –mudado a retrato–
(marco de plata, qué menos).
Es posible, pregunto, ni una arruga de ceja suya,
ni un guiño para este pagano?
Este yo que lo veneró, este devoto de cada otro suyo.
Usted también Don Fernando?
Usted también?












Teoría y solfeo

Quise tocarla en clave del mayor sol
pero ella –experta en fugas–
saltó las alambradas del pentagrama y voló.
Quise con abordaje de terciopelo
atender la sed y el hambre de su carnalidad
pero ella –atrapada en un claro de luna–
presentó la espalda y voló.
Quise afinar, poner de acuerdo tono   ritmo   color
pero sus cuerdas viajaban otras latitudes
y de los vientos mejor no hablar.
Recuerdo, sí, y cómo
los truenos degolladores de la noche
que disparaba el timbal que Dios sabe
quien puso en escena;
y la sábana negra también que –siempre dije–
no presagia nada bueno.
Cierto, real y arde el "se mira y no se toca"
de la querida, así, de cara a la nada;
a cincuenta centímetros de mí,
a cien kilómetros, a un siglo de mí.
Nada más resta cruzarme de vereda
y bajo bajito ponerme a silbar.












La estrella amarilla
                                               (1940)

Bajó de un negro cielo
el cuco del capote negro;
asaltó el patio de antes
y de un siempre para siempre
me asustó el juego la vida me asustó.
Fue  la vez de la manga de langostas
que  puso duelo en la tarde
y el hombre, ese, del capote negro
prendió en mi camisita la estrella amarilla.
No me abandona.
Nunca me abandonó.

Recuerdo la carrera: "al refugio, al refugio”,
grité, al abajo de la mesa del comedor;
donde la demonia me alcanzó;
claro, vivía de eso la estrella, de matar.
Me comía el ir y venir el aquí y allá.
No me abandona.
Nunca me abandonó.

De un cielo enfermo descendió
el fantasma ese, del capote negro.
Los crayones pintan primitos
arrastrados después con borrador de fuego
hasta nadie hasta nada.
Cada cual atendió su ronda de cenizas
con estrella amarilla cada cual.
No me abandona.
Nunca me abandonó.

De un cielo de colmillos negros
cayó el espectro, ese, del capote negro.
Eterna de día eterna de noche
a los gritos se andaba la delatora estrella:
no se deja de oír: "otro más, aquí, aquí".
No me abandona.
Nunca me abandonó.

De un cielo de hielos
llegó el de capote negro.
La estrella que me decoró
anclada en mi total, avisó avisa:
"al horno con este también".
No va soñada. Fue. Es estrella y aún.
En el todo tiempo de alguna hora
–cada día– me lleva hasta la casa de las duchas.
La vi. La veo, carga juguetes, zapatitos, miedos.
Le rompe el cuello al sueño la amarilla,
lo desbarata, lo ciega,
no se aleja no se apaga.
Estuvo. Es. Está.
No me abandona.
Nunca me abandonó.