domingo, 12 de julio de 2015

Rubén Devoto




Rubén Devoto, Y en la noche giralunas, Vinciguerra, Buenos Aires, 2014.























Pertenecer I

Tan lejos, 
en una plaza de Toulouse 
recordé el día en que mi padre 
me llevó a conocer la tapera 
–que fue casa
donde vivió de niño.
Allí, 
al bajar del auto vi 
cómo la felicidad le metía, 
a mi padre, toda la mano 
adentro. 
Sentir pertenecer no es evitable; 
colma el dedal sorprendido del instante 
y en ocasiones lo rebosa 
mojándonos los pies.








Pertenecer II

Se tocó con el dedo. 
Se apoyó en la nariz la yema 
húmeda.
Allí estaba el olor de su hombre, 
en la entrepierna 
y en el dedo. 
Y se sintió suya, 
sin amarras, 
desesperadamente. 
Para sentir pertenecer 
basta con un instante, 
es como un lanzazo inesperado 
que nos enajena a alguien, 
es un sentir tan inevitable 
como un bostezo 
como ese olor 
o el halo inconfundible del recuerdo que vino 
nos rozó y se fue.