miércoles, 1 de febrero de 2017

Ignacio Di Tullio




Ignacio Di Tullio (CABA), Famiglia, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2016.

















REPUBBLICA ITALIANA
Passaporto per l' estero
7 Genn. 1950

El padre de mi padre me mira fijo desde la fotografía
Manovale, cruzó el océano
capaz de arrancar orejas con los dientes.
Quiso desgarrar, fornicar, comer tierra
nunca aprendió a hablar.
Sé de las trompadas en las orejas
y ahora a mi padre le falta oído
para algunas preguntas.
¿Cómo será vivir en la fotografía, descargando golpes en la cabeza?
Yo debería poder decir nonno
Mi padre, hablar de vos.
Tiene tu nombre empozado en una mano.
Cada vez que lográs escapar de las fotos
la cierra.






Mi padre elige frutas en el mercado

Mi padre elige frutas en el mercado.
Detiene el coche camino al trabajo
para bajar a tocarlas.
Desoye las recomendaciones del vendedor:
sus manos sabias bien educadas
prescinden de consejos
saben que se someten a una cuestión moral.
Presiona con los dedos la piel de un durazno
verifica la blandura de su carne.
Después pesa una pera en el hueco de su palma.
Con la otra mano envuelve una ciruela
y se adueña del mundo.
También su padre elegía las frutas camino al trabajo.
Entraba con mi padre y sin decir palabra
sostenía una fruta en cada mano
lo educaba en el ejercicio de la duda.
Era una escolástica muda y presencial.
Las frutas maduras siempre son las más dulces:
Ahora es mi padre quien deja caer el proverbio.
No me mira al hablar. Piensa en voz alta
y espera que lo tome
si quiero.






La nuez

Casi al ras del suelo
todos los hombres que yo no era
miraban tu nuez subir y bajar
a cada trago.
Cuando me alzabas en brazos
estudiaba el recorrido del hueso irregular
que sobresalía de tu garganta
como de la piel de un reptil.
Atrapaba la nuez con el índice y el pulgar
y me entretenía obstruyendo su trayecto
hasta que te atragantaras de risa.
Creía que el hueso
cabía en el hueco de una mano.
Soñaba que un golpe podía partir ese fruto
y en su interior, la lágrima seca que duerme
en el corazón de los duraznos.






Preguntas

¿Quién es este hombre cuando me descubro en su sombra?
Anoche entró por la ventana y parado detrás de mí
otea lo que escribo.
¿Qué vino a buscar a este suburbio?
Camina encorvado como sus antepasados
dice que llegó niño en un barco
que rehusó a ser un tonto y trabajó
y trabajó para escapar del gusano del hambre.
Cuando le tocó cortar el bacalao se creyó inmortal.
Lo vi con mis ojos arreglar cosas
sin sacarse el cigarrillo de la boca.
Nunca le retaceó cara a mi beso, pero hoy me mira
como si le hubiese faltado tiempo.
¿Por qué?
Me visita de viejo blando. Somos
como animales de distinta especie.
¿Quién es?
¿Qué quiere?