viernes, 7 de julio de 2017

Silvia Rodríguez Ares



Silvia Rodríguez Ares (Mar del Plata / CABA), Mujeres que se van, El ojo del mármol, Buenos Aires, 2017.





















maizal

1

di, por el amor,
lo que no puede mirarse
ni una vez
sin convertirse en leño

la lluvia fina
mancha mis oídos con la luz de un tigre
que murió
de cinco flores en la lengua
pilagá

guadaña fresca en el maizal
de mi cabello
derramado y a tus pies
te abrazo

sale el sol

mis botas se desangran
ante tus ojos fríos


2

después de verte,
a las cinco,
muerdo unas semillas
y camino de regreso a casa

dos mil kilómetros de sed parecen pocos
en el juego
de las almas que se miran
me detengo y bajo el muelle:

hay un sol enorme
lavándose los ojos en el río


3

es tuyo, el río

podemos navegar cuando los sauces vuelvan
a tocar mis manos

ahora hoy mañana tarde
–sabés cuánto me gusta el río–

si no lo hacemos estaré muy triste
un día un árbol
una piedra una galaxia
el gesto idiota en una foto

será sólo un momento
de flaqueza

después diré
que bueno

que era lo mejor
para los dos












Adiós Rubia*

y no es que la belleza
se parezca al desconsuelo

es sólo que me voy
que ya me fui
cuando tu mano
toca mi perfume

no puedo desvestirme
sin saber ni recordar
antes
si aún existo

prestame tu manera
de mirar a las mujeres que se van
flotando por el río

quizás humedecidas de pudor
placer anís
esperma
o de venganza

por ser tan rubias

(hechizo de la Luna en Casa VIII
dulzura en el cristal del miedo)

hambrientas
y salvajes


* Verso de la poeta francesa Valentine Penrose.












ciervo

cuando el ciervo
se devora mi cabello rojo
crecen las espinas
en la rosa abierta

entonces
la cigarra vuelve
a sumergirse dentro
de una transparencia
que lo abarca todo

el cielo es un lugar lejano
decís con ruido de papel
de barrilete

tus dedos desovillan hilos
de planetas que no tienen rumbo
de galaxias que se mueven
sólo
para mí

yo estoy sentada
y si me extiendo por el aire
puedo ser la madre
que Perséfone perdió

¿cuántas primaveras
matará este otoño
si no dejo el sol
desnudo
entre la hierba?

¿cuál es la primera
flor
que te alumbró el camino?

¿qué nombre tiene el ángel
que te trajo aquí?

¿por qué tus manos
se parecen tanto a un ciervo?