lunes, 13 de enero de 2014

Rubén Valle




Rubén Valle (Mendoza), Grietas para huir, Libros de piedra infinita, col. El desaguadero, 2013.

Edición digital para leer online o descargar: Grietas para huir.





                                







                                              A Luis Alberto Spinetta




Mirame verte
Leeme este silencio
que te invoca
Llorate así te río.







Donde estuvo el jardín
renace otro jardín
La tierra hizo las paces
con las alimañas
Y una magnolia certifica
el pacto con el cerezo
de testigo involuntario
Todos esperan que la lluvia
colme las copas vacías
El rayo desespera
     por alumbrar
esa vida que late
como corazón hecho
a mano.







Ombligo
tu aljibe
ese ojo de oso
arañando la piel
de la muerte
Aljibe
tu ombligo
tu oso en el ojal
la piel de araña
que muere
que cose
la herida
en punto arroz.







Alejandro Crotto




Alejandro Crotto (Buenos Aires), Chesterton, Bajo la luna, 2013.

















Cuerpo

Belén, casa del pan. Pasa la noche.

Son de noche los huecos en la pared de piedra
mirando en el vacío de la noche.
Y son ojos callados mientras pasa la noche.


Belén, casa del pan. 
Un llanto, una mujer abierta. 


Pasa la noche. Pasa
por el cuerpo del asno,
por el cuerpo del buey, echados en la paja,
por la bruma caliente que respiran
mientras pasa un segundo
y después otro
y otro
por sus ojos abiertos que reflejan
un llanto que se calma
cuerpo a cuerpo.


Belén del cielo despejado y frío.
Belén del asno santo.


Belén, casa del pan, el trigo roto, el agua.
Casa del pan, Belén, la harina, el fuego,
la pura levadura: una mujer, la rosa repentina
de su risa en la noche, cuerpo a cuerpo, 
la risa de su carne.


Pupila que titila,
pupila vulnerable que titila
mientras pasa la noche, 
casa del pan,
Belén.








La alegría



El mar trepó a la orilla dando tallos y troncos,
la rama que se estira con sus peras sembradas de perales
pero también buscando nuevas frutas
y flores, como el huevo del pez sus golondrinas.


Como, amándose y pudriéndose,
las antiguas musarañas sacaron de sus entrañas
dromedarios, elefantes de trompas extravagantes,
delfines. Como la extraña marea
que nuevas formas tantea 
va forjando en el deseo
lentamente a lo largo de siglos 
manos, aletas, la cola del vívido pavo real,
la oreja del conejo, el renacuajo
que se hace rana y mañana
va a poner nuevos huevos,
uvas rojas,
el abrojo,
el ojo del león,
de la libélula,
lo que en el árbol ciegamente
tuerce las ramas a la luz;
sus hojas de sed femenina,
la sápida, lívida savia,
tu sangre con sales de mar.










Nelly González



Nelly González (Mendoza/Chubut), Aparecer extraño, Ediciones de la Casa, 2013.















II

madre ella me ató a su grillo y no aceptaba me suelte
llamóme un día por ajenidad de nombre cualquier
y chinita me bautizó otra vez
los otros igual lo hicieron y peor
día aquel fue que pensé
ya no más arrastrar los huesos le dije
ya no más cenizas grité
mi lloriqueo de huahua ya no se oye por las noches

ofrezco mi cara
ofrezco mi lomo que se va endureciendo
para calmar histerias señoriles
te aviso chei manda/
ya no seré más fiel
no daré mi vida
no cuidaré tu botín
no regaré tus viñedos
no alimentaré tus animales
no domesticaré a tu cría que abandonas por horas



(4)

soy un (vestigio de hembra)
vestido olvidado en la soga
meciéndose por error
por terror

(menciono terror para no mearme/
pues no es fácil usar vestido)

no imagino el día de ella
sin movimiento
sin voz
(ella viene o va?)
sin pájaros que no llegan a cantar
sin voces opulentas
ella estuvo una noche amando el papel es testigo




(7)

mi ella y yo atadas
a un cordón de género umbilical
que nos desata nos ataca
mi mano escribe
entre mis piernas versos ahogados
sexo él encubriendo
él (mi) sexo se priva de ser mi no sexo
mi ella no es luna