lunes, 16 de noviembre de 2015

Facundo D'Onofrio



Facundo D'Onofrio (CABA), Cada pliegue del cielo, El Ojo del Mármol, Buenos Aires, 2015.

















5

Nunca pensé que el frío
diera tanta dicha.
Un abrazo de invierno puede más
que todo el verano.
El calor es un misterio entre dos personas.


Las plantas no pueden mentir
ni decir la sombra
sin embargo nosotros
no sabemos lo que ocurre
entre ellas y el mundo.


Pienso en cómo se ablanda
un corazón congelado.
Es como robarle un suceso
al pasado y darle
un sentido que no existe.










8


La ciudad es una montaña
de tierra accidentada.
Es un mamotreto
con andamios herrumbrados.


¿No es acaso mejor
la selva
de los cuerpos como son?


Con su gracia primitiva
y su comodidad despojada
de valores intrusos
y de interpretaciones sin piel
que nada dicen
y nada saben
de lo verdadero.











11


Un desierto
o un durazno.
El juego consistía
en elegir.


Nunca elegí el desierto
porque sospechaba
que no podías dármelo.


En cambio el durazno,
el arenoso durazno
era el consuelo
del atardecer.