jueves, 21 de julio de 2016

Juan Cristóbal Miranda



Juan Cristóbal Miranda (CABA), Devoción y proteínas, El Ojo del Mármol, Buenos Aires, 2016.























Exterior           Maceta          Día

El paso del tiempo nos distrae
pero la humedad nos sienta bien
somos un clan perdido
estancado en el barro
el último eslabón de la cadena
recolectando brotes, excremento
levantando piedras
el terror de los escarabajos
invadiendo nuestros días
como un débil combustible
y por las noches
la mayor reza plegarias
el del medio barre las hojas
la menor
solo imagina otros paisajes
recorrer los límites
bajo la caída del sol
nunca fue una tarea fácil
pero la intención no es escapar
sino extinguirnos
convertirnos en pequeños arqueólogos
de esa extraña especie
que en la radio llaman terrícolas
y que viajan en antiguas naves nodrizas
con forma de casa.












Cítrica

Está fría y me mira piadosa
despliega su colorida quietud
frente a mis ojos atentos
seduce con su postura
de liebre huérfana
y se eriza
al contacto de mi mano
ya casi abierta
dócil
la mandarina.











Aguanieve

Es una nieve muy fina
apenas si se llega a ver
en algunos momentos del día
cuando el sol se esconde
del otro lado del continente
cae despacio
lenta, como una exhalación
un murmullo lejano
lo poco que nos queda de tiempo
deslizándose
acumulándose capa por capa
sobre nuestra superficie
primero el pelo
erizado por pequeñas chispas
después los ojos
que ya no resisten al blanco
más tarde la boca, las manos, el ombligo
así se va delineando el paisaje
en una lenta geografía
la piel fría y tirante
como un manto subterráneo
abrigando figuras de hielo. 












Cruzada

Abandonamos mansamente la ciudad
llevamos nuestro propio alimento
hacia el límite del sol
pero de pronto
la oscuridad se nos dispara
como una catástrofe
esa araña que teje
la amargura de la noche
en que juntos descubrimos
que amor y miedo son lo mismo
y nada más
un enorme y misterioso bosque
que no se deja atravesar.