miércoles, 9 de septiembre de 2015

Cristian Riccieri




Cristian Riccieri (Buenos Aires), La pata de un pajarito, Huesos de Jibia, Buenos Aires, 2014. 

Colaboración de Jorge Santkovsky.







 














Los días han desmayado,

ha llegado el tiempo
de que los ojos vuelvan
la espalda al mundo.
Viajo a través del silencio
que ignora la palabra.
He olvidado algo,
he devorado algo dentro de mí
que me lo impide.




 










Niños-monstruos

Hacer un poema de la infancia
no es ordenar una palabra acá
y otra allá, es haberse destacado
en la galería de terror del barrio,
declarar un amor ante el círculo sarcástico,
es haber puesto el cuerpo y el alma que no espira,
es haber sufrido la complicidad de mediocres e idiotas,
es haber notado que se escapa la tortuga con tu nombre
ante la disciplinada fila escolar.
Encantadores niños-monstruos,
tan condenados, tan abominables
que la muerte muere en ella misma
para no trabajar con ellos.

 














Volví al antiguo rito:

Junté las palmas de mis manos
y las ahuequé tratando de formar una cueva.
En el espacio que distaba entre ambas,
apoyé mi oreja y escuché grabaciones
incesantes del mar escaparse de mis manos.