lunes, 7 de diciembre de 2015

Mario Arteca



Mario Arteca (La Plata, Buenos Aires), Noticias de la belle époque, Club Hem, La Plata, 2015.



















Noticias de la belle époque

Donde se cierra una puerta no siempre
se abre otra. Estos axiomas nunca funcionan
con certeza, pero cierta gente termina
haciéndoles caso. Anotan la doble oración
en una libreta, repasan la amenaza, absorben
la alegría de mostrarse fuera de límites.
En verdad, se trataba de un portón mal cerrado
un viejo garaje desde donde aún puede
olerse la densidad de un grupo de jóvenes
en su intento de darle nombre a una banda
de rock. El mundo se parecía y mucho
a este vapor caliente que atraviesa la ciudad;
los árboles apenas recortados por una bruma
venida de antiguos canales de riego, y donde
las estructuras parecieran formas ebrias,
ahora dispuestas como cáscaras de edificios
a medio deshacer, tras el choque entre
la imagen de la nueva fundación y la raíz
cuadrada de la antigua modernidad. Alguna
vez, la idea de usurpación pareció una fuente
propicia de materia prima, y por eso mismo
un grupo de talentos en vía de desarrollo
pertenece a un hormiguero que no se somete
a ninguna ley ni se deja planificar, y así
volverán a triunfar sobre una humanidad
oscura, e impenetrable. Los cambios
llegaron demasiado rápido. Ya los vecinos
no preguntan por la contaminación sonora,
y siquiera se muestran interesados
por los horarios de ensayo. Plantado
el fresno, ya sobrepasó el garaje; ahora
es sencillo pasar una aguja por un camello,
mientras el desierto interrumpe cualquier
trabajo esclavo. Pensabas que un árbol
jamás crecería a tu ritmo. No hay asunto
que no pueda sobrestimarse. Bien, los poemas
siempre vienen de otro mundo, y nadie
está preparado para ignorarlos, como si
amasáramos un sonido mixto, una estación
perenne, la puesta a punto de un instrumento
cuya sensación participa del abandono
repentino. Cerrá la puerta, porque todo cambió.
Las iglesias dieron un vuelco, y ahora son
depósitos de aire fresco. Los garajes
fueron arrancados de una lista de nombres
propios. Ya nadie toca música en ellos.
Mi respiración, y el aire que se fuga,
no parten de la misma novedad.















Estamos en una edad donde la memoria pierde terreno 
contra ciertos objetos cotidianos

No suponía una empresa imposible: enseñar
el paraguas, y sostener la inercia de abrirlo.
Dos movimientos: uno, de izquierda a derecha,
símil parabrisas de tela de avión, procedencia
china, pronto a pasar a manos ajenas después
de un seguro y muy anunciado descuido.
Lo de siempre, la cabeza en tu cuerpo
y la realidad fuera de él. El otro gesto,
de arriba hacia abajo, interviene desde
un código referido a coordenadas
de un portaviones yanqui, época dorada
donde los sábados a la tarde el consumo
de films era proporcional al calor de una
frazada con que nos envolvíamos alrededor
de la mesa de la cocina, un refugio cuyo
antecedente nadie se atreve a remontar.
Y mirábamos películas. En otra vida,
estos Arteca fueron manada de carpinchos,
o bien simples noticias donde anunciaran
la matanza de 25 jabalíes, vertidos más tarde
al escabeche. Comida rápida para seres ávidos.
Comida y negación por la ausencia de espacio
en un frasco macerado al escabeche.
¿Qué clase de principios regían tu vigilancia? 
¿Y qué significa esa pregunta cuando responder
lleva el peso específico del propio sintagma?
No me fugo de la discusión por temor a recibir
descargas por la espalda. Es ley no escrita.
No ocurrió nada, querido zángano, mi apreciado
bacilo de Koch, y nada, nada ocurrió; serás
como aquellas criaturas que abandonan
el período de prueba. En otra vida, estos
Arteca serán frasquitos elaborados por fábricas
recuperadas de embutidos, o carne de selección.
Pero ¿quién asegura que una nueva existencia
fuese todo lo consciente y orgánica como
la nuestra? Tal vez, seamos esos paraguas
a los que intentamos darle cierto lenguaje.
Hablemos por ellos, igual que traductores
de objetos. En fin, la mera expresión
de un presente. Pero darle voz a los que
no la tienen, y el paso de un polo a otro,
¿no era por definición la línea de llegada?