sábado, 7 de noviembre de 2015

Silvia Mellado




Silvia Mellado (Neuquén), Pantano seco, Ediciones con doble zeta, Neuquén, 2015.






















no conocemos el mar a menos que hagamos cientos miles de kilómetros
a quién le importa el mar
si hace millones de años este pueblo era una playa
y nada cambia demasiado pues sigue siendo
el doble de una ribera
un lugar
que propende
al espejismo












y los que van al mar
vuelven al bar
antes
que a la casa materna
el cráter de la lengua y de la leche
ese puerto de capitanes de navíos sin agua
cantina de narradores olvidados
por el mercado
poetas canonizados por el porro y el vino barato
borrachos
buscadores del arca en pleno desierto

este, de cierto,
que no se inunda más que de sequía
y de palabra












las de su misma clase la culparon 
cuando ahogó al niño en la letrina 
y es que donde nacimos 
nunca hubo un mísero azulejo art nouveau

por eso tampoco tenemos caché para matar recién nacidos

pero fijesé que lo mismo nos ordeñan nos miden los fluidos
                                       [es por eso del líquido que nos leen

y siempre hay 
un flujo una agüita 
una sangre devenida en combustible invisible 
para una sociedad ajena
al mundo que habitamos