lunes, 29 de mayo de 2017

Gustavo Gottfried



Gustavo Gottfried (Ramos Mejía / Lanús, Buenos Aires), La austeridad es la divisa de mi familia, mágicas naranjas, Buenos Aires, 2017.






















Diapositivas


En un marco de plástico
el pequeño trozo de película
sólo retuvo algo
de magenta pero alcanza
a mostrar un rostro
tan ingenuo como ahora
pero, bien o mal
apuntalado por brazos
familiares.


¿A qué noche
nos entrega la vida
cuando despertamos?


Veo esas fotos
y siento el cosquilleo
de un alma retorciéndose
como un pequeño gusano.












Los sueños de Mary



                                                            …y entonces, les dijo José:
                                                           ¿No son de Dios las interpretaciones?
                                                                                                  Génesis 40:8



Mary era la modista de todos
los vecinos de Villa del Parque.
Les arreglaba la ropa y, a veces
le encargaban un vestido largo
para un quince o un casamiento.


A mi madre, que era tan joven
le atraía la moda: se veía
bellísima en esos modelos
que salían en las revistas.
Por eso decidió ofrecerse
como aprendiz en su taller.


Trabajaron juntas varios años.
Mary fue una amiga y una segunda madre.
Después, la joven aprendiz
terminaría la escuela normal
se recibiría de maestra de corte y confección
daría clases en la escuela secundaria.


Pero lo más raro es que la modista
también descifraba los sueños
de los vecinos de Villa del Parque.


A Don Víctor, que se vio
en medio de la tempestad
le dijo que pronto iba a querer
más que nunca, a su loca familia.


A la esposa del capitán
que soñaba cada noche
como la envolvía una brillante
culebra, le dijo que el deseo
se volvería mortífero si ella
lo seguía negando. Y así
a cada uno le revelaba
su propio secreto.


¿Pero quién iba a descifrar
los sueños que atormentaban
a la propia Mary? Nunca nadie
supo en Villa del Parque


que después de cerrar el taller
y con el íntimo oficio
de quien cose y descose
una prenda hecha de retazos
a los sueños de Mary
los interpretaba mi madre.












Genealogía


Cuando se conocieron
tenían más de 30 años
así que antes de mi padre
la bella Esther había tenido
varios pretendientes.


Al libro con las obras de Oscar Wilde
ese de tapas de cuero y hojas de papel de arroz
se lo había regalado uno de ellos. Era ingeniero
rubio, alto, buen mozo, delicado y culto.


Así que todo andaba de maravillas
hasta que el incauto decidió hablar
de sus orígenes: se sentía más alemán
que judío. Fue en ese instante
que mi madre se dijo a sí misma:


no todo lo que brilla es oro
y ante la atónita mirada del muchacho
comunicó la decisión de interrumpir
el vínculo de inmediato. Declinó
también la intención caballeresca
de escoltarla hasta su casa.


Y acá estoy yo: a veces soy mi padre
otras, mi madre y de a ratos, también
un alemán orgulloso
que espera otra oportunidad.












Caen del árbol las naranjas
y revientan jugosas
bajo el aguacero.


La capa de nubes es tan densa
que nunca se consume
y hace días que está lloviendo.


El patio, los árboles, la casa vecina
todo es gris
salvo las naranjas.