Gerardo Curiá (San Pedro/Buenos Aires), El damero de los sueños, La mariposa y la iguana, 2013.
En una plaza
de cemento
En
una plaza de cemento
en el vértice
de
dos diagonales que se cortan
un
perro ladra a la sombra del verano
y su ladrido se extiende
como un trapo roto en el calor
hasta
morir en la pared descascarada
del
edificio viejo,
que
es la misma pared
que
recorta la sombra
a la que el perro ladra.
El anciano guarda
en cajas de cartón
todos los objetos
inservibles
de la casa.
Y los ordena
sobre una
estantería
de madera rústica
en una pequeña
habitación
que tiene en el
fondo del patio.
Espera el
cansancio de la tarde,
va hacia la
habitación,
enciende la radio,
se queda en
silencio
mirando las cajas
hasta que lo
atrapa el sueño
en la suave
humedad
y su cuerpo
rústico
cae sobre la mesa
junto al sonido de
la radio
que no escucha.
Ha decidido
Ha decidido vivir
sin atarse a los
hombres.
Ahora,
sólo le queda el
recuerdo
de placeres
conquistados
de machos secretos
y mendiga migajas
de ternura
en esas niñas
que su sobrino
deja que le cuide
los fines de
semana.
Después de todo
ella fue
aprendiendo
que la felicidad
es como el viento
de la pampa
y arrastra arena
en dirección a la distancia.
El secreto está
en tener
abiertas
las palmas de las manos.
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