martes, 22 de noviembre de 2016

Teresa Orbegoso


Teresa Orbegoso (Lima, Perú/ CABA), Perú, Buenos Aires Poetry, Buenos Aires, 2016.




























En el ala petrificada del pelícano: José Watanabe. Reverberación 
sin tiempo, escribe en el músico, la voz de  la estera. Tierra, 
vibráfono. En el batán de lo deforme, José muele el sonido. El 
espíritu de César Calvo tiene tres dedos cortados y sopla una 
antara en el vacío. La armonía no está en el compositor. En él, 
rabia, frustración y lo que no hizo. Un yute rojo y azulado.  Sus 
ojos no saben ver  de cerca.  La mala comida del salvaje lo ha 
alimentado y el hueso de día, de tarde, de noche. Pinos, hielo, un 
lago. El vals libre del viento habla del frío, de la muerte de José 
Watanabe. Las gaviotas sobrevuelan, cantan, se despiden de la 
mano pequeña. Nadie lo sabe, pero José está en lamontaña.

















Tutrompo,padre,girabafrenteatodaslascosasquenopudieron. 
Nuestracasayanoeranuestracasa.Otrosvivíanallí,conlaspuertas   y 
ventanas abiertas. Las habitacionesiluminadas.














Entre la neblina, Blanca, esparce la arena inextinguible de Puerto 
Supe, partitura sumergida. Mis pies le temen a las frías aguas de 
su mar. Aprender a nadar a los cinco, a los cincuenta y la brisa 
congela el paso. Un color ignoto entre dos edades. La luz que 
danza sobre las cuerdas rotas del piano. Unos restos que 
golpean el cuerpo de Blanca ya vencidoporlaruina.
Aprenderacorrer,areíralossetenta, a los noventa. Una puerta 
enterrada y ella contándonos delbarro.




















Nosotrosnosveíamoscomoniñosdecincooseisaños,peleandoporun 
pedazodepan.Otraeralamadrequenoshabíallamadoalamesay 
otrossushijos.Elplatovacío:¿quécomíanenrealidad?

























Durante siete días Arguedas camina de espaldas al Sinakara,
llevaveintekilosdehielosobreloshombros.Va a su pacarina, como 
si fuera la verdad. Apu, dice. Apu     y lo nombra. Apu, se 
arrodilla y reza. La montaña está adentro como una caverna, 
silenciosa y llena. No hay temor, sólo encuentro en la 
desaparición. No hay ofrenda, sólo espíritu. La No Muerte ha 
venido a contarle del niño blanco que se perdió, del niño que se 
transformó en agua, estrella, vegetación. La No Muerte se ha 
despedido, le ha entregado una retama de cuatro colores. 
Arguedas sonríe, ha visto correr entre las ruinas alniño.


















Mishermanoscomenzaronaentrarunoaunoenmí.Susropashú- 
medasolíanaflores,averanosenCarhuazysusvocesencorome 
hacíandébil.
































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