Sofía Gómez Pisa (CABA), Ella, la muerte o dios, El ojo del mármol, Buenos Aires, 2016.
Carmen
Carmen limpia pisos, encera las escaleras
y lava también
la vajilla
que está vieja
y gastada como ella.
Carmen tuvo
sueños, pero después tuvo hijos
y los años se
le pasaron
limpiando las casas grandes de otros.
Cada vez que baldea lava sus heridas,
mientras se cuecen en ella
como los huevos fritos
la derrota y la
impotencia.
Carmen está agotada,
o dice estarlo
para salir antes de trabajar,
sabe que a su edad,
quejarse es una de las pocas cosas que le quedan
y es de esas
actividades
en las que no
suele escatimar.
Carmen amenaza
a su jefe con renuncias,
y lo molesta
inventando historias de los demás,
respirando
pesimismo
porqué con los años aprendió
a salpimentar sus días con mentiras
para poder vivir sus propias novelas de la tarde.
De cuidados de
ancianos,
de bondis
repletos,
de poca
solidaridad,
de hijos que se pierden por las calles,
de maridos que se enferman,
mientras ella
enjuaga las copas.
Ella, la muerte o dios
Ayer fue el entierro de mi tía abuela.
El párroco que no sabía su nombre
repetía constantemente: Elvira, Elvira, Elvira
como si conociéramos a quién se refería.
Luego notó su error
leyendo el
ataúd y dijo:
“bueno, Emma,
pero
de segundo nombre Elvira”.
Y siguió diciéndole así.
Habló de dios, Jesús y los pecados
y después, la cremaron
otros dos tipos que tampoco
sabían cómo se llamaba,
ni les importaban
Ella, la muerte, o dios.
Olvidarte
Como la promesa de
dejar de fumar.
Y pensarte mientras
enciendo un
cigarrillo.
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