Lucio Madariaga (CABA), Materia oscura, La Pulga Renga, Rosario, 2015.
Atardecer
durazno
Siempre más sonriente al
desastre más bello
Mallarmé
Zócalos sin lijar
maderos imperfectos
Tierra blanda suelo baldío
Caen sobre mi cabeza los durmientes de tacuara
Se desmorona el espacio junto a la humedad
de los juncos de cielo
y el tiempo atardece
Por el extremo izquierdo de los escombros
–en
perfecta diagonal –
entra un haz finito y concentrado
de luz durazno
Se posa en la parte superior de mi mano
como una mariposa que cobija
una
perspectiva
un mensaje
Logro asir con dulzura lo luminoso
hasta en los peores
atardeceres
Barriletes
rurales
Cualquier lluvia cae
muriendo y recordando
Rodolfo Alonso
Voces de chicharras
–agujas chinas –
penetran la ventana improvisada del rancho
Los alguaciles de la ropa tendida
a la intemperie
alertan
La lluvia de invierno duele en la cara
del abandono
Me retuerzo en la lona helada del catre
y sueño:
fósforos móviles
para sazonar melodías internas
de pájaros que condenan al resguardo de la lluvia
el desierto
de los
hombres
Raíces en el
claro
Todo lo que veo, son pájaros.
La liebre de fuego guía la búsqueda.
Huye, escurridiza, flamea amarilla roja
naranja en la llanura.
Pájaros atontados, adobados en hollín.
Ya no vuelan, trepan mesetas,
encandilan lo claro.
Están los solitarios, recluidos mudos,
no pueden con el mundo.
Algunos pocos, son pájaros de luz.
Sueño con Munch
me cruzó la imagen
de viejas merqueras
en su ropa de noche
se estaba jugando una partida labial
filtraba cientochenta el enfoque
y nada cambiaba
reflejos femeninos del grito conocido
componían el hilo
en espejos y laberintos de agua quieta
brillaban los alaridos
como calcos
en barniz
yo era una gota ebria
rozaba el cuadro
caía
Gata flora
Desgajate, sacate ese traje
a la medida del tedio.
Poné tu cuerpo de cara al mundo, poeta.
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