miércoles, 7 de junio de 2017

Laura Forchetti



Foto tomada del Facebook de Juan Lima.
Laura Forchetti (Dorrego, Buenos Aires), Libro de horas, Bajo la luna, Buenos Aires, 2017.

























anunciación

clase práctica de botánica
la ramita que crece en la lata de tomate
especies autóctonas

en realidad son cuatro latas con sus cuatro
germinaciones

todas de hojas bipinadas
folíolos múltiples
seis a veintiocho centímetros
desplegadas de día
por la noche cerradas como párpados

follaje azulino
barba de chivo
maldiojo



el ejemplar originario está en una vereda
abandonado
entre arbustos siempreverdes
tamariscos

hay que buscarlo
con el delicado
tacto
del ojo

yo misma voy contando los pasos
hasta verlo aparecer
tras de la loma

su floración de reina



primera vez de una flor
no la olvido:

agrupadas en racimos piramidales
amarillas limón
cinco sépalos alrededor del cáliz
cinco pétalos libres
diez estambres declinados
larguísimos                                                                     
rojos
          rojo rojo

y la gota de polen



novia nocturna de la polilla esfinge
a plena luz del día
del abejorro



¿qué flor es esa? –decía



al amanecer

          hora en que las cosas del mundo
          se alumbran de una en una
          como lámparas
          resplandecen
          de una en una
          como milagros

volví a visitarla



la conversación asimétrica
entre mi clasificación
de linneo
y su boca
llamadora de pájaros



es difícil conseguirla en viveros
una belleza demasiado natural
resistente a las sequías
los suelos pobres



la chica del jardín pillahuinco
me dijo
cómo hacerlo



hace dos navidades dejé bolsitas
de tul verde
alrededor de los frutos

pequeñas redes para atrapar semillas

el momento exacto en que la chaucha se abre
suelta su dádiva:

moneditas livianas
brillantes como caramelos mediahora
nueve o diez milímetros



pasaba algunos días a mirarlo
el tul como un adorno

tal vez
alguien pensó en la costumbre
del árbol de diciembre



la espera era la misma
cuando no estaba allí presente

          todo queda temblando
          a punto de caer
          de deshacerse

el árbol con los tules
haciendo sus semillas                  
y mi pequeña trampa

identificar
poner un orden
cerrar la mano



los últimos días de enero
juntamos las bolsitas

estallaban
las chauchas doradas
con ruido de maderas
saltaban en el aire
las semillas
brasas

(no lo invento yo
sucedía)



daban ganas de llevarlas a la boca

el secreto de la flor extraña y dulce
las cintas rojas que atan el cielo
nos protegen



empezaba a llover

amarillo como las flores
un perro
bajo el agua
vigilaba mi ronda

desanudar el tul
esconder algo

era el único vecino atento
al peligro de mi mano



menos
en nuestra atención minuciosa confiamos
que en la ligera distracción de la naturaleza

puse la semilla entre algodones
la alimenté con agua limpia



del germinador a la tierra
dos cotiledones anuncian que está viva



ahora
son cuatro latas
con sus cuatro germinaciones

el follaje azul y el movimiento
de abrir y cerrar
folíolos

se fortalece el tallo alimentado
de mis amores

pero no es tiempo
todavía
de trasplantarlas
a la intensa agitación del patio



mecidas
en la vida artificial
bostezan
cubriéndose la boca



puede llevar años
la encarnación de una flor
su vestido




















adoración

la lluvia era una taza blanca
un poco transparente
la llevábamos a la boca
dulce y fría

tenía pintada una garcita azul

suspendida sobre las varas de los juncos
vigilaba el orden de las nubes
posadas sobre nuestros ojos
el remolino en el centro oscuro

no hablábamos de cosas humanas
empezamos a movernos
tras un caballo estrella

buscaba el refugio frágil
de un sauce
que le bajara el agua en pétalos
deshaciéndose
lo peinara
como recién nacido
la lengua de su madre

pero todo era inalcanzable
se iba a nuestro paso

entonces      
me señalaste
entre los pastos
los ojos de un zorro

pudimos mirarnos
por un instante invisible

amor eterno
nos juramos















soplo

giraba sobre el yuyal

posarse parecía
en un don diego cerrado
naranja

bajó

perdido en el mar
de puntas erizadas
de enero

algo fue a buscar
en la tierra

si el viento quería
mostraba
su antifaz de pícaro
sabelotodo
benteveo

había visto descender
justo ahíí justo ahíí
algo oscuro

un abejorro
mariposa negra
o el salto de un grillo

¿quién sabe?

sabe el benteveo
que bajó a comer

ojo aguja
su puntada en el agua
seca

olivillos grises
gramilla
ortigas
de tallos quemados
un jazmín
no me olvides
que cayó de mi patio

después el vuelo
y adiós

todo
fueron segundos

ahora
pierdo la mañana
por el rayo negro y amarillo

¿cómo puede deshacerse
el tiempo
en una sombra
iluminada?

¿qué quiero saber
que mi perra
despreocupada
entiende
y se echa a dormir
después de la visita
desatenta?

los versos rozan
la orilla del silencio

un contorno
de restos gastados
algas huesos pinzas caracoles

el secreto permanece
bajo la línea
de flotación

benteveo
dibujado minucioso
regalado de la belleza
cada trazo
en picada sobre el día
levantás tu alimento
y te vas
anunciando el instante
tu reino















3.

no el aromo
la acacia trinervi
alumbra los últimos días
del invierno

amarillo amarillo amarillo
repite el mar contra la playa

abre su boca  para tragarse
troncos ramas hojas
y las flores
que enhebran coronitas
entre los médanos














noviembre

¿y si después olvido todo
el aire por ejemplo o el celeste
si olvido el nombre del celeste
y no puedo decir
no digo
que son minúsculos y celestes
y no sé qué es
este perfume o voz sobre los árboles
qué hice hasta hoy o el nombre
de la hoja
que atraviesa?






















2 comentarios:

  1. Me gusta mucho Laura. Conocía Cartas a la mosca, que es del año pasado, no este libro, que también me gusta mucho. Es notable lo que hace con los pequeños animalitos y las plantitas; esa Barba de chivo es uno de los que más me gustaron. Gracias, Val, siempre más allá de las encuestas, vos, eh?

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  2. Gracias a vos por la lectura y el comentario. Me alegra que te guste la poesía de Laura y que te sigas dejando sorprender.

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