Perdimos los días de la lluvia, Mar del Plata, Cepes, 2021.
I
Mi madre escribía
en cursiva y de un solo trazo.
De chica buscaba
como en el juego del tesoro:
siempre encontré palabras aterradoras.
Mi madre escondía los mensajes en su cajón
y en el de mi padre
los guardaba en los jeans y en las camperas
para que él los encontrara.
¿Qué pensaría al leerlos?
noto cómo mirás a tu hijo
quisiera que a mí me vieras con los mismos ojos.
Mi papá escribió:
adriana tiene una enfermedad grave,
no sabemos si sobrevivirá.
Durante meses temía volver a casa
y encontrarla muerta.
Estaba recostada la mayoría del tiempo
me acostaba a su lado y veía cómo
caían amontonadas las lágrimas.
Su piel era muy blanca
los párpados transparentes
¿mamá estás llorando?
no, es porque estoy de costado
y tengo sueño.
Dormía siempre,
las persianas bajas.
De mi papá aprendí a abrir las cortinas
a ventilar los ambientes, sin metáforas
en casa no había lugar para eso.
Me gustaba en la noche
cuando mamá estaba en el baño
acostarme en su lado de la cama
mi papá hacía rollitos con mechones de mi pelo
los enroscaba en el dedo
luego los soltaba, reíamos.
Todos en casa guardaban
secretos en papeles
doblados con cuidado
mi juego era encontrar las partes
las letras pulcras
del desastre del hogar.
II
Tu padre es un psicópata
no es un diagnóstico que sirva
para entender por qué no me ama.
¿No ama a nadie?
¿es una bestia?
Nada puede
contra la arrolladora esperanza:
que admita que no pudo
que quiso pero no le salió.
Mi padre es carismático, jovial como yo
no le gusta el pollo,
cuando eran pobres
era lo único que podían comer.
Los amigos lo quieren
los que aún no fueron engañados.
De chico mis abuelos
lo cubrieron aquella vez
que la policía del pueblo les advirtió.
Cuando golpeó a su hermana
en la adolescencia,
apenas lo demoraron cuando atacó a mi tío.
Mi abuelo rompió con tijeras las zapatillas de mi papá
las únicas que tenía.
Mi padre odia
a sus padres.
Mi abuela dice que nunca les faltó nada
mi tío decía que su hermano siempre
se había salido con la suya.
Yo solo intento entender por qué
tanta gente tiene familia
para destrozarla.
VIII
Viajamos cargados de cosas.
Mis abuelos hacen que tosen para evadirse del llanto
suena Charles Aznavour.
La ruta no puede estar más triste
cargamos las cosas de alguien que no está.
Nosotros no estamos
mis abuelos dicen
estar al final del camino.
Yo no quiero estar sentada acá
en la ruta penosa de sus recuerdos
después me pregunto a mí misma
¿De dónde sale todo este peso?
¿De vivir?
IX
Perdimos los días de la lluvia
Como si no fuera parte de lo mismo
todos repiten la cuestión del clima
nadie habla de cuando llora
El viento golpeó las gotas contra el vidrio, sí
yo también limpié antes las ventanas
¿Te diste cuenta de cuánto se quejan
por el tiempo?
¿También perdiste la cuenta
de cuántas veces lloramos
y nos volvimos a lavar?
El agua cambia
desordena
¿No es eso la libertad,
la austeridad de los ojos
bañados por el agua?
XVII
Moma me regaló unas sandalias blancas con taquito
las usé un verano de calor
junto con un vestido
no hacía más que bailar.
La abuela dijo
que Winka se las había comido.
Un día encontré el par escondido debajo de una cama
estaban cubiertas de polvo.
Los tacos los usan las putas.
Las nenas no usan tacos
las nenas que usan tacos parecen putas.
La abuela se interesa por el desempeño
de mi pareja en la cama
la abuela me cuenta que es ardiente.
La abuela dice que le practicaron un aborto
me dijo también que su hijo me pegó por puta.
La abuela está confundida
habla de mi cuerpo, me dice:
cómo debería ser
que está tan flaco
que nadie lo va a desear.
XXI
Se me ha dado desde chica
un placer por el olor a pasto recién cortado.
Resulta un goce bastante común,
como el olor a la lluvia sobre las calles de arena
y a la humedad de los eucaliptus
cuando se descascaran.
Vivir en lugares con mar
nos rige de cierto carácter de austeridad.
Las sudestadas,
temporadas lluviosas de violencia contra los árboles
desparraman nidos de cotorras.
La infancia también
tiene ese olor a pájaro aún sin crecer.
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