martes, 9 de junio de 2015

Diego L. García




Diego L. García (Berazategui, Buenos Aires), Ruido invierno, La Luna Que, Buenos Aires, 2015.






















          "toda la çiençia del mundo
           está colgada de un fylo"
         Ferrante Manuel, Cancionero de poetas antiguos 
         que fizo é ordeno é compuso é acopiló 
         el judino Johan Alfon de Baena, 1430 ca  - 1445




el hilo de la ciencia no puede
soportar el peso de las imágenes saturadas
la nieve del invierno / el blanco paisaje
nada hay posible más que lo dado / el agua
servida a quien no tiene sed / el hilo que cede
y deja caer la máquina que nombra
una realidad en serie / copia de sí misma / ahuecada
por las termitas de lo consciente
la máquina estalla contra el suelo / sus partes
quedan expuestas / un artefacto demasiado grande
para su monótono hacer / repetir el nombre
que el rey ha elegido
para ocultar su rostro















             "Soñemos, alma, soñemos..."
             Calderón de la Barca, La vida es sueño



como navegar un río sin ver
la orilla / como ser navegado
por el río / ser el río
y pretender llegar / soñar
la orilla / el sueño de la orilla
interminable / aparente / incierto
movido por la corriente / la fe
en que el río es agua y puede
transportar una balsa / un cuerpo /
y raramente al revés / la balsa
transportar un río / el cuerpo
ser soñado / ver











          "ceñido de la hiedra, ruidoso"
          "Himno a Dioniso", Antología Palatina, IX


el ruido es vida / vos del ritual
forma sin ley de la palabra
siempre bárbara / filosa
sin embargo
el ruido puede perderse en el ruido
no ser más que un fragmento
de sí mismo / un ánfora quebrada
por la sequedad del museo
entonces
el tíasos aturde y no hay ritual
Dioniso es un nombre
en el manual de mitología /
la hiedra trepa
por el muro del absurdo / cortada
porque sí / ruido invierno
dicho en serie
nada

















domingo, 7 de junio de 2015

Juan Lima






Juan Lima (Buenos Aires/CABA), Botánica poética, Calibroscopio, Buenos Aires, 2015.
































      









 




















sábado, 30 de mayo de 2015

Martín Carlomagno




Martín Carlomagno (Entre Ríos), La inocencia y el viento, Ediciones del Clé, Paraná, 2014.














Confesión sin edad


    Todo lo que se escapa de la noche se convierte en recuerdo. Alguna vez un poeta la amó perdidamente como se aman los barcos con el río, como talla la ausencia cuerpos en soledad.

    Había que habitar la ilusión en lo breve. Para abrirse al silencio es bueno que las manos sostengan el vacío. Un verso que distinga el color de la sombra.












La ceniza en el aire 

El viento le anunció nuevos presagios.
Le prestó sus paredes transparentes
para que pueda oír el canto de las hojas.
Más allá de su edad eso era todo.
Disponerse a otro viaje
y dejar que suceda la ceniza en el aire.
























miércoles, 27 de mayo de 2015

Claudia Bakún




Claudia Bakún (CABA), Accidentes geográficos, 13 mil pájaros, Buenos Aires, 2014.















I

¿Dónde transcurre el trueno
para que lo brutal nos llegue
con tal delicadeza? 










VIII

Mi casa
Es lo que queda
Después de la tormenta. 





***
 



Ella jadeaba y bajaba la escalera
pero no era capaz de dar con el próximo paso.
Ella jadeaba y bajaba la escalera
pero no era capaz de dar con el próximo paso.
¿Por qué esto carece de sentido?
Estar siempre en el mismo escalón
Y la ciudad queda siempre más abajo
Y no sabemos dónde queda la ciudad.















domingo, 24 de mayo de 2015

Pablo Natale




Pablo Natale (Córdoba), Viaje al comienzo de la noche, Vox, Bahía Blanca, 2014.
























Noches blancas

Todas esas personas alrededor
que no vas a conocer nunca
¿te preguntaste alguna vez por ellas?


Acá el papel es una capa de hielo congelada
que podría resquebrajarse en cualquier momento.


Podría intentar hundir la mano en él
con una nube de frío en la boca podría decir tu nombre
el lugar donde estás ahora, la cantidad de nieve que cae
el modo en que te apretás las manos, los ojos cerrados
en las orillas de Rusia.
Seguro que hay niños corriendo
seguro que uno de ellos se llama Fedor
otro Vladimir
seguro que uno de ellos lleva un perro blanco
llamado Siberia
y tienen guantes de lana
y piensan en soldados que mueren de pie
lejos de su casa
seguro que otro de ellos te mira y te dice
“ya nadie cree en esas cosas”.


La cantidad de gente que podría llamarse como nosotros.


Estás sentada en una capa de hielo, mirando de un lado al otro.


Estás varada en las orillas de Rusia
apostando todo a nada
con una nube de frío en la boca.











Fotografías de gente en moto

Mr. Williams se compró una moto negra
hace un par de meses
con sus ahorros de docente
soltero y codiciado.
A veces me alcanza hasta casa
y elige siempre los caminos más complicados
se mete por calles que no conoceremos nunca
da con plazas inesperadas y hace rodeos
que parecen meternos en el laberinto de la ciudad
y mientras tanto el frío nos cala los huesos.
Eso me da tiempo para pensar en nosotros
alejarme lentamente de esa moto negra
el pavimento roto, los charcos
las manchas de aceite desconocidas
y la voz de Mr. Williams que me cuenta
en qué consiste la novela que está escribiendo
una novela que habla sobre su vida, dice
sobre los grandes amores de su vida
sobre la forma en que se olvidó de algo
y también, me dice, sobre cómo las palabras
se desgastan de tanto repetirlas
como los chistes malos.
Mr. Williams habla y se ríe con el casco puesto, la voz
derramándose entre la velocidad y el viento
veo la capa de plástico que me separa del mundo
cada calle con su nombre olvidado
las ventanas apagadas
la gente escondida yéndose a dormir
los ladrillos de las casas que no me pertenecerán
nunca
las esquinas en las que podré perderme

cuando llegue la hora y todo sea malo.
Así es que la moto dobla otra vez
y Mr. Williams habla y ríe solo.
Tenemos los cuerpos apenas inclinados
cada vez que tomamos una curva.
Éste es el cordón umbilical
que me lleva de vuelta a casa
y éste es el cordón umbilical
que me conecta de nuevo con el mundo:
aquí está Mr. Williams
aquí estamos nosotros
polvo del polvo
sonriendo para el flash de la cámara
en la ciudad del viento.