sábado, 14 de mayo de 2016

Carlos Barbarito


Carlos Barbarito (Pergamino/Muñiz, Buenos Aires), Falla en el instante puro, Botella al Mar, 2016.























En el vacío que sobreviene al final de la conversación…

En el vacío que sobreviene al final de la conversación,
en la hora sin boda ni cosecha,
en el ilícito sin testigo,
en el oráculo impreciso,
en la boca desdentada,
en el idioma olvidado;
cuando el pastor extravía su rebaño,
cuando ni la sombra
encuentra sosiego, purgatorio,
cuando el paisaje no cambia,
el sueño se vuelve roca,
cuando pareciera no existir escapatoria
ni por arriba ni por abajo;
¿dónde la ciencia y dónde el milagro,
la casa para el errabundo,
el fruto para el amante,
el rayo verdadero, que no nace
de la tormenta, la terca vibración,
el insistente llamado,
el súbito despertar
como quien surge de la tempestad,
un torrente?









Se detuvo y dijo: un corazón en cada cosa. Y…

Se detuvo y dijo: un corazón en cada cosa. Y
siguió empujando su carretilla cargada de pasto
más allá del amplio jardín junto a la casa;
mientras duró la voz, un instante,
por el aire, traídos desde la infancia,
tábanos, moscas, mariposas
y el tiempo de regreso al día
anterior a la primera lluvia,
la vida despojada de todo peso
en dirección a los nidos,
en cada nido un ave que regurgitaba.









El momento se encarna en un niño…

El momento se encarna en un niño
que tiembla, detrás de una ventana,
ante el relámpago. ¿De qué
está compuesta esa luz fugaz y fría
que es luz pero también serpiente?
No hubo previsión como no hubo aviso;
demasiado espacio fue dedicado al tedio,
a un mero permanecer de polvo en la alfombra.
Demasiado tiempo desgastando,
de a poco, lo eterno
y de cada hora, el afán del cursor
como ojo de animal
que se encamina, sin pausa, hacia el Diluvio.
Rasga el cielo. Precede al ruido del trueno.
El mal futuro ya orbita el presente.
Dirán, en otra parte,
que todavía queda una instancia
para la gracia, el ramaje, el espesor.
Aquí, detrás de la ventana,
sigue temblando un niño
aunque la razón del miedo pareciera haber cesado.









Los ojos abiertos, cuando está oscuro…
(María Gracia Subercaseaux, Espejo)

Los ojos abiertos, cuando está oscuro,
los ojos cerrados, cuando estalla
el relámpago. ¿Qué
falla en el instante puro,
en la instancia más abierta y destilada?
No somos polvo ni hierba.
Y lo somos, aunque entremos al mar
y, entre olas, sepamos
que allá abajo hay plantas y peces.
¿Quién instaló muerte,
azar? ¿Quién puso llama
en el extremo de la vela,
bestias cabeza abajo,
dolor en el dolor?
¿Es todo cuanto podemos decir?
¿Y esa que, desnuda,
al pie de una cama
con sábanas revueltas,
a si misma se contempla?









La vida cabe en un grano de arroz…

A Saúl Ibargoyen

La vida cabe en un grano de arroz:
el temblor del cobayo ante su propia sombra,
el vuelo de la polilla y el olor de la resina,
el apretado tejido de una frazada,
el muelle de piedra que se adentra en el lago,
la grava bajo el zapato,
la yema de los dedos
por lo escamoso, lo áspero, lo suave,
el síncope de un ave en pleno vuelo,
un trozo de papel en un bolsillo,
una chispa, un pasaje incierto,
un eclipse, un pañuelo, nombres:
de calles, de mares, de amantes,
la mano que se cierra, la mano que se abre,
lo que sobra, lo que falta, lo que queda,
la gota de agua que cae desde la canilla
y, al mezclarse con el agua de un balde,
deja de ser gota sin dejar de ser agua.




























jueves, 12 de mayo de 2016

Sandra Pasquini



Sandra Pasquini (Buenos Aires), Una lluvia que, 2016.




















1-

Podría decir lluvia y que llover sólo fuera eso
una tupida línea de agua
cayendo irregular sobre las cosas
afilando la gubia con que Dios talla las formas
la bífida espina de la noche
su violentada geografía
la tierra anegada pulsando sus terrones
escarbar bajo el tendón del tiempo
desde el jardín entre la escarcha
alinear una a una sobre el hielo las palabras
las letras con las que vengo a nombrarte
el nombre con el que voy a arrojarte
pedazos de aguacero contra el cuerpo.









6-

Aquí también la noche se alimenta de sus flores
y llueve entera / como un cuerpo translúcido/
tendido de espaldas
y brota / como un animal enfrutecido /
que se deja iluminar desde adentro.













martes, 10 de mayo de 2016

Amosse Mucavele



Amosse Mucavele (Maputo, Mozambique), Geografías de la mirada, edición bilingüe, Festival Internacional de Poesía de Córdoba, 2016.
























Barrio Magude

Regreso al revés
con luces apagadas
hago de la oscuridad la condición por la que vivo
arrastro el silencio hacia donde el sueño se abre en charco



Bairro Magude

Regresso ao avesso
com luzes apagadas
faço da oscuridao a condiçao pela qual vivo
arrasto o silêncio para onde o sonho se abre em charco









Canción del pescador again

Oí decir que en el mar
el pez busca conservar todo lo que le resta
–la palabra–
el pescador sobre el barco
despierta la alianza
que se extiende en torno al mar: el Horizonte 



Cançao do Pescador again

Ouvi dizer que no mar
o peixe tenta conservar tudo que lhe resta
–a palavra–
o pescador sobre o charco
desperta a aliança
que se entende em torno do mar – o Horizonte









Esperando la combi en una parada cualquiera

En la hora pico
regreso al fin

con ojos pálidos de angustia
resucito la palabra que se amotina
–la llegada–



A espera do xapa numa paragem qualquer

Na hora da ponta
regresso ao fim

de olhos pálidos de angústia
ressucito a palavra que se amotina
–a chegada–









Bocaria

Se eleva de las cenizas
la avenida Julius Nyerere
cuando el volcán llora

de la boca del basurero
solloza la síntesis de la fuga
cuando
se mastica los frutos ornamentados por la pudrición



Bocaria

Ergue-se de cinzas
a avenidas Julius Nyerere
quando o vulcao chora

da boca da lixeira
soluça a síntese da fuga
quando
mastiga-se os frutos ornamentados pela podridao









Xitala Mati 1

Aquí las ranas
flotan en el peso de la regla que mide el instante

en la esperanza mojada
contemplamos el brillo del sol en toda su gloria



Xitala Mati 1

Aqui as ras
flutuam no peso da régua que mede o instante

na esperança molhada
contemplamos o brilho do sol em toda sua glória









Xitala Mati 2

Aquí las ranas
croan al ritmo del movimiento del tiempo

en la distancia del abandono voluntario
saboreamos la música que arde en el corazón del charco



Xitala Mati 2

Aqui as ras
coacham ao ritmo do movimento do tempo

na distância do abandono voluntário
saboreamos a música que arde no coraçao do charco




















viernes, 6 de mayo de 2016

Lucas Marín


Lucas Marín (Mendoza/CABA), Pizarras, Milena Cacerola, 2014.













Fuente


paisaje en el agua de la piel
reflejo de pájaro


higuera de hojas que arden
su leche anestesiante


mientras la gota cae
la compuerta se llena de agua de nieve


larvas de rana/ esperma de barro
acumulado en la acequia


abeja en el dulzor del racimo
aguijón que atraviesa


herida dulce en el corazón durazno
honda que arroja la piedra al pájaro


de vuelo constante


calle abierta al sueño
del cuerpo futuro/ que modela su arcilla


el huevo de oro ocupa
la concavidad justa de la palma


como el clavo de cristo
o esa flor que parece una bailarina


un trompo intenta bailar sobre otro
o hacerlo astillas


remolino de polen quema la vista
la siesta detiene el eje de la tierra

copa de cielo filamento de pulmón
útero para libélulas neuronales


el trayecto del vuelo/ la órbita del remolino
la bifurcación de la rama/ el laberinto


que traza el mapa de las acequias


trepar más alto es ampliar el límite
del lenguaje/ alejarse del hogar


ser el agua de la arteria/ la sangre
la savia en el cuerno del ciervo


el latido animal que es distinto
y el cazador no atrapa


a la orilla de ese líquido
se ven imágenes irse como manadas ajenas


la corriente pasa sin adentro en ayer y ahora
en el cuerpo y en el sueño sin borde


fluye su materia


la fuente tiene quien la lea
más ella no sabe de límites ni de seres













Ejercicio en la materia


llevar la materia al negro irreflejo
detener la proyección/ disecar la pantalla


pizarrón putrefacto de sostenida densidad
absorbe como un lago la tormenta de la tiza


contacto de materias opacas llenas de su ser
lo negro convida su quietud a la luz del yeso


grafismos hechos con naturaleza muerta
moldes de yeso durmientes en paños oscuros


letras crujiendo en la pizarra/ ballena colmada de gusanos
números irracionales que renacen de un muerto


en la inmovilidad de la costra
se lee al fin desde el negro al blanco


destilación que en el ojo se convierte en el rojo que circula
por el cerebro y el cuerpo desde la bomba única













































martes, 3 de mayo de 2016

Marta Cwielong



Marta Cwielong (Buenos Aires), La orilla, Ediciones del Dock, 2016.






















solo saliva en la piel
ni siquiera el recuerdo












lo que fue
son miserias
en la cama












la lluvia es otro modo de mujer


es otro?


O es ella rompiéndose











pido un río
algunas piedras
una agüita, surco, ría
agua
susurro de agua
murmullo
agua que musite
piedra sobre piedra
o muchas