martes, 7 de febrero de 2017

Alba Murúa



Alba Murúa, Lejos del Paraíso, Piedra al cielo, Gregorio de Laferrere, 2015.






















Destino II


Se quiebra 
la tarde
hueso
roto.
Engañan los trinos
o esa tibieza
que ahoga.
Rueda una pelota,
ríen 
los que no saben
que 
pronto
serán
alcanzados.













Lejos del Paraíso
con su brújula de duda y extravío,
sólo el camino de las sonatas, 
la luna que en el claro y 
el frágil cuerpo de Lavandera
que domina el mundo
desde la avenida en sombras.

En las ventanas que se iluminan
me asomo gimiendo.
Junto a vos, el Purgatorio
encarna.

Titilan gritos.
La roja serpiente del deseo 
sube por la fachada del Barolo.























lunes, 6 de febrero de 2017

Silvana Franzetti



Silvana Franzetti, Notas al pie, Periódica Ediciones, Buenos Aires, 2016.


















Amalia insiste, se pregunta cómo es vivir en Gan Gan.
Servicio de colectivos una vez por semana
según el destino y la época del año.
Por la radio transmiten los mensajes cuatro veces al día*

un hospital, un juzgado de paz, una escuela
un cementerio, una usina.
Irse de esta comodidad, aunque es lo mismo
ella siempre vuelve sobre sus pasos: en un sentido o en otro
da mil vueltas al desierto.




* LU Radio Chubut comunica con una nueva edición del mensajero rural. Muy buenas tardes. Es la hora trece, un minuto. La temperatura en la ciudad de Trelew es de veinticuatro grados, ocho décimas. El viento sopla del Este-Sudeste a sesenta y cinco kilómetros por hora, con ráfagas que alcanzan los ochenta y cuatro kilómetros por hora. El cielo está parcialmente nublado y la visibilidad es buena. Este es el primer comunicado de la presente edición.
Para Nelson, en Puesto de Piedra, se le comunica que no anda la antena de Paso de Indios, la están arreglando. Trate de insistir todos los días.












Bajan los recuerdos, miro a través de sus pliegues.
Así llegaría a un pasado remoto, caería en la trampa*
del alimento congelado: inscripta la fecha de su ingreso
a la cadena de frío, pareciera que ya no necesita nada.
¿Cómo decir, entonces, todo esto?
Bajan los recuerdos, miro esta tarde
a través de películas transparentes de otras tardes.
Esta tarde se borra
o se muestra en el borde de una y otra imagen. 





* Para el señor Cecilio Aguirre, en zona de Pampa de Agnia, se le comunica que mañana a primera hora estará la jaula en esa. Firma este mensaje: Paulino.













El anuncio de partida es más que la ocasión de hacer un viaje por el desierto.* Se ve el cielo, la luz le da más relieve a las cosas; el horizonte, una línea quebrada regularmente por la meseta. Acá no hay alrededor, no hay circunferencia, habría que detenerse en las imágenes que no fueron grabadas. El paisaje no está disponible, no estuve en los hechos y una de cada cien descripciones muestra algo a través de lo que dice.





* Para Esmildo Ñanco, en Las Golondrinas, su nieta le comunica que viaja mañana a la hora veintiuna y treinta, llega aproximadamente a la una o dos de la madrugada. Ruega ser esperada. 













La duda que precede al viaje se parece, como una mata a otra, al vendaval. * Quizás por la tendencia a moverse que le da su forma de ovillo. Al costado, extendida, sin puntas, apenas transpuesta por el viento, la meseta. Siempre es después cuando me doy cuenta de que estuve en ese lugar.





* Para Miguel Valdés, en zona de Los Altares, se le pide que retire la encomienda en estación de servicio El vendaval. Se ruega a quien escuche este mensaje, se lo haga saber al interesado.

































miércoles, 1 de febrero de 2017

Ignacio Di Tullio




Ignacio Di Tullio (CABA), Famiglia, Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2016.

















REPUBBLICA ITALIANA
Passaporto per l' estero
7 Genn. 1950

El padre de mi padre me mira fijo desde la fotografía
Manovale, cruzó el océano
capaz de arrancar orejas con los dientes.
Quiso desgarrar, fornicar, comer tierra
nunca aprendió a hablar.
Sé de las trompadas en las orejas
y ahora a mi padre le falta oído
para algunas preguntas.
¿Cómo será vivir en la fotografía, descargando golpes en la cabeza?
Yo debería poder decir nonno
Mi padre, hablar de vos.
Tiene tu nombre empozado en una mano.
Cada vez que lográs escapar de las fotos
la cierra.






Mi padre elige frutas en el mercado

Mi padre elige frutas en el mercado.
Detiene el coche camino al trabajo
para bajar a tocarlas.
Desoye las recomendaciones del vendedor:
sus manos sabias bien educadas
prescinden de consejos
saben que se someten a una cuestión moral.
Presiona con los dedos la piel de un durazno
verifica la blandura de su carne.
Después pesa una pera en el hueco de su palma.
Con la otra mano envuelve una ciruela
y se adueña del mundo.
También su padre elegía las frutas camino al trabajo.
Entraba con mi padre y sin decir palabra
sostenía una fruta en cada mano
lo educaba en el ejercicio de la duda.
Era una escolástica muda y presencial.
Las frutas maduras siempre son las más dulces:
Ahora es mi padre quien deja caer el proverbio.
No me mira al hablar. Piensa en voz alta
y espera que lo tome
si quiero.






La nuez

Casi al ras del suelo
todos los hombres que yo no era
miraban tu nuez subir y bajar
a cada trago.
Cuando me alzabas en brazos
estudiaba el recorrido del hueso irregular
que sobresalía de tu garganta
como de la piel de un reptil.
Atrapaba la nuez con el índice y el pulgar
y me entretenía obstruyendo su trayecto
hasta que te atragantaras de risa.
Creía que el hueso
cabía en el hueco de una mano.
Soñaba que un golpe podía partir ese fruto
y en su interior, la lágrima seca que duerme
en el corazón de los duraznos.






Preguntas

¿Quién es este hombre cuando me descubro en su sombra?
Anoche entró por la ventana y parado detrás de mí
otea lo que escribo.
¿Qué vino a buscar a este suburbio?
Camina encorvado como sus antepasados
dice que llegó niño en un barco
que rehusó a ser un tonto y trabajó
y trabajó para escapar del gusano del hambre.
Cuando le tocó cortar el bacalao se creyó inmortal.
Lo vi con mis ojos arreglar cosas
sin sacarse el cigarrillo de la boca.
Nunca le retaceó cara a mi beso, pero hoy me mira
como si le hubiese faltado tiempo.
¿Por qué?
Me visita de viejo blando. Somos
como animales de distinta especie.
¿Quién es?
¿Qué quiere?



















martes, 31 de enero de 2017

Marcelo Gobbo



Marcelo Gobbo (Buenos Aires/Neuquén), El repliegue, El suri porfiado, 2015.



















8

Para la embarazada
dos disparos
delante del marido

uno en la panza
dos pájaros de un tiro
el otro en la sien

pero qué hizo
imbécil
no le dio tiempo al zurdito a abrir la boca

pero qué hizo
tagarna
no sabe que no somos abortistas

eso va contra
la tradición la familia
la e-co-no-mí-a

contra las sobremesas
y después
si no se para

bastaba con violarla hasta cansarnos
si estaba fuerte la mina
a pesar del bombo

o acaso es puto usté.







10

Mi abuelo Carlos
suplantó a Brahms y a Scheherezade
por el mate cocido y las galletas
en el segundo recreo del secundario

él sí
sabía nutrirme

mi abuela lo evitaba
y él siempre la miraba extraviado
entre el embeleso y la calentura
como hacemos todos

los varones
enamorados

también tenía
una estufa de cuarzo junto al escritorio
y una úlcera en la pierna
a la que había que curar con azúcar

siempre supe
que murió de amor y tristeza.






















jueves, 26 de enero de 2017

Miguel Gaya


Miguel Gaya (Ayacucho, Buenos Aires/CABA), Cabeza de artista, Ediciones en Danza, Buenos Aires, 2016.

















Estamos hablando de Ezra Pound

una cara de la moneda
está abierta a los vientos, la otra
es abrasada por el sol. en cualquier caso
esas caras cambian
y la pregunta es
si la moneda cambia o
si las caras de las monedas son
la moneda, erosionada. o
si la moneda existe
sin la corrosión del tiempo.
esto es lo que yo llamo
las preguntas pertinentes
de la
economía de la política.

cuando a Ezra Pound lo encerraron en una jaula
y lo exhibieron para regocijo y espanto
de las almas buenas
el problema de la corrosión del tiempo en nuestras caras
se puso en evidencia.
¿podía un anciano caballero cargar con nuestras culpas o
ese anciano nos daba la certeza
de haber expiado alguna?
así, el viejo anatema de expulsar a los poetas
lejos de la ciudad
se ha resuelto
para alegría y piedad de las almas buenas:
dejad que gocen y retocen en los parques porque
a prudente distancia tenemos
nuestras jaulas.

Pero
a prudente distancia
nuestras monedas
exhiben
cara al sol
y cara al tiempo

sus rugosidades. 







Sobre los equívocos que provoca Virginia Woolf

Un cuarto propio, una voz reconocible,
el cielo por asalto, ¡cuánta pedantería!
Caminamos por un sendero estrecho,
nuestra mente es estrecha, y la tumba a la que bajaremos
será estrecha.
Y poco tiempo nos recordarán, en un rincón estrecho
de una mente ajena, ocupada febrilmente
en otros menesteres.

Pero a la noche nos volvemos a empeñar
en palabras que son aire, en  música leve
y sentidos oscuros,
solo para ver crecer dentro nuestro
y fuera nuestro
algo diferente y tenue
con una suave gracia.

Solo nosotros sabemos tantear
la inmensidad,
y aún así apoyamos
nuestra tonta cabeza
en su regazo.







El corazón descarnado de Leopoldo María Panero

A Ana María Moix,
In memoriam

Mi corazón temblaba y no era un sueño.
Fueron muriendo todos los soldados de la guardia del rey
y mi corazón seguía temblando.
Primer poema escrito por Leopoldo María Panero a la edad de 4/5 años.

no hay error posible,
todo es cierto.
y la verdad es apenas
una línea paralela
a la mentira. nunca sabrás
a cual apostar
para tener certeza.
esto es cierto.

y entre la verdad y la mentira está
lo cierto
de la órbita de mi corazón.

y en el centro
de la órbita de mi corazón
sólo habita el ritmo
del latido del
miedo.

el corazón gira y el mundo
se espesa
entre el desastre
y el miedo.

y la canción que canto
la canción que digo
la canción que escribo
la canción de mi sangre
dicta las revoluciones de la órbita
del desastre
y el miedo.

el corazón no calla,
el corazón late
entre los pajonales
del alma,
esperando la yesca
del desastre
y el miedo
que lo ponga a cantar
como un endemoniado,
como un tonto,
que se pone a cantar y aullar
en mitad de la noche
en una azotea
blanca
en una noche negra.  

porque el mundo negro es el centro
de la órbita del corazón
y se llama miedo
y se llama desastre
y en el centro del mundo
entre la desastre y el miedo
cabalga
una mujer.

cabalga una mujer
que me causa desastre
y me alivia
del miedo.

esa mujer a horcajadas del mundo
hace una órbita
y es igual a mi corazón
a horcajadas
entre la verdad y el desastre
y entre el desastre y la sangre.

Y ella gobierna el ritmo
de mi corazón
y lo hace rabiar y aullar
y se llama moix.

ella gobierna el desastre.
ella es la especie que domina el mundo y el desastre
y el resto es muerte
y estamos muertos
y es el desastre de la muerte
apenas comienza a latir
tu corazón. cualquiera.

ella es la especie
que domina la sangre
y que domina el miedo
y que domina el mundo
y su órbita
es mi desastre
secreto.

ahora arranca la órbita de ella
de ella sola
y es perfecta
y vuela raso
sobre mi corazón
y es mi desastre
de sangre.

y ahora para ustedes
hago cabriolas
entre el desastre y el miedo,
como una órbita secreta
del corazón,
y desaparezco.

y con una reverencia
me retiro,
y me pongo en órbita
como mi corazón.

y como de mi corazón,
como lo hace moix
como me lo hace
ella
cada noche
de estrellas.







El paraíso de los Renoir

Tenemos sobre los Renoir una hipótesis inquietante:
La tristeza del padre fue a parar a sus hijos, las heridas de la guerra
declarada por él,
destinadas a él,
mordieron otros miembros
de esa familia
desgraciada
que vive en el paraíso.

¿Y es que acaso el padre, todo padre, no atina solo a sacudirse de sí el sufrimiento
no ya como padre sino, apenas, como hombre, y cae todo
(el sufrimiento, la finitud, la incompletud) en el hijo
no tanto como hijo, entonces, sino apenas, creo, como hombre?
Pero ese hombre, Renoir, el padre,
tiene puestos en las piernas, en las manos, en los brazos
el dolor y la pena y la enfermedad
y en un gesto de magia
a orillas del río que atraviesa el paraíso,
a la sombra del árbol del conocimiento que crece en el paraíso
las arroja
al viento de tramontana que atraviesa el paraíso
y las transmite, da en herencia,
a los hijos
por la mitad,
porque a uno le duele solo el brazo, y solo la pierna al otro,
y ese dolor fue causado
por el padre
¿y para quién? pregunta el menor de los hijos y el más dolorido
por no saber señalar con qué dolor
lo señaló el padre,
tal vez con el dolor de no poder
dejar de ver,
cuando el padre eligió para sí,
para que no doliera, eligió mirar
lo que él mismo se pintaba para ver.

Y entonces, dice el hijo,
no es del árbol del conocimiento
que el dolor viene,
dice él,
el menor, el menos indicado,
sino del otro árbol,
de la arboleda absurda
de la creación,
que se mece a la suave brisa
del orgullo
y la pena.
Árboles engañosos, dice,
innecesarios
y por eso incesantes
como tumores del mundo,
repartiendo el dolor
que dicen ocultar.

Y el hijo menor dice,
doliéndose  de lo que el padre le brinda
de beber,
que ojalá el padre
reviente
del dolor suyo
y que el dolor ese
no le llegue a él,
ya que él solo quiere
ahora
irse del paraíso de una vez,
de la casa del padre,
para ensuciarse los pies
en el camino.

¿Tienen entonces los hijos la culpa
del dolor del padre, aunque lo deseen?
No.
¿Tiene el padre la culpa
del dolor del hijo, aunque le espante?
Sí.

Rudas maneras de vivir
el paraíso
donde todo sucede
una sola vez
y nos marchamos
dejando detrás nuestro
delante nuestro
retahílas de padres y de hijos
baldados
y caminando.