domingo, 29 de diciembre de 2013

Alejo Carbonell







Alejo Carbonell (Córdoba), Sendero luminoso, Ediciones Recovecos, 2013.

















El motor natural

“¿Qué es eso?”
pregunté a los poetas
era de madrugada, volvíamos borrachos
mi pantalón empapado por la cerveza de otro
“¿Qué cosa?“
 “Eso” dije señalando un oído
                                        –la primera vez ellos buscaron con la vista–
“Son las golondrinas”
llegan desde el norte, baten alas
y construyen un rumor parejo
dentro de los árboles
fabrican el ruido del exilio
pero no alcanzo a verlas.
El verde de las copas está dividido
por la luz sepia de los focos
no me hace acordar a nada
pero escucho y creo
entender el pulso de los objetos que me rodean.
A veces, en mi casa
me gustaría que el ruido intermitente
fuera el de las ranas
en una laguna más oscura que profunda

pero son grillos
o alarmas lejanas
o el motor de la heladera:
abro los brazos y entro en su aura.










Cortes de primera calidad

Con gancho y todo saca
la media res de la heladera
y la cuelga de una guía del techo.
 

Hace un ruido a franela la cuchilla
cuando desprende la manta
mientras a través del tajo que crece
en la carne como una flecha hacia abajo
ve a su nena con un vestido floreado
tomando mate dulce en una tacita de loza.
 

Cuando la hendidura
está por mostrarle las zapatillas nuevas
compradas en la feria latina
con un estampado poco poetizable
según las últimas tendencias
la pieza de carne cede
y vuela hacia la balanza.
Es un vacio espectacular, le dice a la clienta.










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