jueves, 23 de enero de 2014

Martín Carlomagno




Martín Carlomagno (Entre Ríos), poemas incluidos en Tigre y caramelo. Nueva poesía entrerriana, compilación de Marcelo Leites, poesiaargentina.com, 2013.


Ebook de descarga gratuita: Tigre y caramelo













Apuntes sobre el campo de abril

Cierro los ojos y dejo que el color se apodere de mí.
Un tordillo remonta el aire y da galope al cielo.
Retengo la mirada y vuelvo a preguntarte las mismas cosas,
la tierra se abre sobre tus surcos, la tierra se cierra bajo tu cuerpo.
Retengo algo que no llega.
Que no se atreve a los árboles.
Al vértigo sigue la inmovilidad.
Y de la inmovilidad al vértigo no hay más que un minuto.
Sesenta segundos de vacío.
Sesenta pulsaciones al brote de tus brotes.
 

Cierro los ojos y mis manos fuerzan el candado, quieren abrirse a
la inmensidad y no dar más desdicha a los troperos.

Cierro los ojos como quien busca internarse en sí mismo,
sabiendo que no hay respuestas.  Silencio.  Escena que en tu voz
parece perdurar y perturbar al mismo tiempo. Retengo la memoria
de los corrales, las siestas son al fin un eterno almacén en donde
habitan los muertos.
Cierro el cuaderno
y el horizonte cae.
Cierro los ojos
y el cielo cae, sólo falta un retrato y el perfil de tu cuerpo.








El perdedor

Cuando nadie conteste
y el número de la desgracia
sólo tenga tu tono,
será
la soledad quien te circunde
en un patio olvidado
o en cualquier
estación por la que el tren
ya no espera pasar.
A veces,
duele verse en el reflejo
de un andén
o en la nostalgia
de una mañana por venir.
Cuando los días se agoten en los zapatos
no podrás elegir
más que el rostro que amaste.
La disposición final de la tristeza
aclamará tu nombre.
Detrás de las ventanas
una anciana hace gestos.
Su mirada confunde a los que pasan.
En ella puede verse
el último verano jugando
entre los campos. La noche
anuncia su lenta melodía.
Lo que pudiste resignar es la pena.
Esas casas perdidas
cercando el horizonte.
Todas esas manos en las que nadie espera,
caricia que vuelve desde ningún lugar.
Cuando nadie conteste
el mar se habrá alejado
para siempre
y un coro de palabras
dirá tus intenciones.
La vida abre sus hojas
al que aguarda.
La espera se acentúa
entre los árboles.
Ahora la anciana
abandona el tejido
y con la voz pausada
conversa con un pájaro.
El perdedor intenta abrir los ojos
pero la luna encandila
y las apuestas
descienden.
Cada escena lo aguarda
en un sitio extendido
pero no hay quién responda.
Entonces,
se abre la camisa
y sus pies abandonan la tierra.
 

Ese que ven volar desconoce el latido.










No hay comentarios:

Publicar un comentario