viernes, 31 de enero de 2014

Miguel Ángel Petrecca




Miguel Ángel Petrecca (Buenos Aires), La voluntad, Bajo la luna, 2013.














Método

El método no se ha inventado todavía
para levantar de una sola palada toda la tierra
que se acumula acá sobre la mesa en una tarde,
de invierno o verano, eso da igual, cuando las moscas
se aburren de girar alrededor de un cuchillo
y el ruido del ascensor subiendo y bajando parece
como si el edificio engullera algo. ¿Algo de qué clase?
De una clase abstracta pienso, mientras retiro mi vista,
sucesivamente, de cada una de las cosas que en este cuarto
pueden provocar algún recuerdo desagradable:
por lo cual enseguida, acorralado, termino mirando por la ventana
hacia el cielo gris que no me recuerda nada de nada,
salvo que, en caso de salir hoy, no debo olvidarme el paraguas.






La indiferencia

Ya sabés: lo que no se rinde nunca a un largo cortejo
cede de golpe a un comentario o un gesto distraídos.
Es hora entonces de que, sin proponértelo, te dediques
a recrear las condiciones de absoluta indiferencia
en las que estuviste sumergido un día en que sucedió
todo eso: y no estabas, precisamente, frente al espejo,
como esta mañana, luego de un desayuno ordinario
(¡sin naranjas!), de una ducha caliente y un vistazo
a los mensajes que en la bandeja de entrada dejó la noche
igual que el mar en una playa. Absoluta indiferencia,
sí, parado debajo de un tilo encendido al mediodía,
vibrando. Y pasó el afilador por la cuadra en ese momento.
Sonó la armónica del afilador con su piedra dulce
girando sobre el manubrio de una bicicleta inglesa.














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