jueves, 22 de octubre de 2020

Elisa Molina

 

Elisa Molina
(Córdoba, 1961)


Una línea simple, Córdoba, Alción, 2020.





















De "I. Estos árboles"




Octubre

Yo no sé, si se apagaran todas
las luces de pronto, y quedara
solo encendido el jazmín de lluvia,
si se podría permanecer más
de un instante suspendido en su centro,
sin ningún regreso, sin imágenes.
O si en cambio es su naturaleza
mágica acompañarme un rato
de la cocina de la casa al living,
mientras voy por el pasillo a oscuras.







Bien mirado

Me estoy haciendo amiga
del tilo adolescente,
bajo el que paso las horas
de la tarde leyendo,
porque recién hoy vi
la forma de sus hojas
casi como si fuera
por primera vez: nítido 
su perfil y su verde
sobrio a la distancia justa.
Y me dio como culpa,
un algo de tristeza
por haberlo negado
tanto tiempo (el tilo,
se sabe, crece lento).
Así nos pasa a veces,
pensé. No amamos lo que
no se muestra y entonces
es tan poco lo que vemos.








De "II. Por donde pasan nubes"




Futuro perfecto

Te vas desprevenida a la pelea
y no sabés lo que te espera. Nadie
sabe, tampoco yo. De espaldas
te veo, dueña de tu paso, ágil,
y hasta tu miedo tiene un olor fresco.

Si en el futuro fueras a temer,
sea así tu aroma, apenas leve,
y te arrebate como hoy el viento.







Un poco más

Un poco más de lo mismo
en los asuntos del tiempo.
Amanece, anochece
y cada año evoluciona
del otoño al invierno,
del verde intenso
a la estación del viento.
Un poco más de esta inmóvil
superficie, tensa como la piel
de un sapo que pretende no ser
o ser de piedra, y hasta quisiera
detener el latido que delata
la inquietud de su corazón anfibio.







Exposición de fotos

Prefiero la foto en la playa:
que una línea simple separe
la masa oceánica de todo
el resto en plena claridad,
como cegando la figura
a contraluz que, sin detalles,
será una verdad suficiente.







De "III. Puntos de fuga"




Después de la lluvia en enero

Después de la lluvia en enero,
rastreo hasta la casa del vecino
el camino de hormigas negras.

Algunas –muchas– llevan restos
verdes de mi albahaca, y rojos
–nuevamente– de mi geranio hiedra.

Sol arriba y cielo de estrellas
que por la claridad no veo,
aunque sí adivino la orientación

de la materia, su ley de tenazas
en esta minúscula e ignorada  
parcela veraniega de la tierra.







Como una nota en el aire

La ciudad, la calle, la casa
con su jardín y en el jardín
los árboles: este verdor
que esplende, esta fruta tardía,
esta rama desnuda, este amarillo
intenso como una nota en el aire,
sostenida a todo lo que da el resuello.
Luego, todo se triza o no importa.







Con ideas no se hace poesía

Con ideas no se hace poesía.
Ni con esquemas de ritmos. Al límite
de lo que se ve, los múltiples planos
de luz incierta. Y esas culebritas
verde intenso hacia su punto de fuga.