domingo, 4 de julio de 2021

Susana Cella

 


Susana Cella
(Buenos Aires)

La fuga del infinito mordido, Buenos Aires, Barnacle, 2021.


















Flojera


Cuando la osamenta pide un reposo, mejor es hacerle el gusto

a la espera de que nos refuerce el paso

Hubieron quemazones, claras noches, soles consecutivos

y la principal estrella con poco brillo y mucho acaso

Anduvimos trechos cortos y encontramos un motivo

como un tallo flaco verde claro y estriado,

eje de azucena o narciso

vara llena de savia fresca

el cuerpo de la flecha

la punta del sentido para esta parva de palabras secas

reticentes a engranarse en un capullo

y malqueriendo enfilados cultivos

inservibles para contentar a los ajetreados huesos

hartos de tanta fatiga.

 

 

 

 

 

 Caridad

 

Algo sigue faltando

No todo el consumado dominio de las artes

puede esconder la infinita sed

del amor todo y punzante

que omnia credit

 

 

 

 

 

Ni fu ni fa sostenido

 

Le alimentaba su fiel con toda ida vuelta y ausencia amenazada

Para siempre nunca iba a quedar un chueco andar de unos meses

promesos tanto como mentidos, equilibrio falso, malentendido

O verdad de lo que tan poco declarado se desespera.

Ahíto de sed, empachado de hambre

mordía un madero y tragaba agua del extremo borde del mar.

 

 

 

 

 

Ala de colibrí

 

Luminando como un recuerdo sumergido

en la superficie del agua, una palabra,

y tal vez su matiz y temblor sea casual,

aunque mucho duela

Pero la ley secuela, la de atrapar

tal vez y tal, ahí arriba y más abajo

nos ordena elegir qué acto, sustancia, o potencial.

 

A lo que respondo:

 

En fachadas anidan rumores y fachada es tanto más o

qué me desafía a desligarla de sustrato esencial o de existir

en cotidiano misterio atorrante

en parpadeantes reflejos que

por entreaguados y entrevistos

signan su presencia carnal

 

Sin bordeos definidos de verbo o sustantivo,

abrigo

el cuerpo dulcemente penetrado por agua limpia.

Y ahí les queden simples seres de podrida flotación

como la de un perro hinchado, ala de colibrí.






Piantar de la noria

 

Cuando hubimos agotado todos los silencios

como dos mendigos en batalla

sin lemas ni armas ni noche ni roce

sin ruido ni furia

te conservé como un estandarte destrozado.