miércoles, 26 de agosto de 2020

Camila Vazquez

 

Camila Vazquez (Rosario, 1994 / vive en Río Cuarto)

Yeguariza, Buenos Aires, Kintsugi, 2020.














Amasijo


en estampidas las yeguas

atraviesan la siembra

son ciegas

sin jinete

tienen por ojos piedras preciosas

ven solo deseo

por eso matan    dios las perdone

matan y la hierba oculta

un lazo entre los siglos

aplastan al amo

lo vuelven uno

con su tierra






Inminencia


solo castigos curan

almas descarriadas

a fustazos se las vuelve mansitas

so so

se les dice

ni un relincho

ni un llanto


pero cuidado

las yeguas despiertan en la noche

es la llorona que les chista

la lengua del mal


toda la pampa en silencio

algo brota desde adentro

es el cuero

hierve


en los campos de enero brota

humedad del suelo

galoparías libre si entendieras

el prado

su lenguaje amplio


¿qué dice?






Zafiro 


la peonada te llamó gema

vos estaqueada

era de terca decían

no quiere andar más

pero echabas raíces

hombres tostados buscaban sogas

para arrearte

¿árbol?

¿eras árbol?

¿cristal en plena pampa?


rezagados insistían:

si es planta es maleza

se arranca

si es piedra se lustra

se vende

el frío cuartea el pelaje

ahora mármol

queda polvo sobre polvo

escarcha

fábula de llanura

tierra igual






Desaparición


la fugitiva acecha al pueblo

falta desde hace tres noches

es buscada

paridora de una estirpe

si la encuentra el cabo

le raja un tiro

por bicho salvaje

nació cruzada

hacía falta un bravío así

que no dejara herencia rebelde

en esta pampa






Aparecida I


ya no lloro porque vibro

estoy viva y deambulo

son mías las criaturas fieles


las yeguas por ejemplo

mis tropas

les chisto y atacan

de todas las direcciones acuden

el polvo se levanta hasta los ojos de dios

la raíz desprendida del núcleo


te quedarás sin cosechas   campesino

en tu boca solo hambre

sequía

las mujeres sin lengua que engendró el trabajo

te visitarán en sueños

pedirás la lluvia y será tarde

años atrás suplicaste el cese de mi pena

nadie te enseñó que el deseo

se oye más fuerte en estas tierras

plegaria o maldición

tus gritos se cuelan

hasta el infierno






Terruño


árbol raquítico no protege

de la lluvia

toda ave es carroñera

del animal que muere


se está cerca del cielo aquí

cuando el sol se pone

límpido

algo se aclara


se amanece en la planicie

frente a dios

o al pecado






Otra difunta


no fue el miedo ni el amor

de ningún marido

lo que me introdujo en el desierto

era otra voz un llamado

un ruido de cascos

lejos

acercándose

un canto extraño de libertad


denme agua de beber

hace calor acá

en el infierno


hermosa después de muerta

una obra una santa

llegan tarde sus flores devotos

su agua ingrata en botellas

han dejado que un niño me mate

y estruje de mí la última gota

ahora se persignan en mi nombre


no es oasis de mujeres desnudas 

lo que ves frente a tus ojos  conductor

agua ni sudor de sexo

fruto del azar tampoco

este accidente de tránsito


por cada camión que pare

a pedir milagros

una esposa perderá su leche

y no habrá néctar que suplante

la sustancia materna

morirán los hijos en los largos días del viajero