miércoles, 27 de julio de 2016

Federico Baggini


Federico Baggini (CABA), Agonías, Buenos Aires, 2016.























Inercia

Comprender al que no puede escindirse,
al parche que intenta la agonía,
al que casi no alcanza a sobrar demasiado,
al mero hecho sin sentido,
a la complicidad del follaje,
a la vergüenza que hace falta,
a lo fingido entre las sombras,
a la pared descascarada de la indecencia,
al prototipo de cada tipo.

Salvaguardar la noción que se adelanta al detrimento,
las calles de piedra,
las piernas de tierra,
las arterias y las puñaladas,
lo demandado, los apremiantes,
el reverdecer de las crisálidas,
la retina de la rutina,
el aguacero de enjuagar lo desplazado,
esa repetición indefinida llamada cotidianeidad.

Trenzar la arboleda boca abajo,
el bocadillo de aire, la bocanada de nada,
la alimaña incansable y prorrogada,
al frágil deshabito,
el mareo de los lunares,
la preocupación desocupada,
el enjambre que se aboca al papeleo,
la sal del sol,
la salmuera, el salitre y el salitre.

Componer la providencia,
anteponer la desobediencia,
contraponer el arquetipo,
deponer la apnea de los rincones,
descomponer el anonimato,
disponer las antípodas,
reponer el desacato,
imponer el afuera,
interponer la proclama,
disponer lo que no alcanza,
posponer lo ingrato.

Asimismo,
Ensimismar el mediodía,
el agridulce beneplácito,
la bienaventurada bienvenida,
el cabizbajo buscavidas,
el boquiabierto caradura,
el espantapájaros que acariciapajaros,
el lanzallamas de hojalata,
el malhumor de la madreselva,
el hazmerreír de quienquiera,

Asimismo,
Malpensar el menospreciar,
el pasatiempo de un portarretrato,
el puntapié del quehacer,
el trabalenguas del cascarrabias,
el salvoconducto del santiamén,
el sinfín del sinsabor,
la telaraña de la sobremesa,
el traspié del vaivén,
un anteayer cualquiera.