lunes, 24 de agosto de 2020

María Sueldo Müller



María Sueldo Müller (Buenos Aires, 1980 / vive en Brandsen, provincia de Buenos Aires) 

Expulsada del Edén, Buenos Aires, Leviatán, 2020.




















De "Voces de arena"

 


viene a arder en la orilla

como los elefantes

buscando yacer 

en el osario de sus ancestros

o los perros

que vuelven a casa deshechos

después de la pelea

 

el mar

es una inmensa soledad celeste

 

 

 

 

 

se fue volviendo polvo desde adentro

sudando

llorando

exhalando polvo

hasta no ser más que una parte de la gruesa capa 

que aplasta los muebles

de la casona en penumbras

 

un quejido quiebra el hastío

desde un cuarto

casi viva

su madre se confunde entre los pliegues de las mantas

 

agrio es el olor con que el tiempo humilla las cosas

 

y no saben si es que afuera amanece

o es una vela que olvidaron encendida

 

 

 

 

 

De "Semillas de manzana"

 

 

los caracoles mueren en el mar

 

una corriente helada

los arrastra

hasta la orilla

 

la gente adorna sus casas

con los caparazones vacíos

 

        ¡son tan bonitos!

 

 

 

 

 

no el encaje de pastos y plumas

que construyen las aves

ni los recios castillos de los hombres

tampoco

la cueva helada en que duermen los osos

la profundidad oscura del océano

ni la dorada perfección hexagonal de los panales

 

para mí

quiero una morada blanca

 

                solo luz

 

 

 

 

 

una teta dorada y redonda

es un durazno que cuelga de la rama

y se bambolea 

                        según el ímpetu del viento

fragante

madura

estalla ante el roce de unos dedos

en un estremecerse que asciende desde las raíces

hasta hacer temblar el árbol

y la tierra entera

 

 

 

 

 

no sabría qué decirle 

                si viene

 

por eso hice este pozo

y guardé todas mis pertenencias

grabé los nombres queridos 

    con un cincel en la piedra

y me busqué otro destino

 

pero no

 

no hay nada     posible 

 

lejos

 

voy a tirarme bajo este árbol

y dejar que me cubra la maleza

 

lo más probable

                es que ni venga

 

 

 

 

 

De "Huevos de víbora"

 


como única respuesta 

mi propio grito

 

reflejado en lo hondo

 

 

 

 

 

llegará el invierno

aún estaré aquí

                            y nadie más

traerá una mano de hueso

con las uñas crecidas

un vestido de escamas de metal

 

            y me dirá que no

 

solamente me dirá        que no

 

un día cerré mi puerta con doble traba

lo dejé secarse a la intemperie

suplicándome aunque sea que lo mire

                              y no pude

 

dios murió en mi jardín

    solo

                 como un paria  

 

¿a quién puede importarle ahora

la arena que trago a cucharadas?

 

ya no hay

para mí

 

llegará el invierno

sólo

para que carezca de todo