miércoles, 28 de octubre de 2020

Jorge Maldonado Vigoroux

 


Jorge Maldonado Vigoroux (Puerto Montt, 1976 / vive en Comodoro Rivadavia)

La frontera es una soga, Río Negro, UNRN, col. La Tejedora, 2020.

Se puede descargar en PDF aquí.











De "La frontera es una soga"


I

 

Han separado la tierra

                 del mar

                 del aire.

 

El cuerpo del alma

               del corazón

                de la lengua.

 

La frontera es una soga

que envuelve mi cuello.

 

Mi cuello soy yo

y la soga aprieta.

 

Parado sobre esta patria macha,

equilibrista inexperto,

me caigo afuera

siempre afuera.

 

Busco el Sur

como quien busca el miedo

para que lo abracen.






IV

 

Detrás de cada bala que dispara la policía

hay un ojo que apunta,

un dedo que aprieta,

y un miedo que crece descalzo.

 

El mundo reúne esos elementos:

la bala / el ojo / el dedo / el miedo.

 

Detrás de los cuerpos,

alguien, alguna vez,

habló con amor.

 

Gatillo fácil                               Te amo hijo

La gorra                                    ¿Ya comiste?

Infantería                               Volvé temprano

 

y estos perros ladran y muerden. 








De "Infancias"



X


Cuando le di la mano a Robert no sabía

que cuando nació casi se muere

y que por eso no creció tanto

y tiene la voz finita.

 

No sabía que su papá no recordó su nombre

y entonces improvisó uno

al anotarlo.

 

No sabía que se inventaría en un papel

una abuela y ovejas que cuidar.

 

No sabía que no quería hacer la tarea

con el compañero de banco

que nunca hace nada.

 

No sabía que quería levantar la nota.

 

Que cada vez que escribe

su nombre en el margen

de la hoja

se olvida de todo esto

y a veces no.








XI

 

¿Soñaste alguna vez que caías?

 

¿Alguna vez despertaste

un segundo antes de reventarte

contra el suelo,

agitado,

a salvo?

 

Para Floreal no fue un sueño,

a sus quince años

lo tiraron

desde un avión.

 

No pudo volar

porque lo tiraron atado.

 

Golpeó su cabeza

contra el agua dura

¡Plaf!

 

Contra el agua

desde el aire

en el instante después

del que uno se despierta.

 

–¡Negrito! –grité para despertarte,

pero no fue un sueño.






De "Animales"



XIV

 

Tanto deseé tener alas

y ahora no sé qué hacer para cortarlas,

vuelven a crecer

como uñas.

 

Los piojos me lastiman

y sangro

y sin pico con que escarbar

se han hecho carne

mía.

 

Por el dolor no puedo mover las alas

ni sacudirlas.

 

Desesperado,

subo a la terraza

quince pisos

y salto.

 

Otra vez planeo la muerte.






XIX

 

Se repite el paisaje

una y otra vez.

 

En el camino hay un animal

incendiándose

una y otra vez.

 

Doy vuelta la cara y

me tapo los oídos.

 

La fiera ardiendo sigue buscándome.

 

No se puede ignorar

lo que el olfato sabe.

 

Una y otra vez.

 

Aprieto los ojos,

pero en la nariz

en los oídos

nada termina.

 

Una y otra vez

ese paisaje animal

apesta

y chilla.






XXIII

 

El perro muerde la madera de la puerta

y construye un hueco

para ver a la abuela.

 

Ella sabe de proezas de amor

como esa

pero hace frío

y el perro es de afuera.

                                                                                                                                      

En el patio apenas hay lugar

para un ladrido.

 

La puerta cruje

y un arrebato de viento

la calla

de golpe.

 

De niña ella vio

cómo el poder

les prohíbe el paso

a quienes abren los caminos.

 

Entonces llama al perro

para que entre.






De "Despedida"



XXVII

 

Es tan difícil poder llevarse la comida a la boca.

Tan difícil.

 

Las cosas más difíciles son las que no se piensan

como aprender a respirar

o llevarte la comida a la boca.

 

Cada almuerzo

en que no llegan los familiares.

 

Cada cena

y además estás atado.

 

Cada desayuno

y los ojos perdidos

y el ahogo.

 

Respirar / masticar / tragar

son tareas difíciles

como atender el teléfono

cuando llaman del hospital.






XXIX

 

¿Sabrá el viento traer algo tuyo?

 

La noche ya se fue.

 

Los perros duermen en la calle

debajo de otro sol.

 

Nada es lo mismo

aunque esto ya sea viejo.

 

El reloj repite las excusas.

 

¿Y si el viento no pudiera traer

algo tuyo?

 

¿Y si la lluvia solo fuera

lluvia?

 

¿A quién más pedirle?

 

Con lo que pasa en los sueños

no me alcanza.

 

Recuerdo tus manos

siempre

tus manos

tan grandes cuando era chico

tan frágiles antes de irte.

 

¿Pienso en el viento

o lo recuerdo?

 

El viento, como vos,

sabe silbar.








XXXI

 

Nací de un brote ardiente

y trasplantado

en la frontera.

 

No encuentro casa ajena

ni digo cuál es mía.