martes, 1 de diciembre de 2020

Karina Lerman





Karina Lerman (Buenos Aires)

Cayupán, Gobierno Municipal de Las Flores, Concurso Nacional de Cuento y Poesía Adolfo Bioy Casares, 2020.










Brilla entre mis manos

aquel júbilo regional.

Campo adentro quién

pagaría por la fe del hastío

(a no ser sólo mi padre).

 

“Más allá de los sauces

presiento el milagro”, ha dicho.

 

El horizonte suyo de escriba, 

la tinta como pulpa entre las yemas.

¿Él o quiénes?, ¿quién anunció

y anotó el hiato del poema?

 

Entre un fruto y otro caído el sabor

(cobra identidad) las pupilas

dilatadas ante el arpegio

ofrecido por el viento.

Entonces aquí sobre la piel,

una zona-más firme-hecho manjar.

 

 


 

 

 



Parecen harapos sucios

las ojeras de las madres.

 

Abro los ojos y surco

los tallos, el pueblo imaginado

que anida el primer hambre.

Creo temblar en otro idioma

cómplice del cayupán.

 

¿Deberá descender el ave

para afincar en metáfora?

 

Duermo (como antes) sueño.

 

La tierra es una boca rota 

de presagios.

 

 


 

 

 


Hemos entallado con piedritas 

la tierra mojada y nuestro afán.

Al otro lado del viento, la oración

de la tarde para existir.

 

 


 

 

 


¿Oís la animalidad suelta

de cada uno? Como si algo nuestro

viniera desde lejos. Un relincho

entre varios como conciencia.

 

Entonces, un orgullo refulgía

en las bocas, de pie junto a las crines.

Y en los niños más salvajes

restaba el galope fino

en aquella purísima alegría.

 

 


 

 

 


Aproximo el aire para trazar

la geografía de este pueblo.

La plaza de Armas

frente al campanario de la Catedral.

Las calles despejadas

hasta la hora de la mismísima Virgen.

 

Pero el ojo de la gesta es inmaduro.

 

Allá ese niño de cuclillas

sobre la otra pared –alardea–

lo que no alcanza. Sus dos manos

cruzan malabares a cielo abierto.

Hará sentir –justo a tiempo–

la destreza de los palos de diablo.

 

¿Cómo pedir ahí, qué hacer de lo otro?

 

El niño funámbulo parece trasvasar

–la espera–

con sus dedos.

Lo pequeño avanza de boca en boca.

No se detiene.