viernes, 31 de marzo de 2017

Gustavo Tisocco



Gustavo Tisocco (Corrientes/CABA), Reina, Vinciguerra, Buenos Aires, 2016.


















Entonces no estaba mal
tocarse bajo las sombras
y que el árbol sea testigo del calor
                                         del deseo.

Pero un viento tenaz increpaba
y sentíamos pecado
en aquello que al fin no estaba prohibido.

No estaba mal
sentir el gusto a menta
desde la boca del otro,
sentirse por un instante
la triste durmiente
la que espera siempre
la que llora por amor en los puertos.

No estaba mal después de todo
indagar lo que sentíamos
como un amuleto de libertad
y que esa libertad no sea precipicio.












¿Podré salvarme
si beso tu cicatriz?

Hombre
me has condenado
y anhelas mi lengua sobre la llaga.


Quieres mis rezos,
mis rodillas sangrando,
que el gallo cante.

Exigen mi sumisión,
lágrimas sobre tus pies,
latigazos en mi espalda.

¿Quién debe salvarse entonces?

¿Quién...?












Jugábamos a la escondida
en el patio trasero,
incrédulo
buscaba el roce
del niño aquel:
              mi caballero.

Todavía
traspiro
si me escondo.