lunes, 27 de septiembre de 2021

Luis Bacigalupo

 

Luis Bacigalupo (Buenos Aires, 1958)

Madagascar, Buenos Aires, El jardín de las delicias, 2020 (1a ed. Último Reino, 1989).














De "En lamar médulas"



I

¡Lamar... lamar...!
Despliega la alborada
la tórrida viscosidad de sus anhelos.

¡Lamar... la marejada...!

Ola frágil cincelando la arenisca.
Ola lábil de espuma pasajera.

Laca marchita en la cubierta

                    ¿lamar melindre?

Sensible estrépito del día.
La gota que agoniza en la arena
se extingue.
En la arena la muerte.

Combatir el silencio sin apremios.
Aullido visceral de los fantasmas.
Por tedio.
Batirle sus fulgores...

                 Náusea: el ansia de un susurro
                               despierta
                               su apetito voraz
                               o casi
                               debajo de él
                               sumérgete
                               sumérgete en la laca.

Las ondas son
pintas refulgentes en el cielo.

Un dolor de mar finge la flor
un hilito de agua

mientras la gota del pétalo cae
                           y es

         ALMÍBAR DE LAMAR.







De "¡Qué mar! ¡Qué males!"



II

En los puertos donde
los tuertos se untan el
garfio.
En los palos alquitranados
donde los perros
se frotan
el lomo.
En las sogas resudadas de
orín
amarradas a la argolla
de la escotilla
en las cantinas donde
el vino se cuela
por la gola y luego se va
por la alcantarilla

en el opio de los pasadizos
y en el barniz de los pasamanos
en la cojera indiscreta
del fogonero...

Arreciaba lacalor
y los fuegos iridiscentes
de los corales
encendían la espuma
y su encaje
no ardía
lacalor con fuego ecuánime
urdía lacalor un tibio crimen.

Agitan estas olas las plumas
de un rubí.
Agitan los osarios las plumas
de un rubí.
Los polvos esparcidos agitan
los osarios.
La herrumbre de las anclas
los huecos de los bronces
rechinan bruñidas
cadenas de rubíes.
Y enclenques mascarones
de oscuros nubarrones
con sombras parpadeantes
y blancos maquillajes
arrojan a estas horas
las sombras emplumadas
de un rubí...

no el lamento de unos goznes
o crispado el frufrú
de los roces
aleteos
de una exaltación
de lacalor
de una broma hipada
de hiena
inane.

¡Qué mar! –pensamos–
¡Qué males!

Recrudecen lacalor en tu bajel
y en la proa los olores
de tu piel dulce
olerosa

visión de un relumbrón
a través de la ranura
de los vitrales
pero

¡Qué mar!
¡Qué males!
Vienen a hurgar en mis delectaciones.
Vienen a hurtar mis debilidades.







De "La mer est une merde"



II

La basura que trae
la resaca
la agita.
Sol.
Solo sal.
Salobridad de la
cajita
diurna de
los muertos.
Allí.
Solo urna.
En el polvo. El polvo
en el polvo.


Pero...


¿Lo odias?
Dime por dios si lo odias.







De "Madagascar"



II

Mis padres me arrimaron
a la voracidad de una ola
que ponía en abismo el infierno.
Feliz hoy
asisto a la cremación de sus cuerpos.
Sin pasión que me estremezca
sin devoción
solo
leve
liviano, desaviado
vaciado de propósitos sublimes.

Madagascar boya en mi bañera.
A costa de perder mi voluntad
no vacilo en sucumbir a la crueldad
de la rompiente.

Que ella me asesine
que la corday con su puñal
destrence mi cordón
pues
yo
moriré
antes de que caiga su cabeza
y se apague
su mirar
aleve.

Brozas de su pelo ensangrentado
luego juntos: cenizas.

Mi cuerpo es la isla que flota en la bañera
y en sus costas encalla una barca
cuya certeza es liquidar
toda sospecha de duda.









       

domingo, 19 de septiembre de 2021

Marina Casas


Marina Casas (Buenos Aires, 1986)

Los animales no saben contar, Buenos Aires, Rangún, 2021.












No hay movimiento

que me haga cuerpo.

Títere que no se permite

estar fuera de control.

Muñeca que se busca

en la belleza de una superficie.

Confundo tranquilidad

con vacío.

No me reconozco

si no es en la desesperación

de mantener tirantes

mis propios hilos.








Sueño

no sé si es posible.

La realidad es un charco

me mancho al pisarlo.

La infancia

me empacha de envidia.

El asombro

ese suspiro olvidado.

Mi reloj que anticipa

no frena.

Mi defensa que alivia:

imagino lo peor.








Vuelve el insomnio

después de mucho tiempo.

Antes sólo cuando dormía

encontraba placer, así me escondía

de la rutina, de caminar por la casa

dando los mismos pasos.


Ahora vuelven los perros

a hablarme en sueños.

Me recuerdan el miedo

al derrumbe de mi balcón

y yo les digo que ya no tengo

ganas de tirarme.


Vuelve el insomnio

más alegre,

no el de la locura,

el del deseo.

















martes, 14 de septiembre de 2021

Natalia Iñíguez

 

Natalia Iñíguez
(San Martín, 1983)

Escribir hasta decir basta, San Justo, El Elefante Negro, 2021.




















Escribir hasta decir basta



Escribir en segunda o en tercera.
En persona.
Traer pereza de escribir.
De-escribir una situación absurda.
La anormalidad
con ojos de poeta.

Nota a mí misma:
no escribir sobre escribir,

mirar a la gente
y sentir lo que sienten,
sospechar lo que imaginan:
la gente sonriente
finge,
miente,
fabula
pero no sueña.

Estoy en lo cierto
si miro al mundo con recelo.
Desconfío
de ellos,
de ellas,
de las palabras,
de la poesía que no me deja mentir.

Desconfiar hasta decir basta,
desconfiar como manifiesto
decir basta y decir tragedia
decir lágrima para no soltarla
decir muerte para transitar.

Intento una forma y me digo mujer:
esta que ensayo
no miro con ojos de poeta.
Mis ojos no se pulverizan
con las rosas
Ni con las calles
Ni con el sol
Ni con la tierra mojada

Una vez escribí todo
y ahora es el silencio.
Y el susurro.







Vírgenes

De cuando éramos vírgenes
solo nos queda la música

y el sabor a fruta fresca
en la sinestésica combinación
que es un cuerpo

confusión
trastrocamiento
veo lo agrio
saboreo las formas
y huelo a sexo

las cosas sabían distintas
cuando éramos vírgenes
y todo era nuevo
o no sabíamos qué esperar
y sospechábamos
que el sudor
olía a sal
y que sudar es bueno
que no saber de quién es la humedad
es propicio para el amor

de cuando éramos vírgenes
solo nos queda la música
y el sabor a fruta fresca
huye en la boca de la rutina.







Agapanthus

Nunca pude aprender
los nombres de las plantas
que no supe cuidar

sostengo el tiempo
y pregunto
aguardando el momento
en el que salgan de la tierra
aquellas plantas
cuyos nombres sabré
pero todo no viene de la tierra
o de las manos
cansadas
de alguien más

espero un poema
en el corazón de las flores
que son ovarios
que no duelen
justo en este momento del mes

confieso que tuve que preguntar
su nombre
después de haberlas visto
decorando las sierras
del lugar soñado

pero todo no se aprende preguntando
algunas cosas
necesitan trabajo
y tiempo

una de las cosas que sí aprendí
es a transformar
como química y bruja
la duda en pregunta
y la empatía en comida.








Una posición

que no nos favorece
puede hacer
que todo pensamiento
poema sea
efecto secundario
de la movilidad reducida.













 


lunes, 6 de septiembre de 2021

Rita Kratsman

 

Rita Kratsman
(Buenos Aires, 1940)

Faro meridional, Buenos Aires, El jardín de las delicias, 2021.


















cómo rechinan
las vainas secas del bosque
la voz de la sangre está en el árbol
y el mar cegado
por luces de tope apuntando hacia el sur
el viento marca la cadencia de las olas
mientras llega el aroma de un romero
dicen que donde hay romero la peste se aleja
eso dicen
aunque ya vinieron aquí cuando
se cavaron pozos en la tierra y no fueron castores
el recuerdo se alza como un orden griego
y para olvidar la miseria esclavista
una foca se distrae con los círculos de espuma
que lavan la orilla de arena y pizarra
y otra mañana o tarde
hacia el anochecer de los huemules y otra mañana
o tarde hacia el granate silencioso de las lengas
las lámparas del agua rompen filamentos
en la superficie vidriada
van y vienen las hojas
su manera de temblar












si quisieras silenciar por un momento las voces
en el punto del solsticio
donde se revela una oscuridad absoluta, no podrías
ellas entran y salen a gusto de sus nubes lácteas
en su espacio sos la ausente y no llegan todavía
a ser antiguas
en fin... preguntan por el pathos inalienable de sus tonos
como si no se hubieran saciado
¿qué sacaste en limpio durante el resplandor?
cada herida es perfecta, se muestra cuando quiere
no hace falta ver
si hay cacerías en el bosque
y la muerte confirma su poder sobre el mundo
mientras las constelaciones se dispersan
sobre las lonas amarillas de los cabos en
una mañana testigo de los tremendos gritos y
con paisajes de puro encantamiento
sí, existe la belleza y la humillación
y todavía hay más
acerca de esto












efusión de un oscuro lineal o algo
más espeso que un elemento compacto
pretendiste arrancar otro mundo del mundo
y cerraste los ojos para soñar con una chispa noble
aunque sujeta al poder del lenguaje
de aquellos tan meticulosos en su trabajo corriente
y que sin haberse enfrentado
a un tribunal presidido por un juez del Infierno
practican sin vacilar una eutanasia forzosa
pensar que el cosmos
inspiraba su oráculo en plazas colmadas
ciudades donde el arte no pactó con el miedo
y perdió, pero vayamos a fondo
¿o todo se dirige hacia una selección absoluta?
que cada lugar se levante con alas en los pies y
con un ritmo que se añada a ese vuelo
cambio, sin que nada se pierda
a lo perfecto del dolor se une la belleza
como en aquel cementerio romano
cerca de la Porta San Paolo junto
a la Pirámide Cayo Cestio donde
se reúnen los poetas que quisieron vivir con dignidad
trina un pájaro
sobre la tumba de Gramsci
¿se oye?












de qué se habla
cuando se trata de ver
simetría en cualquier parte
ecos inamovibles como flores de hielo
le damos rango al oficio de la lengua
con los labios partidos
cualquier resistencia es valiosa
la reflexión, de por sí establece grados
qué es la soledad sino la escritura misma
y dentro de ella las formas moribundas
la vida dura un viaje aunque
el esfuerzo por conocer sus artificios
te lleve nada más que hasta el limbo de las ramas
y el mar en el botón de un cardo
cuando el sol golpea con sus olas
y te deja exhausta
¿cómo volver? ¡ah, si hubieras entendido!
en cuanto puedas
pensá en aquella tarde de agosto
era agosto ¿no? con sus acordes circulares
a los lestrigones y a los cíclopes no les tengas miedo
desde la bitácora de Ulises
llega una voz que
de esto sabe












lo que pudo haber sido y lo que no
Tranströmer imagina que es Edvard Grieg
y una nena
corre tras su cometa como en un sueño del futuro
¿puede un oxímoron salvar al mundo?
tanta niebla y no se ve cómo cae una estrella
para invocar un deseo
muchas melodías nos llegan de otra época
un ritmo acaso, acaso un sentido
lo único eterno
¡algo por favor que justifique la ceguera!
y buscás un secreto en el destello
del sol sobre los lirios
otros ecos
habitan el jardín y es así como el verde
busca la espesura en nuestra deriva astral
para quien ama la lírica, un pájaro
alcanza una nota
que sobrevuela las veredas            registro eficaz
para salirse de sí por un rato
aunque ninguna evocación promete
lo que todavía no se sabe
camino abstracto del mar hacia
alguna maravilla












hay feudos
y en el tejido necrosado de la tierra
ni siquiera una fracción verde, el resultado
se completa con un color sin futuro
la escritura también es una tarea vegetal
reconocible en el mundo como lechuga o manzanas
o cualquier otra cosa que provoque júbilo
qué podría quedar sino el sueño
de un mecanismo perfecto
viste el mundo en el estruendo
y ciudades extenuadas
para impedir una opresión hacen falta
aptitudes que detengan el impacto
aguas claras
señores, efluvios de poderosos aromas
después del rocío
o tan solo un cielo color glicina que se pareciera
al mar, sin su altísima resaca en 
seguimiento de un alma insumisa
también hay luciérnagas detectadas por los perros
seguí brillando
diamante loco en los bosques de la noche











si te sacaras de encima
el trueno y la lluvia
o estuvieras dispuesta sin esa tos de la mañana
a organizar tu día
incluso si no fuera de luz hasta el borde
sino de un reflejo por debajo de los dioses
en el verdín terciopelo de las piedras
o si un pájaro con esternón de nave
trinara sobre una hoja de hueso
como empuñadura de malaquita en
algún bosque de cedros barnizados
fábrica de madera con obstinación de sierra
para aumentar el letargo de los zánganos
o con tu penumbra manchada de sol
como si con eso alcanzara
como si












                                                                    AGOSTO 2020

otra vez una baba infinita
sobre un pedazo de tierra
y después sobre otro y enseguida
sobre otro más que silbaba
con dignidad de pájaro               otra vez
el corazón retumba como cuerno de antílope
otra vez donde sea
el encierro en su falsa simplicidad
otra vez el mar y la vegetación en
un solo grito
con nuevas inflexiones verbales y
fronteras que postergan los destierros
otra vez, sostener el planeta
con un hilo de voz
otra vez