sábado, 22 de octubre de 2016

Roxana Molinelli


Roxana Molinelli (Buenos Aires), Las mañanas, el deshielo, El Ojo del Mármol, Buenos Aires, 2016.
























Por los costados la cordillera envuelve
un valle de acequias,
sin tele
ni señal
ni costumbres de tumulto.
En la cabaña
limpiamos el polvo de un baúl viejo
y lo abrimos.
Llegan criaturas que hablan de lo simple.
De la mano humana
un par de casas
y el camino que sale largo
a una ruta a otra provincia.












De chico te obsesionaba la altura de los ríos
¿Qué tan lejos está el fondo, a mí me tapa?
Vamos en taxi y el chófer explica
que el Paraná del Chaco
tiene laderas blandas
la tierra se desliza
por eso no hay balneario ni costanera
afirma él que sabe y yo siento
que algo esconde o desconoce
el río.
Al cruzar el puente dice ¿ven?
Y lo que vemos son rocas
ya no hay barro, atardece
el río intuye una distancia
la lejanía del mar
la extensión de su cuerpo
que dos profundidades pueden tocarse
y no hay ahogo
que el mar está ahí
aunque no lo vea.












¿Y si pudiéramos convertirnos en luciérnagas?
Soles minúsculos
brotando
en coloraciones nocturnas.
¿Se puede perdonar el abandono
o somos una herida que va y vuelve?
¿Y si pudiéramos convertirnos en luciérnagas?
Amar lo que nos deja
que los recuerdos sean desfiles
donde las formas que el mundo toma
pasen
desentendidas de este centro.
Admirar la tierra
como una magia desvaneciente,
como augurios
titilantes
en el aire.