domingo, 30 de agosto de 2020

Rita Kratsman

 


Rita Kratsman (Buenos Aires, 1940)

Cuerpos con música de fondo, Buenos Aires, El jardín de las delicias, 2019.












De "el ritmo, también desenvuelve paisaje..."



hay un espacio y un tiempo

en que se escucha por primera vez una música

y el momento resulta sublime

pero sabés que llega antes o después de algo

omitiendo el Universo toma cuerpo un ritmo pesante

y nos lanzamos con todo lo selecto

y caemos a plomo mientras el aire ni siquiera parpadea

¿acaso se trata de una inquietud marfilina?

acordate de que el bosque está siempre visible

en 1912 Schönberg sacó del arca de sus dones

una nota desnuda, el efecto

pulsa las cuerdas altas del viento

dejando que los tonos bajos definan otras cosas

y el miedo hasta en una brizna de polvo

o en el vuelo confuso de un pájaro

la debilidad reciente

comprueba que todo se repite

y si soñás con una bengala en la oscuridad

es probable que tu nombre

desaparezca con el resplandor










si es que hubo al principio algo

no hay ahora palabras

para describir la entrampada obsesión

por un mar tranquilo

que no dé contra la costa insatisfecha en

un paisaje de escollos

una obsesión por las mareas dóciles

primarias en el sentido

en que uno entiende las cosas

no hay palabras, no hay

una verdad que se refleje en un cuarzo brillante

estallan en expansiones sucesivas

y ni siquiera un balbuceo se asienta en el poeta

¿qué tiene de malo decir entonces?

nadie muere de serenidad:

el alma ruge

y tose*



* el ritmo de las pulsaciones anula una razón lógica

las manos se entienden hacia el aire, acaso

hacia lo que después seríamos

puede sin embargo aparecer de nuevo el otoño con

su ritual de pequeñas ráfagas y

motivos casi armónicos










fuimos ¿qué somos?

medida en grados la ciudad es un infierno

un árbol viejo, escuálido

echa sombra a una tuna sedienta

sabiduría de lo sutil contenida en el gesto

refinado como un fragmento de Fauré

¿qué son los años para alguien que acepta la mortalidad

con naturalidad? y que lejos

de su condición y aun estando al borde del abismo

infunde coraje a quien más lo necesita

¿alguien apoya el oído sobre el corazón de la Tierra?

¿y si se hundiera

se elevaría igual una vara de genciana tan erguida?

un pájaro sobre la proa de ese árbol

canta

para ir todavía más lejos









De "... y se libera, hasta que..."



cuando me preguntaste 

y dije ahora floto, quise decir otra cosa

la belleza es frágil

como una contracción que rompe el verso y su ritmo

¿o se puede ganar una línea convincente

sin el riego de hundirse en un pantano?

la magia pasa de largo y la oscuridad es parte de lo mismo

se retrocede entonces

hasta llegar más de una vez al silencio absoluto

aunque se escribe para no saber lo que el silencio significa

emana un vapor rojizo acentuando la humedad

y ya nada se puede definir, sí, te dije

ahora floto, respuesta que subraya eufemismo

ah las discrepancias, aunque parezcan justificadas

qué bien viene aquel verso de John Giorno

si no te gustan mis océanos

no nades en mi mar* 




* aun sabiendo que un mar es

el indicio de otros mares tan desconocidos

como los cuerpos que no alcanzan a ser

y ese ruido de olas, de viento

que sin embargo perdura










la oscuridad deposita lo que puede

y con solo observar cómo

la óptica geométrica incide sobre los cuerpos

te convierte en alguien más para añadir a

esa masa informe, lo cual

daría pie a tu desaparición definitiva

si no fuera que a veces algo irrumpe –nadie parece advertirlo–

y a despecho del mundo

como quien se libera de una encrucijada

pasás a ser la luz de un globo aerostático

contradiciendo la negrura

pero al margen del delirio

hay que decir que también están sojuzgadas

las sienes de las casas, convulsión

de un paisaje oprimido, ¿qué puño se abatió

sobre la chapa nocturna?










continuando el diálogo, y creo habértelo dicho

el mundo es la repetición de una forma rítmica

es difícil irse de una conversación inagotable, tus ruidos discontinuos

confirman que aun así conservan su ritmo y aunque

nadie recupere el hálito perdido

existe descendencia en los árboles y viñas y flores azules

cuando una luz reaviva otras luces

¿dónde estás?

–una tormenta podría evocar la métrica furiosa de sus rayos–

shhhh... que no lo sepa la muerte

necesitamos ver que una forma se libera con

un solfeo de nubes en clave soleada

el efecto sería incierto

de no ser por los pájaros

que al no seguir un principio ornamental

intervienen con sus gloriosos vibratos

no es falaz la insistencia

el paisaje es un tema

del que hay que seguir hablando










no hay formas dudosas, hay

decisiones centrales

y cuerpos que se mueven por atracción gravitatoria

los rayos del sol pueden mimetizarlos

con el paisaje existente

rompiendo las normas de lo perceptible

el ruido se impone sin embargo con sus argumentos

en tiempos así

cualquiera se siente más contenido por una muchedumbre que

por alguna "fuerza de seguridad"

¿y cuánto vale dormir tan custodiado? dice una letra

si cuando cruzás el umbral de tu casa

y te apresa cualquier conjetura te adherís a lo verosímil

el día entonces toma un hecho y lo retuerce

convirtiéndolo en el arte laborioso de una filigrana etrusca

un rumor silba sobre su era:

los puntos de corte no son una elección antojadiza

se justifican en las gomas que crepitan

como espinos al viento

convengamos que la anarquía del humo

pacta con el aire










es sorprendente cómo un paisaje

no es más que un espacio vectorial donde

confluye música de todo tipo

y de golpe vemos algo por todas partes

como una supernova que se manifiesta

en lugares donde antes no se había detectado

nada detiene el encanto de lo que el azar hace con las nubes

o lo que haya hecho en lo que va del año y sin embargo

se respira bajo una cúpula estelar

así un poema

influenciado por la luz que sea, puede ser escrito en una hora

o en mil años por usar un recurso hiperbólico

de algún modo, esto también significa que

para amar se necesita cuerpo

visible como las frutillas que limpiás ahora en tu cocina

aunque la otra parte del Universo

permanezca oculta

























viernes, 28 de agosto de 2020

Melisa Papillo



Melisa Papillo (Caseros, 1984)

Paisajes con agua en movimiento, Luis Guillón, La Carretilla Roja, 2020.













Como no puedo viajar

miro documentales. Deseo

ver con mis ojos y lo hago

bendigo esa señal en la pantalla

y soy una surfista en Punta Hermosa

soy la leona que tiene encima a sus cachorros

veo al cóndor andino desplegar sus alas de piano

vivir en tres escenas setenta y cinco años.

Los puntos de vista se reflejan en los tonos de voz:

el locutor miente “en Latinoamérica

el mar permitió una fusión de culturas”.

Esta noche miro Tesoro escondido,*

lo que busco en todas las cosas.


* Perú: tesoro escondido (Luis Ara / 2017)






Reposar en la jungla*

De un color durazno claro

se asoma la flor del árbol de ceiba

en el páramo colombiano.

Cuando no está colgado

el perezoso es una manta arrastrándose por el verde,

encontrarlo fuera del árbol

nos hace dudar sobre su fama.

Tiene todo para escaparse o atacar

pero sigue trepado al árbol.

Crecen sus uñas en el ocaso del día.

¿Qué poema mira el perezoso

desde la rama inclinada?

Se sonríe desde lo alto, ya vio hace tiempo

lo que tenía que ver.


* Los perezosos se mueven muy lentamente, / sus movimientos

pausados son una forma única / de enfrentar la vida en la jungla. /

Pasan toda su vida en apenas un puñado de árboles, / con las garras

se abrazan a las ramas/ y su abrazo es tan fuerte / que no se caen. /

El secreto de la supervivencia del perezoso / es que pocas veces necesita

/ bajar a la tierra.

Wildest Latin America. Episodio: “Amazonia” (Richard Kirby-Bill Markham / 2012).






Sobre el espacio oblicuo del bajo escalera

resalta una lagartija del tamaño de un corcho.

La señalo, mi hijo y yo la miramos.

Mi dedo recorre el camino que ahora emprende

o la guía hasta la luz

más blanca del pasillo para que podamos verla mejor.

Es una cosita maravillosa, digo,

y esa cosita ya se esfuma para nosotros.


Más tarde la encontramos en un rincón

tiene menos rapidez, menos gracia.

Volvemos a mirarla.

Esta vez estamos sobre ella

y la señalamos desde arriba.

Como respuesta

se oculta detrás de la estufa.


La mañana me encuentra sola. Abro la canilla,

lavo una taza. El agua de la pileta

se va escurriendo poco a poco

y brilla el acero de la bacha. En el fondo duerme algo.

En el fondo está lo que señalamos.

Levanto la lagartija, blanda, húmeda.

Las patas flácidas como un cabello.

Tiene un ojo sí y un ojo no.

Le hago un ataúd con una hoja de diario.

Con dudas, la apoyo en la bolsa de basura,

así envuelta prolijamente.

Después, cuando cuente esta historia

voy a decir que la enterré.






Como se lanzan una a una las piedras

al borde de un lago, recorro

el mapa de la vida.

No es una tarea difícil, sino meticulosa

desarmar y armar recorridos solo

para entender los pasos dados.

De niña diseccioné

un escarabajo vivo en la playa.

Con una piedra bisturí saqué sus alitas,

las patas, por último sus cuernos. Apoyé sus partes

sobre una roca plana, un plato servido a la mirada

perpleja de quien quiere, necesita

entender a costa de la oscuridad.

Hace poco colgué un mapamundi

en el cuarto de mi hijo, le dije bajito

importa saber dónde están los lugares, qué hay

atrás del océano. Las aguas bailan enmarañadas y seducen.

Quedate un rato observando, pedí y atravesalas

con la fuerza que se pueda.

Aquella tarde, después de terminar mi disección

escuché por un largo rato con los ojos cerrados

ese ruido rastrillero que hacen las piedras y caracoles

cuando la ola se aleja.


















miércoles, 26 de agosto de 2020

Camila Vazquez

 

Camila Vazquez (Rosario, 1994 / vive en Río Cuarto)

Yeguariza, Buenos Aires, Kintsugi, 2020.














Amasijo


en estampidas las yeguas

atraviesan la siembra

son ciegas

sin jinete

tienen por ojos piedras preciosas

ven solo deseo

por eso matan    dios las perdone

matan y la hierba oculta

un lazo entre los siglos

aplastan al amo

lo vuelven uno

con su tierra






Inminencia


solo castigos curan

almas descarriadas

a fustazos se las vuelve mansitas

so so

se les dice

ni un relincho

ni un llanto


pero cuidado

las yeguas despiertan en la noche

es la llorona que les chista

la lengua del mal


toda la pampa en silencio

algo brota desde adentro

es el cuero

hierve


en los campos de enero brota

humedad del suelo

galoparías libre si entendieras

el prado

su lenguaje amplio


¿qué dice?






Zafiro 


la peonada te llamó gema

vos estaqueada

era de terca decían

no quiere andar más

pero echabas raíces

hombres tostados buscaban sogas

para arrearte

¿árbol?

¿eras árbol?

¿cristal en plena pampa?


rezagados insistían:

si es planta es maleza

se arranca

si es piedra se lustra

se vende

el frío cuartea el pelaje

ahora mármol

queda polvo sobre polvo

escarcha

fábula de llanura

tierra igual






Desaparición


la fugitiva acecha al pueblo

falta desde hace tres noches

es buscada

paridora de una estirpe

si la encuentra el cabo

le raja un tiro

por bicho salvaje

nació cruzada

hacía falta un bravío así

que no dejara herencia rebelde

en esta pampa






Aparecida I


ya no lloro porque vibro

estoy viva y deambulo

son mías las criaturas fieles


las yeguas por ejemplo

mis tropas

les chisto y atacan

de todas las direcciones acuden

el polvo se levanta hasta los ojos de dios

la raíz desprendida del núcleo


te quedarás sin cosechas   campesino

en tu boca solo hambre

sequía

las mujeres sin lengua que engendró el trabajo

te visitarán en sueños

pedirás la lluvia y será tarde

años atrás suplicaste el cese de mi pena

nadie te enseñó que el deseo

se oye más fuerte en estas tierras

plegaria o maldición

tus gritos se cuelan

hasta el infierno






Terruño


árbol raquítico no protege

de la lluvia

toda ave es carroñera

del animal que muere


se está cerca del cielo aquí

cuando el sol se pone

límpido

algo se aclara


se amanece en la planicie

frente a dios

o al pecado






Otra difunta


no fue el miedo ni el amor

de ningún marido

lo que me introdujo en el desierto

era otra voz un llamado

un ruido de cascos

lejos

acercándose

un canto extraño de libertad


denme agua de beber

hace calor acá

en el infierno


hermosa después de muerta

una obra una santa

llegan tarde sus flores devotos

su agua ingrata en botellas

han dejado que un niño me mate

y estruje de mí la última gota

ahora se persignan en mi nombre


no es oasis de mujeres desnudas 

lo que ves frente a tus ojos  conductor

agua ni sudor de sexo

fruto del azar tampoco

este accidente de tránsito


por cada camión que pare

a pedir milagros

una esposa perderá su leche

y no habrá néctar que suplante

la sustancia materna

morirán los hijos en los largos días del viajero










 

lunes, 24 de agosto de 2020

María Sueldo Müller



María Sueldo Müller (Buenos Aires, 1980 / vive en Brandsen, provincia de Buenos Aires) 

Expulsada del Edén, Buenos Aires, Leviatán, 2020.




















De "Voces de arena"

 


viene a arder en la orilla

como los elefantes

buscando yacer 

en el osario de sus ancestros

o los perros

que vuelven a casa deshechos

después de la pelea

 

el mar

es una inmensa soledad celeste

 

 

 

 

 

se fue volviendo polvo desde adentro

sudando

llorando

exhalando polvo

hasta no ser más que una parte de la gruesa capa 

que aplasta los muebles

de la casona en penumbras

 

un quejido quiebra el hastío

desde un cuarto

casi viva

su madre se confunde entre los pliegues de las mantas

 

agrio es el olor con que el tiempo humilla las cosas

 

y no saben si es que afuera amanece

o es una vela que olvidaron encendida

 

 

 

 

 

De "Semillas de manzana"

 

 

los caracoles mueren en el mar

 

una corriente helada

los arrastra

hasta la orilla

 

la gente adorna sus casas

con los caparazones vacíos

 

        ¡son tan bonitos!

 

 

 

 

 

no el encaje de pastos y plumas

que construyen las aves

ni los recios castillos de los hombres

tampoco

la cueva helada en que duermen los osos

la profundidad oscura del océano

ni la dorada perfección hexagonal de los panales

 

para mí

quiero una morada blanca

 

                solo luz

 

 

 

 

 

una teta dorada y redonda

es un durazno que cuelga de la rama

y se bambolea 

                        según el ímpetu del viento

fragante

madura

estalla ante el roce de unos dedos

en un estremecerse que asciende desde las raíces

hasta hacer temblar el árbol

y la tierra entera

 

 

 

 

 

no sabría qué decirle 

                si viene

 

por eso hice este pozo

y guardé todas mis pertenencias

grabé los nombres queridos 

    con un cincel en la piedra

y me busqué otro destino

 

pero no

 

no hay nada     posible 

 

lejos

 

voy a tirarme bajo este árbol

y dejar que me cubra la maleza

 

lo más probable

                es que ni venga

 

 

 

 

 

De "Huevos de víbora"

 


como única respuesta 

mi propio grito

 

reflejado en lo hondo

 

 

 

 

 

llegará el invierno

aún estaré aquí

                            y nadie más

traerá una mano de hueso

con las uñas crecidas

un vestido de escamas de metal

 

            y me dirá que no

 

solamente me dirá        que no

 

un día cerré mi puerta con doble traba

lo dejé secarse a la intemperie

suplicándome aunque sea que lo mire

                              y no pude

 

dios murió en mi jardín

    solo

                 como un paria  

 

¿a quién puede importarle ahora

la arena que trago a cucharadas?

 

ya no hay

para mí

 

llegará el invierno

sólo

para que carezca de todo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


sábado, 22 de agosto de 2020

Celia Iribarne





Celia Iribarne (Buenos Aires, 1976)

La ira, Buenos Aires, Ediciones en Danza, 2020.

















De "La ira"



Salvo las ventanas que miran al parque

 

Contiene ira

la palabra lira,

 

el instrumento musical

del poeta.

 

Yo tengo esta letra:

La "L"

 

de lira,

de lirio,

 

de letra que entra

con sangre

 

y corta la vena,

bermeja

 

tormenta

de Dios en el cielo.

 

Un pecado esta lira

no canta

 

el cantar

de los cantares,

 

no entona

los acordes del amor.

 

No la quiero,

la aviento contra el piano

 

y el jarrón japonés.

Contra todo,

 

salvo las ventanas

que miran al parque.






María Celia Iribarne

                                                –¿Por qué este nombre tan antiguo, papá?

                                                              –Porque era fino.

 

Me nombran con vocales elegantes,

con refinadas consonantes

y a épocas de antaño, evoco.

A las puntillas de una enagua,

a los caireles de la araña,

al ombú de la Estancia.

De labios maternos; un trueno

la melodía. De los paternos,

sinfonía wagneriana para piano.

Fila uno a la derecha.

Superpullman. Palco Primero.

Y viene siempre del Este

o del Norte,

la canción de mi nombre,

nunca del Sur,

ni hablar del Oeste.

Con una pompa en la boca me llaman

y en el aire reverbera una estela

de laureada poeta, de Madame

en blanco tailleur

por el Boulevard.

¡Qué porte, qué donaire, qué piné!






De "La amargura"


Secretos de familia


Mi bisabuelo se quitó la vida

en el despacho de su gran empresa.

Mi abuelo andaba desnudo por la casa.

Mi padre se emborracha y me lo cuenta.

A mí, que soy bisnieta de un suicida,

nieta de un nudista, hija de un borracho.

 

También Noé fue un padre borracho.

Lo dice el Génesis.

Su hijo lo encontró dormido

y desnudo en un viñedo.

Y aunque con un manto lo cubrió

igual sintió vergüenza al despertar

y lo maldijo:

"¡Esclavo de tus tíos

y hermanos serás!".

 

Tal fue la maldición

que el padre de la humanidad,

el hombre que sobrevivió

al diluvio universal

y repobló la tierra,

le echó a su descendencia.

 

Dicen

las malas lenguas

que esto pudo haber dado comienzo

a la esclavitud en el mundo

porque Cam, el maldito

de los hijos: era negro.

 

Padre,

mi manto es esta trama

quebrada de lunáticas palabras.

Perdoná si al desnudo te dejo

cuando intento abrigarte.






La azalea

I.


Una madre

deja a su única hija en el balcón

para que cuide a las plantas,

que aprenda a amarlas.

La madre en verdad

quiere tomar un baño caliente,

estar en paz.

Las plantas aburren a los niños.

Denles magos si los quieren

quietos y en silencio.

Años más tarde

me cuentan de la azalea,

da una flor color rosa

quizás por eso la ignoraba

pero son voluptuosos sus pétalos,

dan ganas de tocarlos.

Tuvieron que llevarla a la azotea

a que reciba más horas de sol,

parece que está muerta,

sin embargo hay un brote

que aún brilla

en su inocencia verde,

ignora la muerte.

 

 




De "El amor"



Lección del sauce

 

I.

A las hojitas del sauce llorón,

que llegan a mojarse con el agua del río

porque el viento las hunde y las eleva 

cuando quiere, les pregunto:

 

¿Cómo es soportar todo el peso de la gota 

y aun así bailar en el vacío,

darme un momento de gracia 

en el que olvido 

y siento la savia animar 

mis tiernos filamentos? 

 

 

II.

 

Me siento en un banco

a la vera del río

y entre las vetas de la madera

brotan hojitas débiles

con pintas blancas.

Ya vi flores nacer de grifos oxidados.

“Insisto en ser árbol”,

dice una voz fantasmal.

 

 

 

 

 

La azalea

II.


Un padre riega una azalea

durante todas las tardes del verano,

sube 15 pisos después de trabajar

a la azotea de un edificio céntrico

en la ciudad.

Mira las ramas, mueve la tierra,

persiste su fe

en el único brote brillante.

La planta, en la azotea

conoce al fin lo inmenso del cielo

ya no tiene esa forma de trapecio

que delineaban los contornos

de los edificios, las antenas, las cúpulas.

Ya no hay esfuerzo por llegar a la luz,

ni sombra temprana que enfríe la tierra.

Todo el espectro del sol para ella.

Apenas los primeros, apenas los últimos

rayos aún desconocidos por su corteza.

Y a la tarde otra vez el agua

fresca que el padre vierte

sobre los capilares que arden

como la tierra.

 

El encargado

del edificio y de cuidar esta planta

mientras mi padre trabaja se llama Ariel.

Una tarde, lo esperará en el hall central

y le dirá "¡Señor Juan, señor Juan

la azalea dio una flor!". Y los hombres

subirán como niños los 15 pisos

para admirarla

y decirse palabras de amor

ante el milagro y lo sagrado.