viernes, 10 de febrero de 2017

Fernando Ayala




Fernando Ayala (San Justo, Buenos Aires), Tanto amor plateado, Barnacle, Buenos Aires, 2017.


















Sabueso 

¿Cuánto es todo por delante? 
Dijo un pez de aguas profundas, 
¿Hacia dónde? Dijo el Hombre. 
Cuando estoy sensible, me duele la belleza 
Nada puedes hacer, vida 
Las cosas que se llenan con deseos 
Son huérfanas de alma 
La razón de vivir apremia y no puedo 
Olvidarla. Un esbozo de mí. Gangrena. 
Un espacio tenue adolece el músculo. 
El corazón es un pulmón perdido, 
Sangre en la boca.  
¡Qué injuria! 
Se muerde seca, en un nudo 
Que late, en la garganta. 
¿Qué sentir de las cosas, me dará pausa? 
¿Qué forma inútil se acercará? 
Los ojos agudos se empañan sin sangre,  
Las lágrimas no desvían su curso 
Y como torpes inertes se suicidan en masa. 
Lo sembrado se disuelve en el mundo 
Como una mala broma.
Sobre este cuerpo, 

Oyendo esa voz que me abraza. 










Flores químicas 

Mantenerse enfermo para ahuyentar 
El cólera, para evitar la fiebre, 
La gripe, el dolor y el miedo. 
Soluciones florales químicas 
Inversiones de subsuelo 
Elogio de locura instruida, 
Perfectas palabras con razón 
Placeres griegos de esquina 
Romances sórdidos en alta voz 
Las flores químicas 
Las entrañas del pasado quemándose 
En la hoguera histérica de los nervios 
Los ánimos, se llenan de nubes, 
Por el piso flotante. 
Las flores químicas secando bocas 
El camino de los cien metros 
Lleno de vallas, de líneas 
Blancas, que sirven de guías 
Rectas, hacia el fin. 
Ojos brújulas, ojos brujos 
Que mueren, para reencarnar 
En las almas que dejan piedad. 
Las flores químicas sueñan  
Con la tierra; sufren mano de hombre 
Se ríen del hombre que las mata 
Porque él mismo se asesina,
Anuncia sin remordimientos 
La muerte del hombre por el hombre.