miércoles, 30 de septiembre de 2020

Emily Brontë por María Eugenia Fernández

 

Emily Brontë
(Thornton, Inglaterra, 1818 - Haworth, Inglaterra, 1848)

María Eugenia Fernández (José C. Paz, 1985)

Aquel lugar donde el viento murmura. Poemas de Emily Brontë, traducción y compilación de María Eugenia Fernández, Buenos Aires, Ser Seres Ediciones, 2020. 
















                                1 de marzo de 1841

Tengo las riquezas en poca estima
y del Amor me reí con desdén
y la lujuria de la Fama sólo fue un sueño
que se desvaneció con la pena.

Y si rezo, la única oración
que mueve mis labios por mí
es "Deja el corazón que ahora soporto
y dame la libertad".

Sí, como mis cambiantes días cercanos a su meta,
esto es todo lo que imploro.

A través de la vida y de la muerte,
un alma desencadenada
con coraje para perdurar.








                                  6 de julio de 1841

¡Oh, ahí está! Se despiertan esta noche
dulces pensamientos que no deberían morir.
¡Y los sentimientos fugaces son tan luminosos
mientras los años pasan!

Y puedo decir por ese alterado examen,
y por esa mirada encendida,
y por las pocas palabras que dijimos,
cuán salvaje juega la vanidad.

Sí, puedo jurar que ese glorioso viento
ha barrido con el mundo cercano,
ha destruido la memoria de tu mente
como las algas que la marea arrastra.

Y tú eres ahora un espíritu flotando, torrencial
tu presencia en todo (dentro de todo).
La esencia de la Tempestad rugiendo
y la misma Tempestad azotando.

Una influencia universal
libre de tu propia influencia;
un principio de vida, intenso,
perdido por la mortalidad.

Entonces, cuando ese pecho esté frío de verdad
el alma aprisionada se elevará,
el calabozo se mezclará con el envase,
el cautivo, con los cielos.
















lunes, 28 de septiembre de 2020

Cecilia Carballo

 

Cecilia Carballo (Buenos Aires, vivió en Río Grande / vive en CABA)


El vibrar del fuego, Córdoba, Alción, 2019.

















Permanecerá el arco iris en la tormenta
el viento entrará por las rendijas
podremos despojarnos de las sombras
oiremos el crujir de la lluvia
cuando no podamos ir
hacia ningún lugar
debemos sentarnos
en la llanura árida
ver pasar el sol
en otros sitios
esperar, esperar.










También las vacas lloran
cuando la tormenta azota
y el cielo entre rayos
se parte en dos
con el viento huracanado
corren por la pradera
donde no se ve más el pasto
ni la ardiente cosecha,
parecen lunáticas caminan
en círculos
no saben dónde ir
se agrupan para consolarse
y esperan que la laguna nueva
no las arrastre
en su corriente.










Sus ojos
con el fuego latente
del hambre
cuidan que nadie
se acerque,
son un eco
de la pobreza que gira
a su alrededor
bajo casas precarias
y lagunas
que inundan las calles.

Solo el caballo
come el pasto mojado,
que nace 
en baldosas rotas.










Al caminar por el pasto
los pies se hunden
no sabemos qué pisamos
hay que ir en zigzag
sorteando pozos, insectos
piedras
la tierra es una impronta
en nuestras suelas
debemos subir y
volver a caer
tener prisa si olemos
a lluvia.
































sábado, 26 de septiembre de 2020

Noelia Palma

 
Noelia Palma
(Morón, 1984)



Luxemburgo, Villa María, El Mensú Ediciones, 2020.




















1

Era insoportable
todo el verdor quedándose
en las bocas mugrientas de la felicidad,
yendo y viniendo en una fotografía
dispuesta a ser olvidada.
Nadie dirá lo contrario.
¿Y después?
No olvidaremos el sabor de estas piedras,
que nunca se acaban de pulir,
anunciándose tierra fértil.









2

En la rama del árbol
un pájaro corta las hojas secas.
Las hojas secas crujen sobre el pasto.
Así se tienden mansamente.
¿Qué haremos con la devastación
arrodillada sobre los insectos?
Mirá: la tierra se balancea como un jinete
y nosotros
somos el mantra que el viento
dispuso en el pico
de todo lo que nace para extinguirse.
¿Qué quiero demostrar?
Nada. No, nada. Nuestra casa es hermosa.









3

Hemos amado bajo la copa de un árbol
para que sea imposible.
La fortaleza del verde en lo alto
juró que por la noche
Dios no existe.

A esta hora,
ni siquiera se oye el piar de los pájaros.

Dirá que todo lo he inventado.









5

Treinta y cuatro mil novecientas gotas
para contabilizar los signos de la tormenta.
El chasquido del agua conoce la inutilidad
de ciertos pétalos.
Los destruye para domesticar.
Los pétalos mojados caen y dicen algo
ilegible sobre el paisaje.

El patio oscuro parece deshabitado.
El gran bosque parece deshabitado.
Se oyen los truenos como si dijesen
aquí no queda nada,
las señales cotidianas mermaron toda respiración.

Permanecimos de este lado de la ventana
creyendo que enarbolamos toda la fe.

Oímos el agua corriendo en las cañerías
como si la sangre aceptara el crimen brilloso
y anaranjado del encierro.

Sobre las ollas viejas están las flores viejas,

sobre la pava hay un pájaro carcomiendo
los engranajes de la noche.









9

La lluvia se contoneaba como el cuerpo de Cristo.
Le hizo una seña al fantasma de los abedules,
lo ató a su hueso.
Las colas de las ratas brillaban
al entrar en las alcantarillas.
Este paisaje tristísimo no es culpa de mi amante.
Él estaba ahí. Yo estaba ahí.
Y no lo sabíamos.









10

                                    Nada dejó que no doliera
                                         Macedonio Fernández



Subiste,
miraste por la ventanilla cómo se iba perdiendo
el paisaje, que se alzaba, casi tangible,
como un cuerpo vivo.

¿Subiste al avión?
¿Qué palabras se dicen cuando se sube a un avión?

¿Rezabas como si Dios te hubiese humillado?









11

Después de tanto viento
el vestido sigue atado al balcón
secando esa pobre, pobrecita luz
del aliento contenido.
¿No es un milagro?
Los buenos tiempos
detrás de la niebla
pasaron.

Luxemburgo es una hermosa historia para un libro. 









12

¿Dónde estabas cuando llamaste?
¿Lille? ¿Niza? ¿Habías llegado a Luxemburgo?
¿Viste el resplandor de mi cuerpo
comido por los girasoles?

Sirvo la taza de leche de mis hijos
mientras voy dichosa de aquí para allá
porque tu voz sonaba
como una gran ciudad
con sus luces,
como un muchacho joven
asomado al jardín
que nunca encontró su lugar.



























viernes, 25 de septiembre de 2020

Clara España

 

Clara España (Buenos Aires, 1981)


La reforma agraria de la poesía, fotograbados de Federico Cimatti y Juan Andralis, imprimió Prensa la Libertad, Buenos Aires, 2018.











RECLAMO


1  La colectivización de la palabra y la poesía plural.
2  Romper con el poema para situarlo bajo tierra,
    junto al cultivo de papas y batatas.
3  Repartir lo cosechado de manera ecuánime.

Papas, batatas y todo lo que constituya
acervo poético
es decir, capital
será triturado y arrojado a la marchanta
para su justa, pero azarosa, distribución.





De "La reforma agraria de la poesía"




ESTADO DE SITIO


Tengo tatuado
en la boca
un fantasma
letra catorce
Times New Roman.

Dame tu corazón
entre líneas 1.5, grita.

(...)

Tengo un
fantasma okupa
en mi garganta.
Sostiene que mis
cuerdas vocales
son un arpa.
Cada tanto
abro mi boca
y responde
melodías.
Otros denuncian
que un jilguero
microscópico
microscópico
habita en mí.







FISCHIA IL VENTO


mis palabras
no se editan.


                        URLA LA BUFERA,


mis palabras
no ganan premios
a la trayectoria,
no se venden
como pan
caliente,
no salen
en los diarios.

Que cese el viento.

Que se apague la tormenta.

La poesía
no se traduce
al mejor postor.







KATYUSHA

El clavel
se ha vuelto
bala.

Si yo fuera
la chica del fusil,
te habrías
quedado conmigo  (?)

Si yo fuera,
si yo fuera el fusil,
que dispara
una bala
que es clavel
rojo
en tu boca.

Si yo fuera
la chica
que empuña
un clavel
en tu boca,
te habrías
quedado conmigo  (?)

Si yo fuera
el clavel rojo,
no la bala.







De "Tierra de nadie"





DEUS EX MACHINA

Regresemos a
las cartas de amor
escritas en
máquina de escribir
Underwood, 1921.

Un vecino
escucha al palo
power baladas
y yo tiquitiquitiqui
escribo una carta de amor
a quien corresponda,
aunque no sea
correspondida.









Crece el maíz, el girasol, crecen los gusanos y los pájaros.
La lengua, que ya no es lengua, es martillo y nos golpea,
al ras, al ras de la tierra. Bajo tierra somos uno, bajo
tierra este dedo, este corazón ya no es mío, ni es tuyo.

Expropiemos el poema de su verso y su cadencia.

Asignemos un terruño para el trigo, el corazón.































 
 


jueves, 24 de septiembre de 2020

Diego L. García

 

Diego L. García (Berazategui, 1983)

Las calles nevadas, Buenos Aires, Barnacle, 2020.












hay una fotografía en el reverso de los actos
que todavía se representan como nuestros.
la escena de una película americana.
siempre de posguerra. es decir. latente
entre las decisiones de sujetos y gobiernos
entidades que regulan los matrimonios
las salidas de sábados regulares para mirar
las estrellas desde el capó de un auto turquesa
las vallas blancas de las casas. madera por
todos lados. y las postales de todos esos mundos
que compramos acá. es como un supermercado
de grandes sueños. una serie de soldados
desertores mirando televisión en las madrugadas
y levantándose a las 6 para construir pirámides
con botellas de coca-cola. esas medallas son
las nuestras. nos quedamos dormidos en los
pantanos de una telenovela sin fin. la
cena está servida! los niños corren escaleras abajo.
una navidad interminable. la nieve en los deseos
aunque haga 40 grados y nuestras baldosas
se resquebrajen. nuestras baldosas mentales
por donde desfilan los impulsos y las apuestas
que hacemos en el último casino de la frontera






De "I. pirámides"


se acuesta en el césped mojado.
no querría volverse a su país sin nada.
una carta para mamá. otra noticia
que corre como los trenes nuevos.
 
lo que pudiera estar relatando no tiene más sentido
que la nieve de esas calles.
el foco está imposible. niñxs protestan
en jingles y viandas con el logo del ejército.
 
los polos sur y norte preparan sus frituras.
otra mentira. esos premios son solo
crucigramas para el club de aficionados.
 
compiten en un óvalo sin marcas:
ahí estás vos por ejemplo. en el lugar que tenés.
con la misma ropa arruinada que ayer
buscando la puerta de salida.
 
qué discurso reservás para la gala de tus dientes?
 
estás entrando en las últimas vueltas
y no podés explicar si es de día o qué









mientras cae la nieve no se aceptan quejas
ni preguntas policiales a sujetos agitados
que buscan la mejor parte del cerdo.

zumba el fondo.
se ha pasado de largo unos cuantos kilómetros
según el gps de la vanguardia.
debería estar justificando
su incapacidad para blindar el discurso.
cualidad humana de bien. nada
como ese alimento para poleas matemáticas
con chicle sabor tuttifrutti: A más allá
y B más acá.

esas medallas son las nuestras.
cualquiera puede escribir eso.
cualquiera puede volver a casa con un jabalí montañés en el hombro.
cualquiera desordena las respuestas del examen
y adquiere su propio rifle.

fuimos
menos optimistas cuando escribimos dios








De "II. caras elásticas"



1985. toda una estructura modelo.
limpieza a punto aluminio para envasar el gas.

planes para la noche únicamente.
las distancias correctas
quieren exhibir los carteles.

las líneas rectas son una política de hollywood?
parece que sí.

un clic exótico puede descalibrar las máquinas
que confeccionan la trama escocesa de las camisas y los cerebros.

el olor a lavandería
es un videoclip fácil para ellxs.

recién se han enjuagado el pelo.
la tierra no tiene ninguna forma ni contenido
para esas caras híper elásticas










triángulos bajo la nieve.
un auto de policía detenido en la oscuridad.
desayuno de ciudadanos kane
con pulóveres de navidad
tejidos por madres bien peinadas.

esa campera es demasiado grande y
la lejanía que creés no es tal.

es resbaladiza tu llegada diaria a los almacenes
con el mínimo grado de precalentamiento art nouveau
para la misma milanesa con papas
ajustada al cinturón legal.

gomas que se queman mientras nada ocurre.
el vendedor de diarios olvidó el suplemento
de pesca este domingo. qué raro









bajo los paraguas los cuerpos titilan iguales.
sea 1970 o mañana.
luces rojas. luces azules.
todos parecen
detectives en un cómic sin éxito.

una fuente de lasagna. delivery italiano. medianoche.
y el peinado perfecto de la moral masculina
(la comida tiene contornos irresistibles).

también son palabras. una copa triangular. desagradable.
cristal híper fino que hace pensar en una tumba mal cubierta.

ir a corroborar: el título de un film con la palabra caballeros.
qué bien luce la piel de una mente sintética








































martes, 22 de septiembre de 2020

Ruth Lasters por Micaela van Muylem

 

Ruth Lasters (Amberes, Bélgica, 1979)

Micaela van Muylem (Córdoba, 1979)

Fotómetros/Lichtmeters, edición bilingüe castellano/flamenco, traducción de Micaela van Muylem, Córdoba, Viento de Fondo, 2019.







De "Wervels/Vértebras"


Resorte 

Al hombrecito todo-va-a-estar-bien, de hierro y engranajes 
debe darle cuerda, cada día, un ciudadano 
diferente. Sólo con el resorte bien tensado 

recorre espasmódico las calles y las plazas gritando: 
“¡todo, todo va a estar bien, 
siempre!” A quien olvide su turno le espera una multa/reprimenda/pena 

de muerte (ni por asomo, amor mío, eso no 
existe siquiera para quien intenta un elixir altamente tóxico 
de inmortalidad). Ahora en serio: quien fracase 

en su deber de dar cuerda deberá buscar con los ojos vendados el modo 
de construir un hombrecito todo
estará-mejor de tornillos extraordinarios, incontables roscas 

de escoria







Furtivo 

Para vos dejo mis dedos en estos nudos, 
puntadas simples, a medio hacer, en un poco de cuerda. Una habilidad 

anterior al fuego, anterior a que deshilvanadas 
casualidades llamadas lengua conquistaran nuestra mente 
como un único terrón de arena de la costa 

una gaviota permanente chilla dentro, en lugar de 
por encima. Escondida en mi propia cabeza 
a veces hago guardia como un cazador furtivo 

esperando averbal la presa en tus 
pensamientos, paseo entre aquello que evocás irrepetible 
y sin alusión, como anudando colgantes, incontables 

escaleras de cuerda hasta vos.







Distancia 

Precisaba un instrumento para medir la distancia entre mí misma 
y los demás, una pila de platos, por ejemplo, interpuesta entre alguna gente 

y yo, como una competencia por la torre de platos más torcida 
que pudiera mantenerse en pie. Con otros me limité a sostener 

ante mí la porcelana, como un prematuro donativo para una posible reconciliación futura. 
En tu caso reduje la pila a la mitad, formé dos desvencijados asientos en que 

nos sentamos a conversar acerca de un absurdo: de jóvenes, tener mucho en común 
con otros nos parecía una amenaza a la autenticidad, ya mayores 

el temor es, sin embargo, que prescindibles nunca, casi, del todo… 
como un mugroso platito debajo del cuenco de leche 

para los gatos.








De "Halfronden/Hemisferios"



Cristal 

Exigí el derecho de recorrer la arena con la que harán tus nuevas 
ventanas. Es muy diferente mirar a través de los cristales si antes 
estuviste paseándote sobre la finísima blancura con la que están fabricadas. Sí, así, 

paseándote sin certezas, porque tampoco es que a través del vidrio que será 
luego quieras, resuelto, ver todo sin especular, es como usar guantes 
para amasar el pan. Y dejar que se te escurran algunos granos entre los dedos ahora 

para que así, a través de la futura ventana, se deslice tu mirada en la mirada 
de otro acaso con la misma cantidad de partículas expresivas. Pedí, 
por último, si es posible que a la vieja, la ventana que hay que cambiar, 

una vez más en arena, en un balde, opaca 
y así, por fin, ella misma 
visible. 







Código 

Que esos tontos, tontos extraterrestres 
van a confundir las marcas en el asfalto de este planeta 

flechas, sendas peatonales, líneas 
con signos de un idioma en clave, al desembarcar aquí 

siglos después del fin de la humanidad. De eso tenés que hablarme al final, 
cuando esté gimiendo y delirando, en vez de falsas 

esperanzas. De cómo 
enviarán a sus más sabios a descifrar el pavimento entre Zúrich 

y Turín, zumbando a poca altura sobre Estambul intuirán el párrafo 
de un mito, una epopeya, en último caso una saga. Y quien entre ellos se atreva 

a afirmar que se trata de meras señales de tránsito: ¡chac! será decapitado, 
¡chac! ¡chac! en la plaza.







Instante 

Hacer tangible el ecuador tras siglos, como desmedido sustituto de 
todo aquello que ya no puede asirse. Tender una soga para la ropa 

que se deslice, flote exactamente entre los dos hemisferios. En 
Ecuador, intentar locos asir una sábana que se infla con algo semejante 

a una respiración incorpórea. En Gabón, todos los roces, caricias que todavía 
hubieras querido en la piel de alguien – en un único pañuelo 

que se está secando y que un gerente de la realidad 
aquí y ahora se ve obligado a agitar contrariado por tamaño despilfarro 

de soga. Puesto que una única minúscula pelusa blanca ya nos asegura 
que puede volver a materializarse mucho, incluso –en forma 

de castañas silvestres y, de aspecto casi idéntico, domésticas– 
el desconcierto.








De "Draadloos/Inalámbrico"



Arroz 

Por cada disgusto hundí mi mano en una bolsa de arroz 
y remití en un sobre un único grano al lugar de origen, 

a un granjero en Angkor, que a su vez me enviaba una canica 
de arcilla por cada 

felicidad inesperada, la vez que por milagro una esquirla de mina sólo 
le destrozó el empeine a su esposa, o cuando no perdió toda la cosecha 

con la tormenta. El último grano que le envié: para Pascuas, después de que vos 
y yo habíamos vuelto a esconder en la casa canicas en lugar de 

huevos –quien encontrara todas las suyas en un día, podía marcharse, 
para siempre, sin reproches– y vos a las mías apenas 

las habías ocultado, las siete junto al zócalo, 
al alcance.





Bosque 

Que si alguna vez viste 
el después de la pirotecnia. Las ramas de humo 

no el destello, sino los troncos esponjosos en el mismísimo lugar 
en que hace un instante estallaban fuegos. El bosque de aire 

que unos segundos después de la extinción emerge 
ante tus ojos. El valor residual que en realidad es mayor que 

la belleza intencionada de la lluvia de colores. Así también es 
–después de que suspirando dijeras que, pese a todo, aun infiel, 

seguís queriéndome– lo que queda flotando en la habitación, más bello por 
incisivo, terrible e involuntario: lo irreparable 
entre nosotros. 



















domingo, 20 de septiembre de 2020

Valeria Pariso

 

Valeria Pariso (San Miguel, 1970 / vive en Muñiz)


Zarmina, Villa María, Mascarón de Proa, 2020.










1


Mi ex marido fabrica chalecos explosivos.

Huí de nuestra casa con mis hijos

y nos refugiamos en Kabul.


He visto a mi ex marido

rociar con gasolina

la falda de su hermana Gulalai.


La falda era larga

y cubría

los tobillos amados de mi cuñada.


La falda era pesada

y oscura

como la mirada de los enemigos.


Gulalai se enamoró de un hombre.

Un hombre se enamoró de Gulalai.


Yo he visto a mi ex marido

encender un fósforo

para que nadie

hable de amor.






16


La construcción de este artefacto

requiere de templanza.


El espacio es pequeño entre el burka

y el cuerpo.


Cuesta respirar junto al pequeño horrible.


El artefacto debe ser conciso

porque no hay tiempo para poemas extensos.


Debe ser redondo. Negro.


Debe caber en un puño.


Debe equilibrar la ira,

el amor, la pena.


Dos versos pesan igual que una paloma.


Eso es, hermanas,

el poema debe parecer una paloma.


Háganlo explotar.